A?o 2012 en Am¨¦rica Latina
El crecimiento pol¨ªtico del continente es notable y hoy tiene m¨¢s peso internacional que nunca
Los peri¨®dicos suelen estar abarrotados de acontecimientos singulares, que con la hip¨¦rbole natural de quien cree que lo que hace cuenta, se califican de lo-que-sea del a?o, de la d¨¦cada, o a¨²n del siglo. Pero 2012 no queda mal clasificado en ese cuadro de honor o de horror, en lo que respecta a Am¨¦rica Latina.
El crecimiento pol¨ªtico del continente iberoamericano viene siendo notable ya desde hace alg¨²n tiempo. Hoy pesa m¨¢s internacionalmente que en cualquier momento de su historia desde las independencias, a comienzos del siglo XIX, para ac¨¢; existe incluso como embri¨®n de bloque, en cuyo interior se establecen agrupamientos y jerarqu¨ªas, como en la Westfalia de 1648, lo que no es incompatible con que est¨¦ fuertemente dividido, porque menudean tanto iniciativas como potencias que aspiran a sacar partido de las mismas.
El a?o que acaba es aquel en que el chavismo, una de las dos grandes apuestas de poder pol¨ªtico latinoamericanas, se juega el ser o no ser. Con el presidente Ch¨¢vez al frente si, como porf¨ªan sus fervorosos partidarios, logra vencer el c¨¢ncer que le aqueja, o entreg¨¢ndose a un sucesor, por el momento el vicepresidente Nicol¨¢s Maduro, que habr¨ªa de crecer mucho para compararse en atractivo popular al inventor del populismo llamado socialismo del siglo XXI. Weber ya es un lugar com¨²n cuando habla del poder carism¨¢tico, un ungimiento que no se transmite por ¨®smosis de l¨ªder a delf¨ªn, pero que, como se?ala el analista colombiano Le¨®n Valencia, s¨ª consiente la transmisi¨®n de chequera y de todos los recursos del Estado. Quien suceda a Ch¨¢vez dispondr¨¢ de todo el chavismo para mantenerse, al menos inicialmente, como gobernante.
El a?o que acaba es aquel en que el chavismo se juega el ser o no ser
La segunda -o primera- alternativa de poder la encarna la presidenta brasile?a Dilma Rousseff, que es, aun con toda la corruptela heredada, algo m¨¢s que la designada de Lula; una socialdemocracia, la suya, lo bastante difusa y educada como para que se sienta c¨®modo en su espacio casi todo el mundo, desde el PRI del presidente mexicano, Enrique Pe?a Nieto, hasta el poder chileno que se renovar¨¢ en 2013 con la expectativa de victoria de una segunda -o primera- Dilma, como es la expresidenta Michelle Bachelet, pasando por instancias intermedias como el exindigenista Ollanta Humala en Per¨².
Paralelamente, en 2012, el presidente colombiano Juan Manuel Santos se sent¨® a jugar la partida a la que parecen estar obligados todos los recientes mandatarios del pa¨ªs: el proceso de paz con las FARC, que no deber¨ªa demorarse m¨¢s all¨¢ de noviembre de 2013. Una Colombia que dejara atr¨¢s la onerosa hipoteca de la narco-subversi¨®n se convertir¨ªa en un actor a parte entera en ese equilibrio de fuerzas latinoamericano, y si el lugar de Bogot¨¢ ha de estar necesariamente m¨¢s cerca de Brasilia que de Caracas, la ambici¨®n del presidente, centro-derecha modernizadora, aspirar¨ªa a hacer de su pa¨ªs el mediador universal americano.
El movimiento que augura, con todo, mayores consecuencias es el regreso de M¨¦xico a Am¨¦rica Latina. Tras el ensimismamiento de los dos ¨²ltimos sexenios en el combate contra la droga, al que ha contribuido mucho menos de lo esperado Estados Unidos, la gran naci¨®n mexicana quiere figurar de manera prominente en ese plan westfaliano. Y uno de los instrumentos con los que cuenta para ello es la Alianza del Pac¨ªfico, signada en junio pasado en el desierto de Atacama, que une a M¨¦xico, Colombia, Per¨² y Chile, todos ellos pa¨ªses firmantes de Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, m¨¢s Costa Rica y Panam¨¢ de observadores. La Alianza exhibe una vocaci¨®n congregadora que, dentro del formato democr¨¢tico convencional, podr¨ªa ser alternativa dentro de la alternativa brasile?a . M¨¦xico ser¨ªa as¨ª el im¨¢n castellanohablante de una organizaci¨®n que propugna la integraci¨®n econ¨®mica tanto como su inevitable rival, Mercosur, se blinda de proteccionismo entre Argentina y Brasil, e igualmente querr¨ªa demostrar mayor eficacia en la integraci¨®n pol¨ªtica que Unasur, otra creaci¨®n del gigante de Brasilia, que transita sin definici¨®n conocida.
?Y qu¨¦ decir de Argentina? La presidenta Cristina Fern¨¢ndez, aspirante a fundadora del cristinismo peronista, se embelesa de antiimperialismo a lo Ch¨¢vez, mientras que, como asegura Morales Sol¨¢ en La Naci¨®n, ambicionar¨ªa reconstruir la relaci¨®n con el presidente Barack Obama. Para ello tendr¨ªa que prescindir, sin embargo, de hacer gracias, como cuando ante un auditorio en Harvard dijo que en Estados Unidos no pod¨ªa haber golpes de Estado porque no hab¨ªa Embajada americana. 2012 ha sido, por todo ello, un laboratorio de futuro. Pero la composici¨®n del precipitado resultante no se conoce todav¨ªa.
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