Italia ensaya una nueva ?democracia?
Mario Monti desaf¨ªa a los partidos que le apoyaron y puede convertirse por segunda vez en primer ministro sin haberse sometido jam¨¢s al examen de las urnas
Hace un a?o y dos meses, en un momento de gran dificultad para Italia, los poderes fuertes del pa¨ªs deciden poner al frente del Gobierno a un primer ministro t¨¦cnico y pr¨¢cticamente obligan a todos los partidos pol¨ªticos a sostenerlo en el poder bajo dos promesas: estar¨¢ por encima de los intereses partidarios y solo por un periodo limitado de tiempo ¡ªla primavera de 2013¡ª. Cuando el tiempo se agota, las promesas resultan vanas. El t¨¦cnico se convierte en pol¨ªtico y, aprovechando la imagen de hombre eficaz lograda en gran parte gracias al apoyo del centroizquierda y del centroderecha, se presenta solemnemente como el salvador de Italia y, al tiempo, empieza a atacar a quienes le han venido sosteniendo en el poder. Para completar la jugada perfecta ¡ªen realidad, estamos hablando de un pol¨ªtico muy h¨¢bil¡ª, decide apadrinar una lista de centro, eligiendo cuidadosamente a los candidatos, pero sin ponerse al frente para no perder su condici¨®n de senador vitalicio. El resultado es de veras novedoso: dentro de mes y medio, Mario Monti puede convertirse por segunda vez consecutiva en primer ministro de Italia sin haberse sometido jam¨¢s al examen de las urnas.
Berlusconi, la mentira medi¨¢tica
Despu¨¦s de dos d¨¦cadas de esc¨¢ndalos, sexo y mentiras, Italia sigue descubriendo a Silvio Berlusconi. Hace un mes, el anterior primer ministro parec¨ªa desahuciado de la pol¨ªtica, con el norte perdido ¡ªun d¨ªa dec¨ªa que tiraba la toalla para siempre y al d¨ªa siguiente que regresaba por sus fueros¡ª, due?o de un partido hundido en el pozo negro de la corrupci¨®n, abocado a una condena inminente por inducci¨®n a la prostituci¨®n de menores. Ahora, Berlusconi se pasea triunfante por los plat¨®s, logrando que m¨¢s de nueve millones de espectadores se sienten durante tres horas frente al televisor para ver su duelo mortal con el periodista Michele Santoro, su m¨¢s feroz enemigo medi¨¢tico desde hace 11 a?os.
Fue Berlusconi quien, en abril de 2002, acus¨® a Santoro y a otro dos periodistas de la RAI de practicar un uso ¡°criminal¡± de la televisi¨®n y orden¨® su despido. Ahora, al frente del programa Servicio P¨²blico de La 7, el popular periodista arremete una semana tras otra contra Berlusconi, ayudado de forma muy eficaz por Marco Travaglio, subdirector de Il Fatto Quotidiano y una de las plumas m¨¢s incisivas del periodismo italiano. Hace unos d¨ªas, Santoro invit¨® a todos los candidatos a participar en su programa. La sorpresa fue que el primero en aceptar el reto fue Silvio Berlusconi. La velada del jueves se promet¨ªa pues sangrienta. Muchos espectadores se sentaron frente al televisor con la esperanza de ver desfilar el cad¨¢ver medi¨¢tico de Il Cavaliere. A sus 76 a?os y con tantas verg¨¹enzas que esconder, ?cu¨¢nto tardar¨ªa en levantarse y abandonar el estudio?
Pero no fue eso lo que pas¨®, sino m¨¢s bien lo contrario. Berlusconi acudi¨® a La 7 pertrechado de su mejor arma, la mentira. La utiliz¨® siempre que le hizo falta, bien aderezada de populismo ¡ªel magnate es un experto en prometer lo que todo el mundo sabe que despu¨¦s no cumplir¨¢¡ª y de arranques teatrales de indignaci¨®n o buen humor. Casi al final del programa, Berlusconi logr¨® que fuera Santoro quien perdiera los papeles, el cazador cazado, y que propios y extra?os reconocieran que el viejo tah¨²r de la pol¨ªtica italiana es un hueso muy duro de roer. Si fue capaz de sacar de quicio a dos periodistas con tantas tablas y tan bien documentados como Michele Santoro y Marco Travaglio, ?qu¨¦ puede pasar cuando se enfrente a Pier Luigi Bersani o a Mario Monti?
