Obama: ¡°Lo mejor est¨¢ por llegar¡±
Texto ¨ªntegro del discurso de Barack Obama tras su reelecci¨®n como presidente dem¨®crata
Muchas gracias.
Hoy, m¨¢s de 200 a?os despu¨¦s de que una antigua colonia se ganara el derecho a decidir su propio destino, la tarea de perfeccionar nuestra uni¨®n sigue adelante.
Sigue adelante gracias a vosotros. Sigue adelante porque hab¨¦is reafirmado el esp¨ªritu que ha triunfado sobre la guerra y la depresi¨®n, el esp¨ªritu que ha levantado a este pa¨ªs desde la desesperaci¨®n m¨¢s profunda hasta las mayores esperanzas, la convicci¨®n de que, aunque cada uno de nosotros persigue sus sue?os personales, somos la familia americana y asecendemos o caemos como una misma naci¨®n y un mismo pueblo.
Esta noche, en esta elecci¨®n, vosotros, el pueblo estadounidense, nos hab¨¦is recordado que, aunque nuestro camino ha sido duro, aunque nuestro recorrido ha sido largo, nos hemos levantado, hemos recuperado nuestro rumbo, y sabemos, desde el fondo de nuestros corazones, que, para los Estados Unidos de Am¨¦rica, lo mejor est¨¢ por llegar.
Nos hab¨¦is elegido para que nos centremos en vuestro trabajo
Quiero dar las gracias a todos los estadounidenses que han participado en esta elecci¨®n,a los que votaban por primera vez y a los que tuvieron que guardar cola durante mucho tiempo. Por cierto, eso es algo que tenemos que arreglar. A los que recorrieron las aceras y los que cogieron los tel¨¦fonos, a los que levantaron carteles de Obama y los que levantaron carteles de Romney, hab¨¦is hecho o¨ªr vuestras voces y hab¨¦is influido en los resultados.
Acabo de hablar con el gobernador Romney y les he felicitado a ¨¦l y a Paul Ryan por una campa?a muy disputada. Hemos peleado de manera feroz, pero solo porque amamos profundamente a este pa¨ªs y nos preocupa much¨ªsimo su futuro. Desde George y Lenore hasta su hijo Mitt, la familia Romney ha querido trabajar por Estados Unidos, dedicarse al servicio p¨²blico, y ese es el legado que esta noche honramos y aplaudimos. En las pr¨®ximas semanas, aspiro a reunirme con el gobernador Romney con el fin de hablar de lo que podemos hacer juntos para impulsar el pa¨ªs hacia adelante.
Quiero dar las gracias a mi amigo y socio de estos cuatro a?os, el guerrero feliz de Am¨¦rica, el mejor vicepresidente que jam¨¢s podr¨ªa haber, Joe Biden.
Y no ser¨ªa el hombre que soy hoy sin la mujer que acept¨® casarse conmigo hace 20 a?os. Lo voy a decir en p¨²blico: Michelle, nunca te he querido tanto como en este momento. Me siento m¨¢s orgulloso que nunca, viendo c¨®mo se ha enamorado Estados Unidos de ti en tu papel de primera dama. Sasha y Malia, est¨¢is convirti¨¦ndoos ante nuestros ojos en dos j¨®venes fuertes, listas y bellas, igual que vuestra madre. Estoy muy orgulloso de vosotras. Pero tengo que decir que, por ahora, un perro es suficiente.
El futuro nos reserva algo mejor, siempre que tengamos el valor de seguir intent¨¢ndolo, seguir trabajando, seguir luchando
Gracias al mejor equipo de campa?a y de voluntarios en la historia de la pol¨ªtica. El mejor. El mejor de toda la historia. Algunos erais nuevos esta vez, y otros hab¨¦is estado a mi lado desde el principio. Pero todos sois mi familia. Hag¨¢is lo que hag¨¢is, vay¨¢is donde vay¨¢is, llevar¨¦is con vosotros el recuerdo de la historia que hicimos juntos y tendr¨¦is durante toda la vida el agradecimiento de un presidente. Gracias por creer hasta el final, a trav¨¦s de cada colina y cada valle. Me hab¨¦is llevado sobre vuestros hombros todo el camino y siempre agradecer¨¦ todo lo que hab¨¦is hecho y vuestro incre¨ªble esfuerzo.
