?A la III va la ¡®Repubblica¡¯?
Italia ha buscado desde la II Guerra el camino de la gobernabilidad
Italia ha buscado incesantemente su rep¨²blica desde el fin de la II Guerra. Tras la victoria en el refer¨¦ndum que acab¨® con la monarqu¨ªa en 1946, la I Rep¨²blica hizo el gran trabajo de la reconstrucci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica del pa¨ªs. Su obra fue notable, pero a costa de crear un sistema basado en una corrupci¨®n igualitarista, que regulaba religiosamente el destino y la cuant¨ªa de comisiones a personas y partidos. Era la tangentopoli que concluy¨® devor¨¢ndose a s¨ª misma en los a?os 90. La opini¨®n, hastiada, quer¨ªa una pol¨ªtica sin pol¨ªticos profesionales, y esa fue la oportunidad de un corsario de las finanzas, que se present¨® como el debelador de aquellos modos aciagos.
As¨ª nac¨ªa en fecha indeterminada la II Rep¨²blica con dos grandes protagonistas: Silvio Berlusconi, que m¨¢s que militantes atra¨ªa tifosi, fan¨¢ticos de una antipol¨ªtica muy parecida al f¨²tbol; y la desaparici¨®n de la URSS, que aceleraba la implosi¨®n del sistema de partidos. De un lado, el Polo del magnate de la televisi¨®n reemplazaba a la Democracia Cristiana (DC) hist¨®rica con graves adjuntos populistas como la Lega Nord, y de otro, la transformaci¨®n, abracadabra, del no menos hist¨®rico PCI en un partido que hoy se llama simplemente Democr¨¢tico, con pretensiones de congregar desde el centro hasta la izquierda extrema.
Y en medio de la presente crisis econ¨®mica, Italia redescubre los m¨¦ritos de una pol¨ªtica sin pol¨ªticos, pero que, en vez de nutrirse de la trapacer¨ªa extravagante del berlusconismo y sus falanges, vira hacia la tecnocracia. El Gobierno, sin pasar por las urnas, del afamado hombre de n¨²meros Mario Monti, agotado de su propio ¨¦xito, da paso a una nueva cita electoral, el pr¨®ximo 24 de febrero, en la que se habla del posible alumbramiento de la III Rep¨²blica.
Todo empez¨® cuando, como escribe Mar¨ªa Teresa Meli en el Corriere, Monti ¡°decidi¨® que el traje de t¨¦cnico le ven¨ªa peque?o¡±, y, embaucado en su seriedad mon¨¢stica por el poder, quiso heredarse a s¨ª mismo consintiendo que sus partidarios concurrieran a las urnas. Dimisionario, al negarle Berlusconi con su Polo de la Libertad (PDL) apoyo parlamentario, Monti arma o encabeza una coalici¨®n, llamada peque?a porque se resume en las ¨¦lites centristas, que contiene suficientes elementos de la antigua DC para que la apoye el Vaticano. Al mismo tiempo, el PD de Pier Luigi Bersani, empe?ado asimismo en combatir el tiempo antiguo, conclu¨ªa el domingo pasado unas primarias dentro de su partido para que gran parte de los candidatos ¡ªpero no los cabezas de lista, que ser¨¢n siempre designados¡ª fueran elegidos popularmente. Con ello, el l¨ªder excomunista dec¨ªa devolver al pueblo la capacidad de elegir a sus representantes.
Son tres las agrupaciones principales que se enfrentar¨¢n en febrero: el PDL que, a¨²n con un presidente que necesita el poder para bloquear varios procesos judiciales, acredita algo m¨¢s de un 20% de sufragios; el centrismo arrejuntado de Monti, hasta un 23%; y el PD que ronda, siempre seg¨²n las encuestas, un 36%. Y, si acaso, una cuarta fuerza como la de Beppe Grillo, un c¨®mico de la lengua que se opone a todo y a todos. Bersani representa la oferta hiperdemocr¨¢tica, puesto que sus candidatos habr¨¢n sido elegidos dos veces, primarias y legislativas; Berlusconi, el poder hipn¨®tico del populismo televisivo, que hay quien llama carism¨¢tico; Monti, el poder aristocr¨¢tico, como escribe Michele Ainis (Corriere), del Rey-Fil¨®sofo platoniano; y Grillo, el poder de la Red, puesto que toda su campa?a se hace exclusivamente on-line.
En estas decisivas elecciones muchos de los votos en litigio son multiuso. Monti y Berlusconi, centro y derecha, se disputan un electorado en parte com¨²n; Bersani ha de blindarse contra Monti por su derecha, as¨ª como reba?ar voluntades por su izquierda; y Grillo, molestar a todos sin necesidad de anunciar programa. Finalmente, il professore y el l¨ªder de esa izquierda envuelta para regalo que hoy son adversarios, ma?ana podr¨ªan convertirse en aliados para formar Gobierno. Es la diferencia entre la peque?a coalici¨®n de centristas e izquierdistas por separado, o la gran coalici¨®n de un acuerdo pre o poselectoral entre ambos para gobernar. Se supone que Monti y Bersani encarnar¨ªan esa III Rep¨²blica, mientras que Berlusconi y aliados rebotar¨ªan en m¨¢s de lo mismo. El antiguo corresponsal de la RAI en Espa?a Annibale Vasile expone crudamente el dilema: ¡°Italia o emprende el camino de la gobernabilidad basada en un planteamiento liberal-democr¨¢tico o el de la m¨¢s absoluta y desoladora ingobernabilidad¡±.
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