Italia, a la vista est¨¢, se dispone a ensayar ¡ªy tal vez a exportar¡ª un nuevo modelo de democracia. La cuesti¨®n es determinar cu¨¢n democr¨¢tico es. Ser¨¢ muy interesante observar hasta qu¨¦ punto los partidos tradicionales, con su carga pesada de principios que cumplir, facciones que contentar, favores que devolver y un largo curr¨ªculum de errores, pueden contrarrestar la versatilidad de un candidato inmaculado y con el respaldo de los que verdaderamente mandan en un pa¨ªs. El problema es que se trata de unas maniobras con fuego real, con unas elecciones generales a la vuelta de la esquina ¡ªel 24 y 25 de febrero¡ª y con varias preguntas a¨²n por contestar. ?En qu¨¦ momento se produjo la metamorfosis del profesor? ?Cu¨¢ndo decidi¨® Monti ¡ªen contra de sus propias promesas¡ª que su empe?o t¨¦cnico solo era el zagu¨¢n de un proyecto de m¨¢s largo aliento? ?Tal decisi¨®n obedece solo a una ambici¨®n personal o, como se barruntan sectores de la izquierda, a un plan minuciosamente trazado por los poderes fuertes ¡ªlos visibles y los invisibles¡ª que sostienen su candidatura?
El principal damnificado por la irrupci¨®n de Monti en la pol¨ªtica es Pier Luigi Bersani, el candidato del centroizquierda, a quien todos los sondeos apuntan todav¨ªa como posible vencedor. Es, adem¨¢s, el ¨²nico candidato que se ha tomado en serio el discurso de renovaci¨®n de la pol¨ªtica que predicaba Monti. Durante los ¨²ltimos meses, el Partido Democr¨¢tico (PD) se ha sometido voluntariamente a un concienzudo proceso de primarias, no solo para elegir a su candidato a primer ministro, sino tambi¨¦n la composici¨®n de sus listas. Bersani logr¨® la victoria sobre Matteo Renzi, el joven y carism¨¢tico alcalde de Florencia, quien hace unos d¨ªas, al observar la metamorfosis de Monti, no ha tenido empacho en calificarlo: ¡°El profesor se ha convertido en un demagogo¡±.
Monti ha abrazado su nueva profesi¨®n de pol¨ªtico con verdadera fuerza. Su duelo medi¨¢tico con Silvio Berlusconi a cuenta de los impuestos sobre la vivienda ha resultado una sorpresa para quienes confiaban en que el profesor se mantuviese sobre los ra¨ªles del rigor. Lo explicaba el periodista Francesco Merlo en las p¨¢ginas de La Repubblica: ¡°Berlusconi le ha transmitido la demagogia electoral junto a la obsesi¨®n cat¨®dica, al narcisismo. En dos semanas, en Italia ya son dos los contagiados por la enfermedad de la televisi¨®n¡±. Aunque no es lo mismo, continuaba Merlo, que Berlusconi diga que entiende a ¡°quien evade los impuestos¡± ¡ªal fin y al cabo el anterior primer ministro est¨¢ condenado por evasi¨®n¡ª que Mario Monti se descuelgue con la promesa electoral de bajar las tasas despu¨¦s de un a?o practicando lo contrario: ¡°Los vicios de Silvio Berlusconi se est¨¢n convirtiendo en los placeres de Mario Monti. Los dos se persiguen como Tom y Jerry y nadie entiende qui¨¦n es Berlusconi y qui¨¦n Monti, qui¨¦n el gato Tom y qui¨¦n el rat¨®n Jerry¡¡±.
La excusa de Mario Monti, o de sus mentores, para aterrizar en la pol¨ªtica fue la necesidad de devolver a Italia el prestigio internacional que la desastrosa e inmoral gesti¨®n de Silvio Berlusconi fue destruyendo. Ahora, la excusa para quedarse es la misma.
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