S¨¦ que las campa?as pol¨ªticas, en ocasiones, pueden parecer poco importantes, incluso tontas. Y son carne de ca?¨®n para los c¨ªnicos que dicen que la pol¨ªtica no es m¨¢s que un enfrentamiento de egos o un territorio que se disputan grupos de intereses. Pero, si hab¨¦is tenido la oportunidad de hablar con las personas que han acudido a nuestros m¨ªtines y han hecho cola en el gimnasio de un instituto, o si hab¨¦is visto a los voluntarios que trabajaban hasta altas horas de la noche en una oficina de campa?a en alg¨²n rinc¨®n remoto, habr¨¦is descubierto otra cosa.
Habr¨¦is o¨ªdo la decisi¨®n en la voz de un joven organizador sobre el terreno que trabaja para pagarse la universidad y quiere garantizar que todos los j¨®venes tengan la misma oportunidad. Habr¨¦is o¨ªdo el orgullo en la voz de una voluntaria que iba puerta a puerta porque su hermano encontr¨® trabajo, por fin, cuando la f¨¢brica de autom¨®viles local a?adi¨® otro turno. Habr¨¦is o¨ªdo el hondo patriotismo en la voz de la esposa de un militar que se encargaba de los tel¨¦fonos por las noches para asegurarse de que ninguna persona que lucha por este pa¨ªs tenga que luchar jam¨¢s para tener empleo ni para tener un techo cuando vuelve a casa.
Por eso hacemos todo esto. Eso es lo que puede ser la pol¨ªtica. Por eso son importantes las elecciones. No son una cosa peque?a, son una cosa fundamental. Muy importante. En un pa¨ªs de 300 millones, la democracia puede ser ruidosa, ca¨®tica, complicada. Tenemos opiniones distintas. Cada uno tiene sus propias convicciones. Y cuando atravesamos tiempos dif¨ªciles, cuando tomamos grandes decisiones como pa¨ªs, es inevitable que se agiten las pasiones y surjan controversias.
Eso no va a cambiar de la noche a la ma?ana, ni tiene por qu¨¦. Estos debates que tenemos son una se?a de nuestra libertad. No podemos olvidar jam¨¢s que en estos instantes, mientras hablamos aqu¨ª, en pa¨ªses lejanos hay personas que est¨¢n arriesgando sus vidas para tener la posibilidad de discutir sobre las cuestiones importantes, para tener la oportunidad de emitir su voto como hemos hecho hoy aqu¨ª.
Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias, la mayor¨ªa de nosotros comparte ciertas esperanzas para el futuro de Estados Unidos. Quermos que nuestros hijos crezcan en un pa¨ªs en el que tengan acceso a las mejores escuelas y los mejores profesores. Un pa¨ªs que est¨¦ a la altura de su legado como l¨ªder mundial en tecnolog¨ªa, descubrimiento e innovaci¨®n, con todo el empleo de calidad y las nuevas empresas que se derivan de ellos.
Queremos que nuestros hijos vivan en un pa¨ªs que no est¨¦ acosado por la deuda, que no est¨¦ debilitado por las desigualdades
Queremos que nuestros hijos vivan en un pa¨ªs que no est¨¦ acosado por la deuda, que no est¨¦ debilitado por las desigualdades, que no est¨¦ amenazado por la capacidad destructiva de un planeta que se calienta. Queremos transmitir un pa¨ªs seguro, respetado y admirado en todo el mundo, una naci¨®n defendida por el ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de la tierra y las mejores tropas que ha conocido el mundo. Pero tambi¨¦n un pa¨ªs que avance con confianza m¨¢s all¨¢ de esta ¨¦poca de guerra para construir una paz basada en la promesa de libertad y dignidad para todos los seres humanos.
