Cambio de rasante
Hechos y palabras f¨¢cilmente emprenden caminos divergentes. Puede sucederle de nuevo a Obama en su segunda presidencia, como ya le pas¨® en la primera, sobre todo con sus promesas m¨¢s c¨¦lebres, que le valieron el Premio Nobel de la Paz, entre las que se encontraba el cierre de Guant¨¢namo.En la etapa que inaugur¨® solemnemente este pasado lunes, las palabras se?alan a un Obama especialmente concentrado en la pol¨ªtica interior: la superpotencia dedicada a reparar el mundo y a construir naciones se dedicar¨¢ ahora a construirse a s¨ª misma, despu¨¦s de declarar que ¡°est¨¢ terminando una d¨¦cada de guerra¡± y que ¡°empieza una ¨¦poca de prosperidad¡±. Atr¨¢s quedar¨¢n dos guerras, la de Irak y la de Afganist¨¢n, y delante, una vez superado el cambio de rasante, el regreso al crecimiento y la expectativa del boom industrial que presagia la explotaci¨®n del gas de esquisto, la nueva panacea que debe liberar a los americanos de las hipotecas del petr¨®leo ¨¢rabe.
La guerra de Mal¨ª y la toma de rehenes de Argel en primer lugar. Mal puede terminar una d¨¦cada de guerra cuando Al Qaeda extiende sus redes y sus actividades africanas hasta el Atl¨¢ntico sin que nadie, salvo Estados Unidos, tenga la capacidad para frenar el Afganist¨¢n que crece al lado de Europa mientras no se ha apagado todav¨ªa el que demanda la atenci¨®n de la OTAN en Asia. Tambi¨¦n desde Israel llegan se?ales de que Washington deber¨¢ arremangarse de nuevo en el ahora liquidado proceso de paz: Netanyahu se prepara para gobernar con fuerzas centristas, m¨¢s proclives a la negociaci¨®n y al Estado palestino. El primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, record¨® a todos, Obama incluido, que Europa seguir¨¢ siendo un dolor de cabeza, incluso cuando salga de la crisis, porque estar¨¢n los euroesc¨¦pticos dispuestos a modelarla a su gusto o a echarla por la borda. Solo faltaba la amenaza oportunista de Corea del Norte para recordarle a Obama que no hay desentendimiento posible, ni en su grado m¨ªnimo.
Dirigir desde atr¨¢s es una contradicci¨®n en sus t¨¦rminos.
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