Acelerar sin descarrilar
La ca¨ªda de un dictador no implica la desaparici¨®n de su Estado profundo, como en Egipto
Los sucesos de El Cairo con el intento de los islamistas en el poder, obtenido tras unas elecciones libres, de acelerar la aprobaci¨®n de una Constituci¨®n, y la decisi¨®n de la oposici¨®n laica, liberal y cristiana, m¨¢s los antiguos partidarios de Mubarak, de impedir, en nombre de la democracia, el refer¨¦ndum del 15 de diciembre utilizando a los tribunales trufados por el r¨¦gimen autocr¨¢tico anterior, arrojan sombras sobre la inconclusa revoluci¨®n de la plaza de Tahrir. Pero parece prematuro confirmar las alarmas de que la primavera ¨¢rabe mutar¨¢ en un invierno isl¨¢mico de imprevisibles consecuencias en la regi¨®n m¨¢s inestable del mundo. No confortan, sin embargo, las noticias de T¨²nez donde comenz¨® todo, un pa¨ªs razonablemente laico, que hablan de la creciente intimidaci¨®n salafista sobre las mujeres y los intelectuales. Regresa el debate sobre la verdadera naturaleza de los reg¨ªmenes isl¨¢micos del norte de ?frica, con partidos y movimientos sociales gestionando una democracia autoritaria y desbordando el muro entre religi¨®n y Estado.
A la sombra de los carros de combate, en El Cairo ya se grita ¡°irhal!¡± (?fuera!), pidiendo la salida del presidente Morsi y el derrocamiento del r¨¦gimen todav¨ªa nonato. El jefe del Estado, que no es un revolucionario, pretende impedir el bloqueo pol¨ªtico que una oposici¨®n sin cabeza ¨²nica quiere imponer a la democracia a tientas que trata de abrirse paso en el gigante ¨¢rabe devolviendo el proceso a la casilla cero. La econom¨ªa egipcia cercana a la quiebra, enchufada artificialmente a pr¨¦stamos del Fondo Monetario Internacional, EE UU y la Uni¨®n Europea, agostada su principal fuente de divisas, el turismo, por lo incierto de la situaci¨®n, no puede responder a la petici¨®n un¨¢nime de los revolucionarios de hace dos inviernos: pan, trabajo y dignidad. El pa¨ªs necesita estabilidad y est¨¢ partido en dos bloques, polarizado al l¨ªmite.
Cuesta mucho sacudirse una dictadura de m¨¢s de medio siglo, de Nasser a Mubarak, nacida del golpe de los J¨®venes Oficiales en los a?os cincuenta del siglo pasado, tras la salida de los colonizadores brit¨¢nicos. Los militares y la religi¨®n son malas comadronas de la democracia. A Washington le cost¨® un siglo acabar con la esclavitud y dar paso al voto de las mujeres. ?Cu¨¢nto le cost¨® a la democracia espa?ola que los militares volvieran a los cuarteles y aceptaran la supremac¨ªa del poder civil, y la normalizaci¨®n de un poder judicial contaminado por 40 a?os de franquismo? La ca¨ªda de un dictador no significa la desaparici¨®n autom¨¢tica de su Estado profundo: los restos de un poder militar, policial, de los servicios de inteligencia, de la Judicatura. Egipto es un buen ejemplo. Morsi se ha excedido con el decreto del 22 de noviembre que le otorga poderes extraordinarios frente a leyes y tribunales, con la excusa de proteger la revoluci¨®n. Pero no se puede olvidar que la crisis fue iniciada por el propio Tribunal Constitucional cuando disolvi¨® el Parlamento, nacido de elecciones libres, porque consideraba desproporcionada la mayor¨ªa islamista resultante de los comicios.
?Cu¨¢nto ha tardado la Turqu¨ªa islamista del Partido de la Justicia y el Desarrollo en dome?ar al poder militar garante constitucional del Estado laico que impuso otro militar, Mustaf¨¢ Kemal Atat¨¹rk? Como en Turqu¨ªa, dos ¨¦lites luchan por el poder en Egipto, la antigua laica, que representaba a una minor¨ªa del pa¨ªs y que ocup¨® el poder durante decenios, y la actual islamista de los Hermanos Musulmanes, menos educada, religiosa y muy conservadora; chocan frontalmente, ?cu¨¢l prevalecer¨¢?
La Hermandad y los salafistas, con una mayor¨ªa electoral del 51%, han redactado la Constituci¨®n que creen tienen el derecho de hacer. Los representantes de la oposici¨®n, 15 de 100 miembros, abandonaron la Asamblea Constituyente y el proyecto ha sido aprobado por 85 constituyentes, de ellos ning¨²n cristiano y solo cuatro mujeres, todas islamistas. El texto, aunque ambiguo, desequilibrado y defectuoso, seg¨²n Human Rights Watch, no es un catecismo islamista. La ley isl¨¢mica es la principal fuente de legislaci¨®n, no la ¨²nica como pretend¨ªa el primer borrador, lo mismo que establece la Constituci¨®n de 1971; reserva a un militar el Ministerio de Defensa, manteniendo al poderoso Ej¨¦rcito fuera del control civil; la libertad de prensa no recibe suficiente protecci¨®n; la suprema autoridad sun¨ª, la universidad Al Azhar, dictaminar¨¢ si las leyes se adec¨²an al islam. Sin refer¨¦ndum no habr¨¢ Constituci¨®n y sin esta el presidente no estar¨¢ sujeto a la ley y gobernar¨¢ por decreto, ni ser¨¢ posible la separaci¨®n de poderes. Morsi ha dicho a la revista Time que ¡°estamos aprendiendo a ser libres¡± y que ¡°un nuevo nacimiento no es f¨¢cil, sobre todo si es el de una naci¨®n¡±. Es dudoso que el fin, desatascar el proceso democr¨¢tico, justifique los medios, un presidente que se declara temporal y excepcionalmente por encima de la ley.
fgbasterra@gmail.com
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