Mal¨ª y sus vecinos
El pa¨ªs africano podr¨ªa hallar en su entorno regional el apoyo que Afganist¨¢n nunca tuvo
La Operaci¨®n Guepardo francesa en Mal¨ª ha popularizado la visi¨®n de ese pa¨ªs como un potencial Afganist¨¢n en el S¨¢hara, a una inc¨®moda media distancia del territorio europeo. Si Mal¨ª es Afganist¨¢n, tienta pensar en Argelia como el Pakist¨¢n de la zona, el vecino susceptible, influyente, expuesto y poco de fiar; y a los vecinos del ?frica Occidental compararles con las rep¨²blicas post-sovi¨¦ticas de Asia Central, vulnerables, ¨¦tnicamente vinculadas con Afganist¨¢n e incapaces de jugar papel alguno en la resoluci¨®n de su conflicto. Las comparaciones son atractivas desde el punto de vista period¨ªstico, pero pueden ser enga?osas: con las debidas cautelas, el entorno regional del Sahel podr¨ªa ser m¨¢s favorable a una estabilizaci¨®n de Mal¨ª de lo que lo es el Asia Central para Afganist¨¢n.
Mucho invita a asimilar a Mal¨ª con Afganist¨¢n: con baj¨ªsimo desarrollo humano, sin acceso al mar, con fronteras porosas, en el centro de tensiones regionales, los dos son Estados fr¨¢giles que no logran imponer su control en todo el territorio. En los rincones m¨¢s remotos de sus geograf¨ªas, cruzadas por redes internacionales de tr¨¢fico de personas, narc¨®ticos y armas, insurgencias radicales par¨¢sitas se reagrupan y traman su acci¨®n internacional. Las diferencias, sin embargo, no son menos notables, desde la misma geograf¨ªa f¨ªsica (no es lo mismo el vasto desierto abierto que las monta?as afganas), hasta el legado colonial, la historia reciente, la composici¨®n de la poblaci¨®n o incluso la relaci¨®n tradicional de la poblaci¨®n con las interpretaciones m¨¢s radicales del islam.
Si las madrasas de Pakist¨¢n son y fueron foco de radicalizaci¨®n que aliment¨® el movimiento talib¨¢n en Afganist¨¢n, no se puede entender la irrupci¨®n del islamismo radical en Mal¨ª sin tener en cuenta la brutal guerra civil argelina y sus derivaciones. Argelia y Pakist¨¢n act¨²an de potencias regionales, vinculadas por poblaciones transfronterizas con sus fr¨¢giles vecinos (los tuareg en un caso, los pastunes en el otro), Estados con un enorme peso de un estamento militar que controla buena parte de los resortes del poder (y la econom¨ªa) y con servicios secretos que constituyen un mundo aparte (el DRS argelino y el ISI paquistan¨ª), con opacos v¨ªnculos con los mismos radicales a los que dicen combatir. Ambos pa¨ªses comparten actitud, entre recelosa y paternalista, hacia sus vecinos en conflicto; miedo a que el archienemigo (Marruecos para Argel, India para Islamabad) aproveche el caos al otro extremo de sus fronteras; desconfianza extrema a la intervenci¨®n occidental, a la que no pueden sustituir como freno a los radicales y, sobre todo, certeza de su propia vulnerabilidad a esos mismos radicales en el ¨¢mbito dom¨¦stico. Pero avanzar demasiado en la comparaci¨®n con Pakist¨¢n supondr¨ªa olvidar el papel mediador de Argelia en el cese de los conflictos con los tuareg en Mal¨ª en 1995 y 2009, su recelo al rol agitador de la Libia de Gadafi o su relativa independencia internacional y militar, apoyada en los hidrocarburos.
En cuanto a otros vecinos, no se puede equiparar la irrelevancia en el conflicto afgano de vecinos como Uzbekist¨¢n, Turkmenist¨¢n y Tayikist¨¢n, ¨²nicamente preocupados por evitar el contagio en sus respectivos pa¨ªses, con el papel proactivo de la Comunidad Econ¨®mica de Estados del ?frica Occidental (CEDEAO), quien primero jug¨® un destacado rol en la gesti¨®n de la crisis ocasionada por el golpe de Estado de marzo de 2012 en Mal¨ª, y ahora se suma al esfuerzo militar internacional con el env¨ªo de tropas de Ben¨ªn, Burkina Faso, Chad, Costa de Marfil, N¨ªger, Senegal y Togo. La petici¨®n de ayuda del Gobierno maliense y la gesti¨®n regional de una CEDEAO que ya cuenta con experiencia en lidiar con crisis suponen un punto de partida s¨®lido, reforzado por la resoluci¨®n 2071 (2012) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Precisamente la dimensi¨®n regional puede ser clave para la soluci¨®n del conflicto, m¨¢s all¨¢ de la actual fase militar. Si Francia logra aplacar las suspicacias en Argelia, bregada en la lucha contra los mismos grupos radicales, bien conectada con los tuareg y siempre recelosa de las motivaciones francesas en ?frica, e integrarla en una soluci¨®n regional, y si al consenso de la CEDEAO se logra sumar a los Estados del Magreb ¨¢rabe, el contexto regional puede contribuir a una progresiva estabilizaci¨®n. Bajo el radar internacional, ?frica Occidental se ha ido dotando de mecanismos de gesti¨®n de crisis inexistentes en otras latitudes y probados en los escenarios m¨¢s complicados. Parad¨®jicamente, a pesar de todas las fragilidades, Mal¨ª podr¨ªa acabar encontrando en su entorno africano el apoyo de los vecinos para recobrar la senda de la estabilidad que Afganist¨¢n nunca tuvo.
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