¡°No soy un rebelde, solo tengo sed¡±
Adama Drabo, de 16 a?os, est¨¢ detenido acusado de ser un ni?o soldado con los yihadistas
Mamane Soufountera solo ten¨ªa 15 a?os. El pasado d¨ªa 11 perdi¨® las dos piernas durante el bombardeo de la aviaci¨®n francesa sobre Konna, en el centro de Mal¨ª. Al d¨ªa siguiente muri¨® a causa de las heridas. Ese mismo d¨ªa, los hermanos Ousmane, Khadiya y Fatoumata, de entre 12 y 8 a?os, se ahogaron en el r¨ªo cuando intentaban cruzar al otro lado huyendo de los proyectiles. Cuatro mujeres que se refugiaban de aquel infierno en el interior de una casa tambi¨¦n fallecieron tras una enorme explosi¨®n.
Konna fue el primer pueblo bombardeado en esta guerra, cuya toma por parte de milicias yihadistas desencaden¨® la intervenci¨®n francesa. Y en sus calles y en su gente a¨²n se puede apreciar el desolador paisaje tras aquella batalla.
Fueron apenas 20 horas. Los yihadistas llegaron el jueves d¨ªa 10 por la tarde a bordo de varios todoterreno y gritando ¡°Al¨¢ es grande¡± tras haber mantenido un primer enfrentamiento con los soldados malienses. Pidieron a la poblaci¨®n que permaneciera en sus casas y se dirigieron al puerto fluvial, donde estaban acantonados varios cientos de militares malienses. Sin embargo, muchos se hab¨ªan quitado ya el uniforme y se hab¨ªan camuflado entre la poblaci¨®n. Aquellos que intentaron resistir fallecieron en el combate, al menos medio centenar.
La aviaci¨®n francesa empez¨® a bombardear al d¨ªa siguiente por la ma?ana. Y continu¨® durante todo el fin de semana. Al menos nueve civiles fallecieron. Hoy Konna es un pueblo de casas y coches quemados, impactos de proyectiles, casquillos de balas, tumbas an¨®nimas y fosas comunes a las afueras donde fueron enterrados una veintena de soldados malienses por la propia poblaci¨®n.
Los salafistas se llevaron a sus propios muertos antes de huir hacia el norte. Pero no a todos. En una construcci¨®n de barro situada al lado de una peque?a mezquita hay un cad¨¢ver medio calcinado. Seg¨²n los vecinos, se trata del cuerpo de un yihadista que, herido de gravedad, se refugi¨® all¨ª ante la entrada de las tropas francesas. Cuando lo encontraron llevaba varios d¨ªas muerto y le prendieron fuego.
A medida que las fuerzas francomalienses avanzan (ya est¨¢n en Gao y se encaminan a Tombuct¨²), las detenciones de yihadistas y sospechosos de hacer colaborado con ellos se multiplican. Ya se han encontrado las primeras pruebas de que algunos de estos sospechosos han sido ejecutados de manera sumaria y luego enterrados de cualquier manera o arrojados a pozos.
Adama Drabo parece asustado. Sentado en el suelo de una oscura habitaci¨®n de la Gendarmer¨ªa de Sevar¨¦ (centro de Mal¨ª), habla en voz muy baja, apenas audible. Fue detenido en Douentza acusado de ser miembro del grupo terrorista Muyao. Sin embargo, solo tiene 16 a?os y asegura que nunca ha cogido un arma. De origen muy humilde, lleg¨® hasta esta ciudad en busca de trabajo para poder echar una mano a su familia y acab¨® empleado como cocinero de los yihadistas. Nunca le pagaron y ahora maldice su suerte. ¡°S¨®lo quiero volver a casa¡± dice.
Los gendarmes lo observan con cierto desd¨¦n. No est¨¢ atado ni esposado. Aseguran que es un ni?o soldado que fue reclutado para luchar junto a los yihadistas, pero Adama Drabo dice que ¨¦l solo se dedicaba a preparar espaguetis con tomate concentrado, sal y cebolla. No lleva carn¨¦ de identidad. Solo habla bambara y procede de un pueblo llamado N¡¯Denbougou. ¡°Desde all¨ª cogimos un autob¨²s hasta Sevar¨¦. Quer¨ªamos trabajar y ganar algo de dinero¡±, asegura.
En Mal¨ª, muchos j¨®venes, terminada la temporada agr¨ªcola, se van a las ciudades para buscarse la vida haciendo peque?os trabajos. Pero en lugar de quedarse en Sevar¨¦, ¨¦l y su amigo llegaron hasta Douentza, entrando en la zona controlada por los yihadistas.
¡°Cuando bajamos del autob¨²s se nos acercaron unas personas que nos dijeron que ten¨ªan trabajo para nosotros. Nos fuimos con ellos. Nos iban a pagar mucho dinero por trabajar de cocineros¡±, asegura. As¨ª fue como entr¨® en contacto con Muyao, uno de los grupos terroristas que controla el norte de Mal¨ª. ¡°No comprend¨ªa bien su lengua, no est¨¢bamos al corriente de lo que estaba pasando. Solo hab¨ªa una persona que hablaba bambara con quien pod¨ªamos entendernos¡±. Seg¨²n su versi¨®n, Adama Drabo no hab¨ªa o¨ªdo hablar de Muyao en su vida.
Sin embargo, un d¨ªa los jefes desaparecieron. ¡°Decidimos irnos de all¨ª. Entonces nos fuimos caminando hasta un pueblo cercano. Como no ten¨ªamos dinero nos acercamos a un viejo para pedirle un poco de agua y ¨¦l nos acus¨® de ser rebeldes. 'Yo no soy rebelde, solo tengo sed', le respond¨ª. Pero un motorista que pasaba por all¨ª nos se?al¨® diciendo que s¨ª, que llev¨¢bamos ropa de yihadistas. Intentamos huir y sac¨® un cuchillo. Mi amigo logr¨® escapar, pero a mi me agarraron y me llevaron a la comisar¨ªa¡±, relata.
Adama Drabo fue sometido a un intenso interrogatorio. ¡°Me amenazaron con matarme si no les dec¨ªa la verdad. Yo les he contado todo, ahora solo quiero volver a casa¡±. Pero no lo va a tener tan f¨¢cil. Pascal Diawara, sargento de la Gendarmer¨ªa que custodia al joven, asegura que ¡°no es el primer caso. Los radicales reclutan ni?os soldados, les ofrecen mucho dinero, hasta 300.000 francos CFA por mes (unos 500 euros) y les lavan el cerebro para que combatan junto a ellos¡±. ?l, entre tanto revuelo, se va sintiendo un poco mejor. ¡°Ya me dicen que no me van a matar¡±, concluye.
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