Entre dos mundos
La cadencia presidencial de los Estados Unidos se?ala los hitos de la historia en construcci¨®n de forma todav¨ªa insustituible. Deber¨¢n pasar muchos a?os y producirse muchos cambios geopol¨ªticos para que Washington pierda el privilegio de contar con el ciudadano que nominalmente pauta y rige el calendario de la pol¨ªtica internacional. Los comunistas chinos, con los enigmas inextricables de su poder colegiado, deber¨¢n poner mucho de su parte para que las cosas cambien.
De ah¨ª que un ejercicio obligado ante una elecci¨®n presidencial sea comparar el planeta tal como lo dej¨® Bush y tal como lo deja Obama, ya sea para s¨ª mismo, en caso de una revalidaci¨®n de su presidencia, ya sea para su rival Mitt Romney. El ejercicio completo para enjuiciar un ciclo entero de alternativas en el poder requerir¨ªa a?adir a la comparaci¨®n el legado de Clinton que recibi¨® Bush; aunque no sea exactamente as¨ª, con memoria larga y comparativa, como se comporta la gran masa de los electores.
El 4 de noviembre de 2008, cuando los ciudadanos dieron a Obama una amplia y esperada victoria sobre McCain, Estados Unidos se hallaba comprometido en dos guerras sin salida, en recesi¨®n econ¨®mica y con su imagen internacional severamente da?ada. La aventura neoconservadora que hab¨ªa anunciado la hegemon¨ªa global de Washington durante el entero siglo XXI, el Siglo Americano, yac¨ªa en pedazos tras el fracaso de Bush en su intento de remodelar el atlas pol¨ªtico mundial con nuevas reglas de guerra preventiva, relajaci¨®n de los est¨¢ndares en derechos humanos y limitaci¨®n de las libertades p¨²blicas.
No se puede poner en la cuenta de un solo presidente el lento pero bien tangible declive de la superpotencia ante el ascenso imparable de los emergentes, con China a la cabeza, porque no se ha producido como consecuencia de decisiones err¨®neas tomadas desde la Casa Blanca. Est¨¢ claro, en todo caso, que Clinton supo gobernar la globalidad con grandes dosis de multilateralismo y que Bush con su unilateralismo erosion¨® sin saberlo ni quererlo la hegemon¨ªa de Estados Unidos. Mientras China crec¨ªa y se consolidaba, Washington se enredaba en los zarzales b¨¦licos y en el desprestigio de un antiterrorismo mal concebido y peor conducido y se endeudaba hasta l¨ªmites que pon¨ªan en peligro su propia seguridad nacional.
Esos son los grandes trazos del dibujo, sin entrar en la filigrana. En ella encontramos las continuidades entre Bush y Obama. Tambi¨¦n un segundo Bush bien distinto del primero, que empieza el repliegue de Irak, lanza la Conferencia de Annapolis sobre Oriente Medio y comparte secretario de Defensa, Robert Gates, con su sucesor. Y la rectificaci¨®n mitigada practicada por Obama, un pol¨ªtico de talante centrista y conciliador a pesar del momento polarizado y radical que vive Estados Unidos y quiz¨¢s todos. Obama manda menos en el mundo en 2012 que Bush en 2004, en las v¨ªsperas de su relecci¨®n como triunfante combatiente contra el terrorismo internacional. Y es altamente probable que tambi¨¦n Romney, si vence, mandar¨¢ menos en 2016 de lo que manda Obama ahora.
M¨¢s dif¨ªcil es saber exactamente qui¨¦n es el ex gobernador Mitt Romney. Aunque no ofrece dudas su identidad biogr¨¢fica, religiosa y cultural, s¨ª las levanta su voluble identidad ideol¨®gica, en un final de campa?a jugado en el centro pol¨ªtico; tras pelear las primarias en el extremo y hacerse con las ideas del Tea Party; y despu¨¦s de aplicar pol¨ªticas centristas como gobernador de Massachusetts. No es Obama, sino el candidato republicano, el candidato de la incertidumbre, no solo para EE UU, sino para la marcha del mundo.
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.