El proceso de paz colombiano, a contrarreloj
El calendario electoral y el creciente escepticismo de los colombianos ponen presi¨®n a las negociaciones del Gobierno y las FARC en La Habana
Un aire de optimismo se respira en las conversaciones de paz que el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC mantienen desde hace ya casi cuatro meses en La Habana. Portavoces de ambas partes han hablado en las ¨²ltimas semanas de avances sustantivos, principalmente en el problema agrario, epicentro del conflicto armado que sufre este pa¨ªs desde hace d¨¦cadas. Sin embargo, el optimismo de los negociadores contrasta con el escepticismo de una opini¨®n p¨²blica que, seg¨²n las encuestas, no ve cerca el final del t¨²nel y no asimila que se hable de paz sin que exista un cese el fuego.
El representante del Gobierno en las conversaciones, el ex vicepresidente Humberto de la Calle dijo recientemente que ya se han llegado a acuerdos sobre el primer punto de la agenda, el tema agrario, y las FARC han precisado que en ning¨²n intento de paz anterior se hab¨ªa avanzado tanto como ahora. En concreto, los avances tienen que ver con el acceso y uso de la tierra, con las tierras improductivas, con la formalizaci¨®n de la propiedad, la frontera agr¨ªcola y la protecci¨®n de zonas de reserva. No hay m¨¢s detalles debido al hermetismo de las partes.
Sin embargo, el optimismo de Cuba est¨¢ lejos de sentirse en Colombia. La ¨²ltima encuesta realizada por Gallup el pasado febrero revela que el escepticismo crece entre los colombianos. Preguntados si cre¨ªan que se iba a llegar a un acuerdo de paz con las FARC, el 65% respondi¨® que no, y el 67% afirm¨® que el manejo de la situaci¨®n por el presidente Juan Manuel Santos est¨¢ empeorando. A favor del des¨¢nimo de la opini¨®n p¨²blica juega el contraste entre el silencio del Gobierno sobre lo que sucede en La Habana y el despliegue medi¨¢tico de la guerrilla. Adem¨¢s, los colombianos no acaban de asimilar que se negocie en medio de la guerra y se resienten cada vez que la guerrilla ataca, como ocurri¨® en enero cuando secuestr¨® a dos polic¨ªas y un soldado.
Tampoco ayuda el hecho de que Santos un d¨ªa habla de que la paz est¨¢ cerca y el siguiente amenaza con levantarse de la mesa si no hay avances. Para el parlamentario liberal, Guillermo Rivera, que forma parte de la Comisi¨®n de Paz del Congreso y que ha estado abanderando leyes a favor de v¨ªctimas de la violencia, esta actitud del presidente da?a al proceso. ¡°Las encuestas le han convencido de que esa ambig¨¹edad es una estrategia equivocada. El Gobierno tiene que jugarse sus restos por el proceso de paz y eso implica no solo que salga el acuerdo, sino que la opini¨®n crea en el proceso¡±.
Santos se dirige a los que apoyan los di¨¢logos de paz pero tambi¨¦n a los que se oponen, encabezados por el ex presidente ?lvaro Uribe, quien afirma que la seguridad en el pa¨ªs se ha deteriorado. Por esa raz¨®n, si no es Santos, es su ministro de Defensa, Juan Carlos Pinz¨®n, el que recuerda con insistencia que no habr¨¢ un alto al fuego.
El analista Juan Carlos Palou de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz, un centro de pensamiento independiente creado por empresarios, opina que ¡°persiste una actitud un tanto vergonzante de Santos frente al proceso de paz, debido al p¨¢nico que le genera la oposici¨®n uribista. Esa actitud implica que se pierden oportunidades para mostrar las ventajas de un resultado exitoso de la negociaci¨®n¡±.
El camino para poner punto final a la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina es largo. Tras el problema agrario habr¨¢ que avanzar en otros puntos como la participaci¨®n pol¨ªtica, el fin del conflicto, el narcotr¨¢fico y las v¨ªctimas. Pero el tiempo corre en contra. Santos ha insistido en que hay que ponerle m¨¢s ritmo a las negociaciones y su hermano Enrique, que jug¨® un papel clave en la etapa exploratoria de este proceso, ha llegado a afirmar en un foro en Washington que el futuro de los di¨¢logos depende de la reelecci¨®n presidencial porque es incierto que otro presidente los apoye.
En marzo de 2014 se elegir¨¢ nuevo Congreso y en mayo, nuevo presidente. Hace una semana una comisi¨®n de cinco congresistas, entre los que estaba el presidente del Senado, Roy Barreras, viaj¨® a La Habana autorizada por Santos para recordarle a las FARC que para que el Congreso actual ratifique los posibles acuerdos a trav¨¦s de una reforma estatutaria, deben tener en cuenta ese calendario.
¡°Gobierno y FARC tienen entre marzo y julio para firmar el acuerdo de paz. O la paz se hace ahora o no se har¨¢ por las inevitables circunstancias de tiempo¡±, dijo Barreras. Seg¨²n estos c¨¢lculos, la reforma estatutaria tiene que ser presentada al Congreso a m¨¢s tardar en agosto, si es que las FARC quieren participar en pol¨ªtica el pr¨®ximo a?o.
Si esto no ocurre, los cr¨ªticos de las negociaciones, que est¨¢n abogando por una lista al Congreso encabezada por Uribe, podr¨ªan tener su oportunidad en el futuro Parlamento e impedir la ratificaci¨®n de un posible acuerdo de paz. ?Tendr¨¢n en cuenta las FARC los tiempos electorales? Tradicionalmente la guerrilla ha rechazado las presiones coyunturales. Sin embargo, Iv¨¢n M¨¢rquez, el jefe negociador de las FARC, asegur¨® el mi¨¦rcoles que har¨¢n ¡°todo lo posible¡± por concluir las negociaciones este a?o.
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