Creemos en un Estados Unidos generoso, un Estados Unidos compasivo, un Estados Unidos tolerante, abierto a los sue?os de una hija de inmigrantes que estudia en nuestras escuelas y jura fidelidad a nuestra bandera. Abierto a los sue?os del chico de la parte sur de Chicago que ve que puede tener una vida m¨¢s all¨¢ de la esquina m¨¢s cercana. A los del hijo del ebanista de Carolina del Norte que quiere ser m¨¦dico o cient¨ªfico, ingeniero o empresario, diplom¨¢tico o incluso presidente; ese es el futuro al que aspiramos. Esa es la visi¨®n que compartimos. Esa es la direcci¨®n en la que debemos avanzar. Hacia all¨ª debemos ir.
Por supuesto, tenemos discrepancias, a veces feroces, sobre la forma de llegar. El progreso, como ocurre desde hace m¨¢s de dos siglos, es irregular. No siempre es una l¨ªnea recta. No siempre es un camino llano. Saber que tenemos unas esperanzas y unos sue?os comunes no basta, por s¨ª solo, para terminar con la paralizaci¨®n, resolver todos nuestros problemas ni sustituir al esfuerzo de construir un consenso y alcanzar los dif¨ªciles compromisos necesarios para impulsar el pa¨ªs. Pero ese v¨ªnculo com¨²n debe ser nuestro punto de partida.
Creo que podemos continuar el progreso que ya hemos logrado y seguir esforz¨¢ndonos para tener nuevos puestos de trabajo, una nueva seguridad para la clase media.
Nuestra econom¨ªa est¨¢ recuper¨¢ndose. Est¨¢ llegando a su fin una d¨¦cada de guerra. La larga campa?a ha terminado. Y, tanto si me hab¨¦is dado vuestro voto como si no, os he escuchado, he aprendido cosas de vosotros, y hab¨¦is hecho que sea mejor presidente. Con vuestras historias y vuestras luchas, regreso a la Casa Blanca m¨¢s decidido y m¨¢s inspirado que nunca sobre la tarea que nos aguarda y el futuro que tenemos por delante.
Esta noche hab¨¦is votado para que actuemos, no para que hagamos la pol¨ªtica habitual. Nos hab¨¦is elegido para que nos centremos en vuestro trabajo, no en el nuestro. En los meses y semanas que vienen, estoy deseando colaborar con los l¨ªderes de los dos partidos para afrontar los retos que solo podemos superar si estamos unidos. Reducir el d¨¦ficit. Reformar nuestro c¨®digo tributario. Arreglar nuestro sistema de inmigraci¨®n. Liberarnos del petr¨®leo extranjero. Tenemos muchas m¨¢s cosas que hacer.
Pero eso no significa que vosotros hay¨¢is terminado. El papel del ciudadano en nuestra democracia no acaba con el voto. Estados Unidos no se ha movido nunca en funci¨®n de lo que otros pueden hacer por nosotros. Estados Unidos consiste en saber qu¨¦ podemos hacer todos juntos, mediante una labor tan frustrante y dif¨ªcil, pero necesaria, como es el autogobierno. Ese es el principio sobre el que se fund¨® nuestra naci¨®n.
Este pa¨ªs tiene m¨¢s riqueza que ning¨²n otro, pero no es eso lo que nos hace ricos. Tenemos el ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de la historia, pero no es eso lo que nos hace fuertes. Nuestras universidades y nuestra cultura son la envidia del mundo entero, pero no es eso lo que hace que el mundo venga sin cesar hasta aqu¨ª.
Lo que hace que Estados Unidos sea excepcional son los lazos que mantienen unida a la naci¨®n m¨¢s variada del mundo. La convicci¨®n de que tenemos un destino com¨²n; de que este pa¨ªs solo funciona cuando aceptamos que tenemos ciertas obligaciones con nuestros conciudadanos y con las generaciones futuras. La libertad por la que tantos estadounidenses han luchado y han muerto acarrea responsabilidades adem¨¢s de derechos. Y entre esas responsabilidades est¨¢n el amor, la generosidad, el deber y el patriotismo. Eso es lo que da a Estados Unidos su grandeza.
