?Nueva guerra en L¨ªbano tras el fracaso de la pol¨ªtica de ¡°disociaci¨®n¡±?
Basta con recordar que la escena pol¨ªtica de Beirut est¨¢ conformada en dos bandos irreconciliables, prosirios y antisirios, para entender que Siria es un asunto central en la agenda nacional
Poco hace falta en L¨ªbano para excitar las apetencias belicistas de un pa¨ªs tan artificial, tan fragmentado en clave religiosa y con las heridas de una prolongada guerra civil (1975-90) todav¨ªa sin cerrar. En un contexto afectado inevitablemente por el conflicto que sufre Siria desde hace ya casi 20 meses, el detonante ocasional de la m¨¢s reciente alarma ha sido el asesinato del general Wissam al Hasan y otras siete personas el pasado d¨ªa 19 en el barrio cristiano de Archafrieh, en la capital libanesa.
No se trata solamente del m¨¢s grave acto violento desde los vividos en 2008- cuando Hezbol¨¢ dio un golpe de fuerza en Beirut, mostrando a las claras un peso pol¨ªtico y militar que lo ha convertido desde entonces en el actor pol¨ªtico de referencia-, sino de que ha supuesto la eliminaci¨®n de un militar sun¨ª que ostentaba la jefatura del Departamento de Informaci¨®n de las Fuerzas de Seguridad Interior. Adem¨¢s de su cercan¨ªa al entorno de la antisiria Alianza 14 de Marzo- y especialmente al ex primer ministro Saad Hariri, de quien fue su Consejero de Seguridad-, hab¨ªa sido muy activo en la investigaci¨®n sobre el asesinato de Rafik Hariri (febrero de 2005)- que desemboc¨® en la salida forzada de las tropas sirias de L¨ªbano- y, en agosto de este mismo a?o, en la detenci¨®n del ex ministro de informaci¨®n Michel Samaha y del general Ali Mamluk, acusados de preparar un complot para la realizaci¨®n de atentados contra centros comerciales y la embajada estadounidense, utilizando explosivos procedentes de Siria. Al margen de que tanto el r¨¦gimen sirio como el propio portavoz de Hezbol¨¢ han condenado formalmente el atentado, no es arriesgado aventurar que la eliminaci¨®n de Hasan ha estado muy directamente relacionada con estos episodios, como venganza de elementos prosirios ante lo que consideran un riesgo para su permanente aspiraci¨®n de dominio de un territorio que entienden como un simple protectorado de Damasco.
Este singular golpe violento ha mostrado la inviabilidad de la pol¨ªtica de disociaci¨®n- como hab¨ªa sido ¡°bautizada¡± por el gobierno del ahora criticado primer ministro Najib Mikati-, que hab¨ªa adoptado la pr¨¢ctica totalidad de las fuerzas pol¨ªticas libanesas en un intento por no verse contaminadas directamente por la tragedia siria. Una pretensi¨®n, por otro lado, dif¨ªcilmente sostenible cuando es bien sabido que desde hace tiempo hay combatientes de Hezbol¨¢ en territorio sirio, apoyando a un r¨¦gimen que, junto con el iran¨ª, consideran vital para su propio proyecto pol¨ªtico. Adem¨¢s de la contrastada presencia de grupos violentos en territorio liban¨¦s de inspiraci¨®n siria, de la utilizaci¨®n de L¨ªbano como v¨ªa de tr¨¢nsito de armas para armar a los rebeldes sirios y de la creciente llegada de refugiados sirios a suelo liban¨¦s, basta con recordar que la escena pol¨ªtica de Beirut est¨¢ conformada en dos bandos irreconciliables (prosirios- Alianza 8 de Marzo- y antisirios- Alianza 14 de Marzo) para entender que Siria es un asunto central en la agenda nacional.
A pesar de todo ello y de las declaraciones altisonantes de significados pol¨ªticos libaneses, acusando a Siria del asesinato, ser¨ªa un error dar por hecho que la violencia a gran escala sea el escenario m¨¢s probable en L¨ªbano. Los altos mandos de las fuerzas armadas libanesas- conformadas por una ¨¦lite principalmente sun¨ª, aunque la clase de tropa tenga un numeroso componente chi¨ª- se han apresurado a pedir calma a los actores pol¨ªticos, temerosos de que tal explosi¨®n pueda producirse. Un m¨ªnimo repaso a la historia reciente de L¨ªbano- al menos desde la retirada israel¨ª de la Zona de Seguridad del Sur del L¨ªbano, en 2000- muestra que el peso de las fuerzas armadas palidece al lado del que puede tener hoy Hezbol¨¢. En consecuencia, si la violencia no vuelve a ense?orearse del pa¨ªs no ser¨¢ tanto por la capacidad disuasoria de sus ej¨¦rcitos, sino m¨¢s bien por el simple hecho de que son muchos los intereses econ¨®micos que tienen buena parte de la clase pol¨ªtica libanesa en el negocio de la reconstrucci¨®n del pa¨ªs (que tiene a Beirut como foco principal de una burbuja inmobiliaria y de un turismo de lujo que les reportan importantes beneficios). Si a eso se le a?ade que Hezbol¨¢ tampoco desea la generalizaci¨®n de la violencia en su propio pa¨ªs, cuando est¨¢ en juego la consolidaci¨®n de su propio poder interno (y del de Teher¨¢n en la regi¨®n), podemos concluir que salvo a los que apuesten por el ¡°cuanto peor, mejor¡± a ning¨²n actor importante del escenario liban¨¦s le interesa cuestionar el siempre precario equilibrio en el que se mueve quien fue identificada una vez como la Suiza del Mediterr¨¢neo.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde ¨C Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH)
S¨ªgueme en el blog Extramundi (elpa¨ªs.com)
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