Vecinos y milicianos de una ciudad kurda de Siria expulsan a las tropas de El Asad
La poblaci¨®n de Derik, situada en el kurdist¨¢n, fuerza la salida del ej¨¦rcito del r¨¦gimen de su territorio
¡°?El Asad se ha ido! Estoy muy feliz, hasta ahora ni siquiera ten¨ªamos tarjetas de identidad¡±, dice Abdi Karim, de 56 a?os, con la cara cansada pero con una gran sonrisa. Karim es miembro de las Unidades de Protecci¨®n Popular (YPG, en kurdo), una milicia dedicada a proteger ¨¢reas y ciudades kurdas. ¡°Tenemos los rifles para proteger a la gente, solo para proteger¡±, repite mirando su viejo AK-47.
Los residentes de Derik (conocido en ¨¢rabe como?Al M¨¡likiya) y las YPG forzaron hoy la marcha de esta ciudad de las ¨²ltimas tropas y polic¨ªas del r¨¦gimen del presidente Bachar el Asad. Derik est¨¢ situada en el Kurdist¨¢n sirio en el noreste del pa¨ªs, en un ¨¢rea rica en recursos petrol¨ªferos y cercana a las fronteras con Turqu¨ªa e Irak.
Karim habla a trav¨¦s de una ventana del edificio de la Seguridad Pol¨ªtica, uno de los cuerpos armados del Gobierno sirio, el ¨²ltimo edificio abandonado hoy por los hombres de El Asad pero en el que a¨²n no permiten entrar a los periodistas.
En la calle, un cami¨®n emite a todo volumen m¨²sica kurda, prohibida por el r¨¦gimen, y cientos de personas cantan y bailan. Un hombre pinta con spray la cara de El Asad en su retrato oficial en una entrada al edificio.
Entre la gente, hay muchos hombres y mujeres j¨®venes miembros de las YPG, vestidos con chalecos militares y armados con rifles AK-47, aunque tambi¨¦n se ven al menos dos lanzagrandas, un rifle de francotirador y una ametralladora.
Las comunidades kurdas inciden en la igualdad de g¨¦neros y, en un momento dado, son siete chicas j¨®venes las que hacen guardia frente a una de las entradas del edificio de la Seguridad P¨²blica, dos de ellas apostadas en el tejado y todas con rifles AK-47. ¡°Este es un momento de gran felicidad¡±, comenta una con una sonrisa nerviosa y antes de decir que no puede hablar sin permiso.
Entre la multitud, ondean diferentes banderas del Partido turco de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK, en kurdo), de Abdullah Ocalan, su fundador y encarcelado en Turqu¨ªa desde 1999, y de la regi¨®n aut¨®noma kurda de Irak, todas ellas tambi¨¦n prohibidas por el Gobierno.
En Siria, viven unos dos millones de kurdos, alrededor del 10 por cien de la poblaci¨®n y discriminados por el r¨¦gimen sirio, que los encarcelaba por hablar su idioma y no les conced¨ªa los mismos derechos que a otros ciudadanos.
Desde el inicio del actual conflicto en Siria, en marzo del a?o pasado, el Gobierno de El Asad ha ido aflojando su control sobre las ciudades kurdas del norte y noreste del pa¨ªs, una regi¨®n que adem¨¢s es rica en recursos petrol¨ªferos.
En julio de este a?o, tropas del r¨¦gimen empezaron a abandonar algunas de sus posiciones en la regi¨®n y los partidos pol¨ªticos kurdos y las YPG aprovecharon para llenar el vac¨ªo de poder y ganar una inesperada y deseada autonom¨ªa.
En Derik y en otras ciudades del Kurdist¨¢n sirio, ahora hay consejos populares en los Gobiernos locales, las YPG y otros grupos armados se encargan de la seguridad y han empezado clases en kurdo en las escuelas.
En los ¨²ltimos d¨ªas, esta milicia popular y los residentes de varias poblaciones kurdas han expulsado pac¨ªficamente a los ¨²ltimos elementos del Gobierno. La excepci¨®n fue la ciudad fronteriza de Ras al-Ain, m¨¢s al oeste y que fue tomada el pasado jueves por los rebeldes del Ej¨¦rcito Libre de Siria (ELS). Esta ciudad est¨¢ siendo bombardeada desde ese d¨ªa por la aviaci¨®n de El Asad, lo que ha causado la muerte de varios civiles.
¡°No es que la gente tenga miedo (del Gobierno), pero no quieren que los aviones o las tropas de Asad vengan aqu¨ª¡±, comenta Talat Unis, miembro del Partido de la Uni¨®n Democr¨¢tica (PYD, en kurdo), la mayor agrupaci¨®n pol¨ªtica y la mejor organizada del Kurdist¨¢n sirio.
¡°Si el ELS viene aqu¨ª les diremos: ¡®?Qu¨¦ hac¨¦is aqu¨ª? No hay necesidad, quer¨ªamos echar a las tropas de El Asad y lo hemos hecho, no hay necesidad¡±, dice Unis.
Los rebeldes del ELS y los kurdos comparten el objetivo de acabar con el r¨¦gimen de El Asad pero entre ellos hay cierta tensi¨®n. Los partidos kurdos y las YPG temen que los rebeldes, predominantemente ¨¢rabes, no aseguren la autonom¨ªa kurda en un hipot¨¦tico futuro gobierno. Por su parte, los rebeldes han criticado la tibia actitud de los kurdos con respecto a las fuerzas del r¨¦gimen.
A finales de octubre, estas tensiones explotaron en enfrentamientos que dejaron alrededor de 30 muertos en ¨¢reas predominantemente kurdas de la ciudad de Alepo, donde los rebeldes y las tropas de El Asad llevan varios meses enzarzados en fieros combates.
Una guerra que se alarga
Mientras tanto, en Derik la gente se hab¨ªa ido congregando en la llamada plaza del presidente, en la que se alza una estatua de Hazef el Asad, padre de Bashar y expresidente sirio antes que su hijo.
De nuevo el cami¨®n emit¨ªa canciones en kurdo a todo volumen y decenas de personas bailaban cogidas de la mano en grandes c¨ªrculos. Varios cientos, incluyendo docenas de ellas en balcones y tejados alrededor de la plaza, animaban a un grupo de j¨®venes que se hab¨ªan subido a la estatua de Hazef el Asad y hab¨ªan atado una cuerda a ella. El otro extremo estaba atado a una m¨¢quina excavadora, que empez¨® a tirar pero la cuerda no aguant¨® y se rompi¨®. Entonces, los j¨®venes empezaron a golpear con grandes martillos y a romper la estatua y el pedestal con para hacerlos m¨¢s fr¨¢giles. La m¨¢quina excavadora prob¨® varias veces m¨¢s pero en todos los casos la cuerda se acab¨® rompiendo y finalmente la gente abandon¨® la plaza y dijo que seguir¨¢n intent¨¢ndolo ma?ana.
La imagen ilustra la actual situaci¨®n de la guerra en Siria. Los diferentes grupos opuestos al r¨¦gimen ganaron algo de terreno y, en particular, los partidos kurdos y las YPG se est¨¢n afianzando en el norte del pa¨ªs. Pero al mismo tiempo parecen no ser capaces de hacer caer al r¨¦gimen, que resiste y que intenta usar las diferencias entre los rebeldes y otros grupos de la oposici¨®n para romper la resistencia.
Mientras tanto, la guerra ya dura casi 20 meses y se ha cobrado m¨¢s de 30.000 vidas, la mayor¨ªa de civiles.
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