¡°Los esc¨¢ndalos no tienen que ver con la renuncia¡±
Georg Ratzinger dice que su hermano no influir¨¢ para elegir a un sucesor
Hasta a Georg Ratzinger se le escapaba por un momento el precedente hist¨®rico, ¡°Celestino IV o V¡ ?cu¨¢l era?¡±, para la renuncia de su hermano a la silla de Pedro. Era el V, Pietro da Morrone, un eremita del siglo XIII venerado como santo pero tambi¨¦n condenado por Dante al infierno de los pusil¨¢nimes como ¡°el que por cobard¨ªa hizo aquella gran renuncia¡±. De negro y con alzacuellos en el sal¨®n de la planta baja de su casa en Baviera, el casi nonagenario Ratzinger esboza un gesto paciente: ¡°Es bueno que haya discrepancias¡±. Habl¨® con su hermano la v¨ªspera, unas horas despu¨¦s de que anunciara en lat¨ªn su renuncia. La charla con Roma le confirm¨® que Benedicto XVI ¡°ha meditado sobre todos los argumentos, a favor y en contra, antes de renunciar¡±. Georg, el hermano mayor, lo sab¨ªa desde hace meses y est¨¢ convencido de que lo decidi¨® ¡°siempre pensando en la tarea y en su mejor cumplimiento, para el que a veces es mejor retirarse¡±. La tarea, dice d¨¢ndole la vuelta al argumento de los que critican la renuncia papal como una rendici¨®n, ¡°tiene prioridad sobre la persona¡±.
¡°La tarea¡± es encarnar el entramado diplom¨¢tico, pol¨ªtico, religioso y econ¨®mico del Vaticano. Un poder absoluto que, siguiendo las reflexiones de Georg, impondr¨¢ su prioridad y ser¨¢ capaz de abandonarlo a uno.
El hermano mayor del Papa es un sacerdote dedicado a la m¨²sica, pero no es ajeno al mando ni tampoco a sus s¨ªmbolos. Un director de orquesta o de coro, como lo fue durante d¨¦cadas, siempre tiene poder absoluto. Va en el cargo y puede ejercerse con suavidad, como cuando se desped¨ªa de un grupo de reporteros de televisi¨®n antes de atender a EL PA?S este martes por la tarde: ¡°Por favor, por favor, adelante, por favor sigamos¡ esto ya lo he explicado antes¡±. Fuera de su bonita casa en el casco hist¨®rico de Ratisbona, una placa bajo el chafl¨¢n que adorna el mirador con visillos conmemora la visita del ¡°Santo Padre Benedicto XVI a su hermano Georg Ratzinger¡± en 2006. Nunca, dice el visitado, ¡°habr¨ªa imaginado verlo en esa tarea¡±. Ahora est¨¢ seguro de que su retirada ser¨¢ definitiva y de que ¡°no ejercer¨¢ ning¨²n tipo de influencia indeseada¡± en la elecci¨®n de su sucesor.
En cuanto a Georg, ?prefiere el trato de padre o el intrincado herr domkapellmeister (maestro de capilla catedralicio) que usa su ama de llaves, frau Heindl? ¡°Prelado¡±, dice con la sonrisa algo traviesa que Benedicto XVI luc¨ªa en el balc¨®n de San Pedro cuando lo proclamaron Papa en 2005. Tambi¨¦n sonr¨ªe cuando elogia el vino espa?ol, que compara con las voces de la Escolan¨ªa de Montserrat. Se permite alguna familiaridad as¨ª cuando no tiene que ver con el Papa, a quien no se refiere en ning¨²n momento como ¡°mi hermano¡±. Su nombramiento, recuerda, le hizo sentir que lo hab¨ªa ¡°perdido para siempre¡±. Esta es otra raz¨®n por la que celebra la renuncia de Benedicto XVI: ¡°espero que podamos pasar m¨¢s tiempo juntos, hablando de teolog¨ªa, de liturgia o de recuerdos y vivencias comunes¡±.
Joseph Ratzinger, rememora, ¡°siempre fue muy reflexivo y ha dado prioridad al raciocinio, con pensamientos muy realistas¡±. Desde muy peque?o, el actual papa ¡°afronta los problemas buscando categor¨ªas racionales para las cuestiones que se plantean¡±. Su arrojo f¨ªsico es otra cosa, porque si bien ¡°defendi¨® invariablemente sus posiciones y sus convicciones, no puede decirse exactamente que fuera combativo¡±.
As¨ª lo recuerda tambi¨¦n Hans K¨¹ng, el c¨¦lebre te¨®logo cat¨®lico que entreg¨® a Ratzinger una c¨¢tedra en la Universidad de Tubinga. K¨¹ng, enemistado con ambos hermanos desde hace d¨¦cadas, ha contado que Ratzinger evitaba cualquier enfrentamiento con los estudiantes contestatarios de los a?os sesenta. Despu¨¦s de que le prometiera que lidiar¨ªa con los des¨®rdenes, K¨¹ng dice haber recibido una inesperada carta de renuncia del te¨®logo, que se traslad¨® a la Universidad de Ratisbona.
Georg Ratzinger ironizaba el martes sobre el particular: ¡°El caso K¨¹ng es en verdad interesante¡ lo que pas¨® entonces no tiene nada que ver¡± con estas disputas teol¨®gicas. Cuenta el sacerdote que K¨¹ng se molest¨® porque ¡°ten¨ªa un semestre libre al que tuvo que renunciar¡± por la partida de Ratzinger.
En cualquier caso, Tubinga ¡°fue una vivencia muy dura¡± para Joseph Ratzinger, ¡°porque en aquella ¨¦poca, la juventud alemana se contagi¨® de una confusi¨®n may¨²scula, una fiebre que se extendi¨® por el pa¨ªs¡±. El catedr¨¢tico explic¨® a su hermano que ¡°le impresion¨® mucho, porque ten¨ªa car¨¢cter destructivo¡±. Se ha escrito esta experiencia con los levantiscos estudiantes de Tubinga empujaron a la derecha tradicionalista a un te¨®logo que se hab¨ªa contado entre los progresistas del Concilio Vaticano II. Pero Georg Ratzinger ataja: ¡°Eso es un malentendido¡±.
En cuanto al legado del Papa, dice no tener ¡°duda de que esta es una decisi¨®n que pasar¨¢ a la Historia¡±, pero tampoco ¡°ser¨¢ su ¨²nico legado¡±. Mientras sigue nevando en Ratisbona, Georg Ratzinger carga contra los enemigos de su hermano, que para ¨¦l no son otros que ¡°los de la Iglesia y los de la verdadera fe¡±. ?Y dentro de la Iglesia? ¡°En el mundo hay pecado y tambi¨¦n lo hay en la Iglesia¡±. Combatirlo ¡°defendiendo la fe es una tarea exigente para cualquiera, pero le aseguro que no fue determinante para la decisi¨®n; esto lo s¨¦¡±. Los repetidos esc¨¢ndalos que han partido del Vaticano ¡°no han tenido nada que ver¡±.
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