Esta noche me siento esperanzado porque he visto ese esp¨ªritu en acci¨®n. Lo he visto en la empresa familiar cuyos due?os prefieren recortar sus ganancias antes que despedir a sus vecinos, y en los trabajadores que prefieren trabajar menos horas antes que ver que un amigo pierde su empleo. Lo he visto en los soldados que vuelven a alistarse despu¨¦s de perder una pierna y en los SEALs que suben por las escaleras e irrumpen en la oscuridad porque saben que tienen a un compa?ero guard¨¢ndoles las espaldas.
Lo he visto en las costas de Nueva Jersey y Nueva York, donde los l¨ªderes de todos los partidos y todas las instancias del Gobierno se olvidaron de sus diferencias para ayudar a una comunidad a reconstruir todo lo que una terrible tormenta hab¨ªa destruido. Y lo vi el otro d¨ªa, en Mentor, Ohio, donde un padre cont¨® la historia de su hija de ocho a?os, cuya larga batalla contra la leucemia habr¨ªa arruinado a su familia si no hubiera sido por la reforma sanitaria aprobada solo unos meses antes de que la compa?¨ªa de seguros estuviera a punto de dejar de pagarle los tratamientos.
Tuve ocasi¨®n de hablar con su padre y de conocer a esa incre¨ªble ni?a. Y, cuando el padre cont¨® su historia a la multitud que le escuchaba, todos los padres del p¨²blico ten¨ªamos los ojos llenos de l¨¢grimas, porque sab¨ªamos que su hija pod¨ªa una de las nuestras. S¨¦ que todos los estadounidenses quieren que el futuro de esa ni?a sea tan brillante como el de sus hijos. As¨ª somos nosotros. Ese es el pa¨ªs que tan orgulloso estoy de presidir.
Y esta noche, a pesar de todas las dificultades que hemos padecido, a pesar de todas las frustraciones con Washington, tengo m¨¢s esperanzas que nunca sobre nuestro futuro. Tengo m¨¢s esperanzas que nunca sobre Estados Unidos. Y os pido que sosteng¨¢is esa esperanza. No hablo de tener un optimismo ciego, una esperanza que ignore la enormidad de las tareas que nos aguardan ni los osbt¨¢culos que encontraremos por el camino. No hablo de un idealismo iluso que nos permita permanecer al margen ni eludir el combate.
Siempre he cre¨ªdo que la esperanza es ese sentimiento tenaz en nuestro interior que insiste, a pesar de que todo indique lo contrario, en que el futuro nos reserva algo mejor, siempre que tengamos el valor de seguir intent¨¢ndolo, seguir trabajando, seguir luchando.
Creo que podemos continuar el progreso que ya hemos logrado y seguir esforz¨¢ndonos para tener nuevos puestos de trabajo, nuevas oportunidades, una nueva seguridad para la clase media. Creo que podemos cumplir la promesa de nuestros fundadores, la idea de que, si una persona est¨¢ dispuesta a trabajar duro, no importa de d¨®nde venga ni qu¨¦ aspecto tenga ni d¨®nde ame. No importa que sea negro, blanco, hispano, asi¨¢tico, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual; en Estados Unidos, si est¨¢ dispuesto a esforzarse, puede conseguir lo que sea.
Creo que podemos alcanzar juntos este futuro porque no estamos tan divididos como hace pensar nuestra pol¨ªtica. No somos tan c¨ªnicos como dicen los expertos. Somos m¨¢s que la suma de nuestras ambiciones individuales, y somos m¨¢s que una colecci¨®n de estados rojos y estados azules. Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de Am¨¦rica.
Y juntos, con vuestra ayuda y la gracia de Dios, continuaremos nuestro viaje y recordaremos al mundo por qu¨¦ vivimos en la mejor naci¨®n de la tierra.
Gracias, Am¨¦rica... Dios os bendiga. Dios bendiga a Estados Unidos.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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