Hollande asume ante los argelinos la brutalidad de la colonizaci¨®n francesa
El presidente franc¨¦s reconoce el "sufrimiento" que Par¨ªs infligi¨® al pueblo argelino
El presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, ha reconocido hoy, en el segundo y ¨²ltimo d¨ªa de su primera visita oficial a Argelia, el "sufrimiento" que infligi¨® al pueblo argelino la colonizaci¨®n francesa. "Durante 132 a?os", subray¨® Hollande hablando ante las dos C¨¢maras del pa¨ªs magreb¨ª, "Argelia fue sometida a un sistema profundamente injusto y brutal". Los parlamentarios argelinos recibieron con aplausos las palabras del jefe del Estado franc¨¦s, quien evit¨® pedir excusas -¡°es mejor decir la verdad que disculparse¡±-, pero reconoci¨® que Francia renunci¨® a ¡°sus valores universales¡± durante la represi¨®n colonial.
Cincuenta a?os despu¨¦s del final de la guerra de la independencia argelina, Hollande utiliz¨® el tono solemne de las grandes ocasiones y afirm¨®: ¡°Reconozco los sufrimientos que la colonizaci¨®n infligi¨® al pueblo argelino". Enseguida, cit¨® "las masacres de S¨¦tif, Guelma y Kherrata", tres episodios que "permanecen anclados en la conciencia de los argelinos pero tambi¨¦n de los franceses". "El 8 de mayo de 1945", afirm¨® el presidente recordando la matanza en S¨¦tif, "el mismo d¨ªa en el que el mundo triunfaba sobre la barbarie (en Europa), Francia olvidaba sus valores universales".
Interrumpido varias veces por los aplausos de los diputados, el jefe del Estado franc¨¦s glos¨® tambi¨¦n la necesidad de recordar las condiciones en las que se llev¨® a cabo la descolonizaci¨®n, en el marco de una "guerra que durante mucho tiempo no se ha querido nombrar en Francia". Hollande asegur¨® que es un ¡°deber¡± respetar la memoria de la "violencia, injusticias, masacres y torturas" cometidas durante la colonizaci¨®n.
"La verdad no duele, repara. Y la Historia, incluso cuando es tr¨¢gica y dolorosa, debe ser contada"
Sin pedir perd¨®n por esos cr¨ªmenes para no herir la sensibilidad de los viejos combatientes franceses, muchos de los cuales son hoy militantes o simpatizantes de la extrema derecha, Hollande subray¨® que los historiadores deben tener acceso a los archivos para que todo el mundo "pueda conocer la verdad". ¡°La paz de la memoria a la que aspiro reside en el conocimiento y la divulgaci¨®n de la Historia", dijo. "La verdad no duele, repara. Y la Historia, incluso cuando es tr¨¢gica y dolorosa, debe ser contada¡±, insisti¨®.
Hollande no suele presumir de ello, pero es un apasionado lector de libros de Historia y siempre se ha interesado por la colonizaci¨®n y la descolonizaci¨®n de Argelia. Cuando era estudiante en la Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA), hizo un periodo de pruebas en Argel. Era 1978. Y el a?o pasado, nada m¨¢s vencer las primarias del Partido Socialista y convertirse en candidato oficial a las presidenciales, visit¨® Argelia y particip¨® en la conmemoraci¨®n de la masacre de manifestantes argelinos ocurrida en Par¨ªs en 1961, otro oscuro cap¨ªtulo que envenena la relaci¨®n bilateral. En octubre de 2012, Hollande se convirti¨® en el primer presidente franc¨¦s en condenar la violenta represi¨®n de aquella protesta pac¨ªfica saldada con decenas de muertos, que Par¨ªs siempre trat¨® de ocultar.
El gran objetivo del viaje a Argel del inquilino del El¨ªseo es cerrar viejas heridas nunca resta?adas entre los dos pa¨ªses de Albert Camus. Una de ellas es el acuerdo de 1968, aun vigente, que regula entre otras cosas los flujos migratorios y la entrega de visados. Hollande no ha querido revisar el viejo acuerdo pero el jueves se comprometi¨® ante el Parlamento a mejorar su ejecuci¨®n, a "acoger mejor" a los demandantes de visados y a evitarles ¡°obst¨¢culos o humillaciones¡±.
La nueva consigna de Par¨ªs sobre Argelia es que es preciso cambiar el m¨¦todo de trabajo y avanzar ¡°asunto por asunto¡±. Otro sin resolver es el de las v¨ªctimas de las pruebas nucleares francesas, que todav¨ªa esperan a ser indemnizadas. Hollande afirm¨® el mi¨¦rcoles que la ley que regula esos pagos ¡°debe ser aplicada¡±.
La visita sirve tambi¨¦n para cerrar negocios valorados en unos 10.000 millones de euros. Francia mantiene un saldo comercial positivo con Argelia: es su primer proveedor ¨Cle vende productos por valor de 5.000 millones de euros anuales- y su cuarto cliente, con un desembolso anual de 4.600 millones, sobre todo en hidrocarburos. El acuerdo m¨¢s destacado es el de la apertura de una f¨¢brica de Renault en Argelia. La inversi¨®n de 1.000 millones de euro seguir¨¢ la regla que rige desde el final de la guerra para evitar la supremac¨ªa gala: Argel tendr¨¢ un m¨ªnimo del 51% en la sociedad.
El viaje de Hollande ha tenido adem¨¢s un fuerte componente simb¨®lico. El presidente recorri¨® el mi¨¦rcoles las calles de Argel en un coche descapotado junto al presidente Abdelaziz Bouteflika. Pero no result¨® f¨¢cil saber si el entusiasmo de las masas movilizadas por el poder era o no el reflejo de que se ha abierto una nueva etapa.
En Par¨ªs, Mohamed Zerouki y H¨¦l¨¨ne Erlingsen-Creste, hijos de sendos combatientes fallecidos durante los ocho a?os que dur¨® la guerra de Argelia, aprobaron al discurso del presidente. En la emisora France Info, los autores del libro Nos p¨¨res ennemis : Morts pour la France et l'Alg¨¦rie (1958-1959), Zerouki -hijo de un militante del Frente de Liberaci¨®n Nacional- y Erlingsen-Creste, hija de un soldado franc¨¦s, dijeron que ver a Hollande pasear por las calles de Argel ¡°fue una imagen fant¨¢stica¡±, y aplaudieron el reconocimiento oficial de la brutalidad colonialista.
¡°Le digo al presidente ¡®bravo, muy bien¡¯. Acabamos de pasar una p¨¢gina. Ahora debemos escribir una nueva en la Historia entre los dos pa¨ªses¡±, afirm¨® Zerouki. H¨¦l¨¨ne Erlingsen-Creste se?al¨® que ¡°ya era hora de que el Estado franc¨¦s reconociera sus errores¡±, y critic¨® la ¡°pol¨ªtica postcolonialista¡± que Par¨ªs ha mantenido hacia Argelia en los ¨²ltimos a?os.
Su libro, dijeron, trata de enviar un mensaje de reconciliaci¨®n y de paz ¡°muy simple¡±. ¡°Hubo sufrimiento por los dos lados y es el momento de darse la mano y de transformar aquel desastre en una paz verdadera¡±.
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