La renuncia
El abandono de Benedicto XVI es tambi¨¦n un mensaje para la sociedad pol¨ªtica y para el resto de las instituciones, y suscita una reflexi¨®n sobre los l¨ªmites del poder y la dificultad de retirarse a tiempo
Pocas horas despu¨¦s de la extraordinaria noticia, cuando ya hab¨ªa ca¨ªdo la noche sobre la plaza de San Pedro, un rayo impact¨® la c¨²pula del Vaticano. Es la mejor imagen para comprender la dimensi¨®n hist¨®rica del gesto de un hombre fr¨¢gil, de 85 a?os, un profesor de teolog¨ªa alem¨¢n que renunciaba a su enorme poder, temporal y espiritual, de monarca absoluto de la Iglesia cat¨®lica. El pararrayos recogi¨® la electricidad del fogonazo dirigido contra la Curia, la administraci¨®n de la sociedad imperfecta que es la iglesia de Roma. El decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, uno de los pr¨ªncipes de la iglesia que m¨¢s da?o le ha hecho a Benedicto XVI en una labor de zapa para proteger a los obispos y sacerdotes implicados en casos de pederastia, fue franco al afirmar nada m¨¢s conocer el Non habemus papam que la Iglesia hab¨ªa recibido el impacto de un rayo inesperado, que la ha dejado temblando. El Papa no tiene divisiones, como comprob¨® Stalin, pero con un comunicado le¨ªdo en lat¨ªn dejaba al trono de San Pedro en Sede vacante. El te¨®logo supuestamente antimoderno conecta con su pueblo en su ¨²ltima decisi¨®n, ofreciendo un supremo testimonio de racionalidad alemana, dando una leve esperanza a quienes creen en Dios pero no en la Iglesia.
Se habla mucho de lo necesario que es construir un relato, desarrollar una narrativa entendible, para dirigir las grandes instituciones: Europa no la tiene, Espa?a y su Gobierno, tampoco; Obama s¨ª y se la ha contado a los estadounidenses en el discurso del Estado de la Uni¨®n: reducir la desigualdad entre pobres y ricos. Benedicto XVI ha impuesto su narraci¨®n poniendo fin voluntariamente, en un acto de libertad y conciencia, a su imperfecto reinado en el que no concluy¨® casi nada de lo que pretendi¨®. Pero su gesto de humanidad y lucidez, su Am¨¦n y bajada de la cruz, le redime y desmitifica la instituci¨®n. Nadie es insustituible, ni siquiera un Papa. Con su acto final, con su impensable rebeld¨ªa frente a la deriva de la Iglesia, instituci¨®n plagada de pecadores como ¨¦l mismo nos viene contando, reinventa el papado y descubre la crisis de un sistema de gobierno. No puedo cambiar la Curia, entonces el que me voy soy yo, intentado un borr¨®n y cuenta nueva. No ha sido capaz de deshacerse de su secretario de Estado, el primer ministro vaticano, cardenal Tarsicio Bertone, que ha hecho todo lo posible para poner palos en las ruedas de la instituci¨®n, ni tampoco del cardenal Sodano; el destino ha querido que sean los encargados de organizar el c¨®nclave, uno como camarlengo y el otro como el purpurado m¨¢s antiguo. Benedicto ha respetado la colegialidad del gobierno eclesial y no ha querido, o no ha podido, actuar como el ¨²ltimo monarca absoluto de los cat¨®licos. ¡°Es revolucionario, est¨¢ arrumbando lo m¨ªstico a favor de lo utilitario, ser papa es un trabajo y el Papa debe estar en condiciones de realizarlo¡±, afirma Eamon Duffy, profesor de Historia de la Cristiandad en Cambridge. La renuncia es la ¨²nica verdadera reforma de su papado, un paso revolucionario para la Iglesia cat¨®lica. Un gesto, un paso atr¨¢s, o adelante, que profetiz¨® Nanni Moretti en la pel¨ªcula Habemus Papam, una cinta que pas¨® m¨¢s bien desapercibida y que ahora cobra todo su sentido. El Papa, representado por Michel Piccoli, entra en p¨¢nico y, en su primera alocuci¨®n a los creyentes en la plaza de San Pedro reci¨¦n concluido el c¨®nclave, anuncia que abandona.
Las ondas desencadenadas por la pedrada del obispo de Roma constituyen tambi¨¦n un mensaje para la sociedad pol¨ªtica y para el resto de las instituciones. Suscitan una reflexi¨®n sobre los l¨ªmites del poder y la dificultad de retirarse a tiempo. ?Cu¨¢les son las fronteras en un mundo en el que la medicina y la gen¨¦tica alargan el horizonte de nuestras vidas? C¨®mo es posible que un hombre tan deficiente como Strauss-Khan llegara a presidir el Fondo Monetario Internacional, o que el cardenal Luciani fuera designado Papa. El c¨®nclave, euroc¨¦ntrico, no representa a una Iglesia que vive sobre todo de su crecimiento en Asia, Latinoam¨¦rica y ?frica. Las grandes instituciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial o el FMI, reflejan una divisi¨®n del mundo que ya no existe. Los partidos pol¨ªticos han dejado de representar a los electores. Esta distancia entre las c¨²pulas y la calle tambi¨¦n afecta a los grandes bancos y corporaciones econ¨®micas. Nuestras monarqu¨ªas ya no son absolutas pero su mecanismo de sustituci¨®n es medieval, con la excepci¨®n de Holanda. La reina Isabel de Inglaterra parece decidida a superar el largu¨ªsimo reinado de la reina Victoria mientras su heredero supera ya los 60 a?os. Tambi¨¦n en Espa?a, con la instituci¨®n de la jefatura del Estado averiada, nos da miedo el cambio.
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