Berl¨ªn 18027200000
El destino de la UE est¨¢ en manos de la mujer a la que no molesta el nombre de canciller de Hierro
Este mal a?o europeo que se acaba no ha sido, como muchos pronosticaban, el del final del euro, y con ¨¦l el de Europa. Seguimos arrastrando los pies a paso de cangrejo, el viejo m¨¦todo Monnet, arquitecto de la Uni¨®n Europea, que preconizaba el avance paso a paso mediante medidas de integraci¨®n econ¨®mica que el tiempo, sabio, cristalizar¨ªa en una uni¨®n pol¨ªtica m¨¢s estrecha. ¡°Las crisis son el gran unificador¡±, defend¨ªa Monnet, y la actual, tan profunda, podr¨ªa acabar si¨¦ndolo. Enterrar un proyecto tan complejo y ambicioso que agrupa a medio bill¨®n de personas es, como dijo Mark Twain de su supuesto fallecimiento, ¡°una noticia a¨²n prematura¡±. El 2012 s¨ª nos ha permitido constatar el dominio, sin contrapeso, de Alemania en Europa. Nunca un canciller alem¨¢n en la historia, ni siquiera el Adenauer fundador de la Rep¨²blica Federal, ni Kohl, el reunificador de las dos Alemanias, tuvo tanto poder e influencia sobre Europa como el que ejerce Angela Merkel. Para la revista Forbes, Merkel es el segundo personaje m¨¢s poderoso del mundo tras Obama. Detestada, temida o respetada, seg¨²n sea vista desde Atenas, Lisboa, Madrid, Roma, Par¨ªs, o Viena, no cabe duda de que esta antigua doctora en F¨ªsica, hija de un pastor protestante, que se educ¨® en la Alemania comunista, es la persona del a?o para millones de europeos.
No era f¨¢cil verlo despu¨¦s de la ¨²ltima guerra mundial, pero el escritor Thomas Mann, el autor de La Monta?a M¨¢gica, tuvo la anticipaci¨®n en 1953 de advertir a los alemanes que nunca m¨¢s persiguieran una Europa alemana sino que se contentaran con lograr una Alemania europea. Merkel piensa que no le har¨¢ da?o a Europa ser un poco alemana. El destino de la UE se dirige desde Berl¨ªn y lo tiene en sus manos la mujer a la que no molesta el calificativo de canciller de Hierro. Es t¨®pica la idea de que Europa no tiene un tel¨¦fono ¨²nico al que se pueda llamar. Ya lo tiene, y no es el de Barroso ni el de Van Rompuy, es el de Merkel: Berl¨ªn 01802720000. El tel¨¦fono de la Canciller¨ªa de hormig¨®n y vidrio, asomada al r¨ªo Spree, junto al Reichstag. Ap¨²ntenlo. El coraz¨®n de Europa es alem¨¢n; Europa habla el idioma de Goethe y Beethoven; los j¨®venes espa?oles con sus t¨ªtulos de ingenieros, m¨¦dicos, arquitectos, no con la maleta de cart¨®n como medio siglo atr¨¢s sus abuelos, emigran a Alemania en busca de trabajo. Angela Merkel, la ni?a que no se atrev¨ªa a saltar del trampol¨ªn en las clases de nataci¨®n en la RDA, tambi¨¦n duda ahora, sin atreverse a liderar con decisi¨®n la Europa unida; finalmente devino en la ni?a de Rajoy, que el presidente espa?ol ha hallado ahora en su papel de estricta maestra en la escuela de los ni?os perif¨¦ricos echados a perder por sus dispendios, con su programa ¨²nico de disciplina fiscal y reformas estructurales, sin hacer prisioneros.
La canciller ve a Europa en t¨¦rminos contables, de euros y c¨¦ntimos, y le preocupa su p¨¦rdida de relevancia mundial debido a la falta de competitividad. Admira la disciplina y eficiencia econ¨®mica con que China ha surgido como potencia mundial. La revista Der Spiegel explica que Merkel ha optado por una pol¨ªtica de ¡°imperialismo pedag¨®gico¡± basado en tres datos que repite incansable: Europa representa ¨²nicamente el 7% de la poblaci¨®n mundial, el 25% de la producci¨®n de la econom¨ªa global, y el 50% de los gastos sociales de todo el mundo. Si continuamos en esta l¨ªnea, concluye, corremos el peligro de convertirnos en un parque tem¨¢tico Disney para los turistas chinos. Su visi¨®n de Europa no es emocional, no es una gran visi¨®n; como el pensador liberal Karl Popper, opina que ¡°la gente que tienes visiones debe ir al m¨¦dico¡±. Contempla a la UE desapasionadamente, con la frialdad de su formaci¨®n cient¨ªfica.
Su m¨¦todo es el paso a paso, desconf¨ªa de las panaceas. Con esta f¨®rmula, a veces exasperante, est¨¢ haciendo tragar a los alemanes, que todav¨ªa no han digerido el coste de la reunificaci¨®n, la necesidad de continuar apuntalando la moneda ¨²nica; el apoyo a Europa de Alemania se cifra en 400.000 millones de euros. Todo ello sin perder apoyo electoral para llegar al pr¨®ximo septiembre y repetir por tercera vez como canciller. El soci¨®logo Ulrich Beck utiliza el apodo Merkiavelli para explicar, en su ensayo Una Europa Alemana, editado por Paid¨®s, c¨®mo Merkel controla Europa. ¡°Su posici¨®n respecto a las ayudas financieras a los pa¨ªses endeudados no es ni un claro s¨ª, ni un claro no, sino un jein, s¨ª pero no; se basa precisamente en la falta de iniciativa, en titubear con c¨¢lculo. En la mezcla de indiferencia, rechazo y compromiso hacia Europa reside la posici¨®n de poder alcanzada por Alemania en la Europa asolada por la crisis¡±.
El destino de la UE est¨¢ en manos de la mujer a la que no molesta el nombre de canciller de Hierro
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