Las claves de la victoria de Obama
Obama es el primer dem¨®crata desde Franklin D. Roosevelt que logra la reelecci¨®n con m¨¢s del 50% de votos
Barack Obama obtuvo el martes la reelecci¨®n para un segundo mandato gracias a la extraordinaria capacidad de movilizaci¨®n de su campa?a y a la consolidaci¨®n de una nueva gran coalici¨®n dem¨®crata integrada por latinos, mujeres y j¨®venes que, ayudada por la desconfianza de la clase media hacia el Partido Republicano, ha redibujado el mapa electoral de Estados Unidos.
Fue una victoria mayor de lo esperada en cuanto a votos del Colegio Electoral -303 frente a 206, 332 si acaba ganando Florida-, pero ajustada en cuanto a votos populares. Obama repiti¨® victoria en todos los estados que hab¨ªa ganado en 2008, excepto Indiana y Carolina del Norte, pero solo tuvo tres millones de votos m¨¢s que el candidato republicano, Mitt Romney: 60 millones (un 50,3%) frente a 57 millones (un 48,7%). Es una diferencia algo inferior a la que George Bush alcanz¨® contra John Kerry en 2004 y bastante menor a la ventaja con la que fueron reelegidos Bill Clinton y Ronald Reagan.
Obama es a la vez el primer presidente desde Franklin D. Roosevelt que consigue la reelecci¨®n con un ¨ªndice de paro superior al 7% y el primer dem¨®crata desde el mismo Roosevelt que consigue rebasar la barrera del 50% por segunda vez consecutiva.
Todo ello son indicadores de las debilidades y fortalezas que Obama ha mostrado en estas elecciones. Por un lado, ha sido un l¨ªder capaz de aglutinar a una significativa masa de votantes que han confiado en ¨¦l por encima de los resultados de su gesti¨®n. Por el otro, es evidente que tendr¨¢ que gestionar un pa¨ªs pol¨ªticamente polarizado en la que la mitad ponen en duda sus condiciones.
Son muchas las circunstancias que pueden haber contribuido a la victoria de Obama. Desde su conducci¨®n de la cat¨¢strofe del hurac¨¢n Sandy, en dr¨¢stico contraste con lo que ocurri¨® durante el Katrina, hasta las limitaciones de su rival, atrapado por una imagen de millonario oportunista que pes¨® sobre ¨¦l como una losa.
La campa?a dem¨®crata fue muy eficaz en asentar esa imagen en una campa?a de propaganda que se remonta hasta la primavera. Pero el propio candidato republicano contribuy¨® a ello con su negativa a esclarecer sus declaraciones de impuestos y un par de tropiezos ¨Cespecialmente el del v¨ªdeo en el que despreciaba al 49% de la poblaci¨®n que recibe alg¨²n tipo de ayuda p¨²blica- que no pudo compensar con sus ¨¦xitos posteriores.
La estrategia de una campa?a es, sn duda, determinante en las democracias modernas. La de Obama, ahora y en 2008, se ha ganado fama de una gran perspicacia. Aunque esa vez no ha tenido a favor el viento de la historia ni se ha favorecido por el caos que rode¨® a la campa?a de John McCain. Esta vez, los estrategas de Obama han tenido enfrente a otra maquinaria igualmente poderosa que ha gastado 500 millones de d¨®lares m¨¢s que la campa?a dem¨®crata.
Las estrategias y el dinero necesitan, sin embargo, un buen producto que vender para tener ¨¦xito. Las encuestas hechas por los medios de comunicaci¨®n a la salida de los centros de votaci¨®n, y antes, en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a electoral, revelan que Obama era un mejor producto. Los electores, por diferentes m¨¢rgenes, lo consideran un l¨ªder m¨¢s fuerte, m¨¢s confiable y m¨¢s capacitado que Romney. Incluso en el apartado de la econom¨ªa, preocupaci¨®n principal de los votantes y el ¨²nico en el que el candidato republicano ha estado con ventaja durante meses, Obama igualaba o superaba ligeramente a su rival en el ¨²ltimo momento. Y estaba por encima de ¨¦l en un pregunta capital: ?qui¨¦n cree que pueda hacer m¨¢s por usted? Otros datos destacables de esas encuestas: una mayor¨ªa en los estados claves culpaba fundamentalmente a George Bush de los problemas econ¨®micos del pa¨ªs y un 56% del estado de Ohio aplaud¨ªa la decisi¨®n del presidente de rescatar la industria del autom¨®vil, que fue criticada por Romney.
¡°Ustedes me conocen, saben qui¨¦n soy¡±, insist¨ªa Obama en sus ¨²ltimos discursos. La gente sabe, m¨¢s o menos, qu¨¦ puede esperar de Obama, cu¨¢l son sus virtudes y cu¨¢les sus defectos. Saben que ha hecho un gran esfuerzo por mejorar la situaci¨®n econ¨®mica, aunque lo haya conseguido solo en parte. Saben que es un hombre honesto que no va a dar lugar a esc¨¢ndalos ni corruptelas. Frente a eso, Romney es la encarnaci¨®n de la incertidumbre. De convicciones siempre fluctuantes, era imposible predecir qu¨¦ Romney encontrar¨ªamos en la Casa Blanca, si el extremistas de las primarias o el moderado de la campa?a presidencial.
En el sistema pol¨ªtico norteamericano, la reelecci¨®n es el destino natural de un presidente. En los ¨²ltimos cincuenta a?os, s¨®lo Jimmy Carter y George Bush padre no lo consiguieron, y en circunstancias muy particulares. La derrota de Obama hubiera sido una aut¨¦ntica conmoci¨®n, m¨¢xime al tratarse del primer presidente afroamericano de la historia.
Tiene que concurrir buenas razones para que los norteamericanos no le den a su presidente una segunda oportunidad. Un sonoro fracaso internacional, una decadente perspectiva econ¨®mica o un brillante candidato de oposici¨®n pueden ser el motivo para hacerlo. Ninguna de esas circunstancias exist¨ªa en esta ocasi¨®n. Los estadounidenses se sienten protegidos con su comandante en jefe, respaldan su actuaci¨®n en el mundo y est¨¢n preocupados, pero m¨¢s optimistas, respecto al rumbo de la econom¨ªa.
Finalmente, con la precauci¨®n de que, con un 2% de votos en sentido contrario, el an¨¢lisis hubiera sido diferente, Obama ofreci¨® un rostro que se parece m¨¢s al actual EE UU. Como demuestra la legalizaci¨®n de la marihuana o del matrimonio gay en algunos estados, como prueba, sobre todo, el incremento de la participaci¨®n de los latinos, este es un pa¨ªs que est¨¢ cambiando en una direcci¨®n distinta a la que se mueve el Partido Republicano.
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