La leyenda del papa Francisco
En Buenos Aires flota por todas partes un aire de triunfo casi mundialista
Las leyendas no suelen tener muchos matices. Se cocinan en base a h¨¦roes monol¨ªticos o villanos minuciosos, y no admiten otros ingredientes. El mi¨¦rcoles, a las nueve de la noche, un taxista que recorr¨ªa la avenida Las Heras, en el barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires, daba cuenta de una leyenda reci¨¦n salida del horno: ¡°Se fue a Roma en clase turista y cruz¨® la plaza del Vaticano caminando, con un malet¨ªn y sin custodia¡±. Ya desde la tarde, apenas despu¨¦s de conocido el nombre del nuevo Papa, las radios, los diarios y los canales de televisi¨®n rastreaban a amigos de la infancia, vecinos, sobrinos y primeras novias y, entrevista tras entrevista, la leyenda, simple, pr¨®diga, se afianzaba: que el hombre llamado Jorge Bergoglio, que hab¨ªa partido desde la Argentina con rumbo a Roma para participar del c¨®nclave para la elecci¨®n del nuevo papa, hab¨ªa dicho ¡°recen para que vuelva¡±; que antes de viajar alguien le hab¨ªa comprado zapatos decentes porque los que ten¨ªa estaban en los huesos; que a¨²n siendo arzobispo de Buenos Aires no viajaba en auto con chofer sino en subterr¨¢neo; que entraba caminando en barrios peligrosos; que no usaba reproductor de cd y escuchaba, por ejemplo, a Edith Piaff en casette. Desde el mi¨¦rcoles, en la Argentina se habla del nuevo Papa como si se tratara de un logro nacional. Se ensalza su figura de hombre humilde y austero, los diarios utilizan con generosidad ¡ªm¨¢s bien in¨¦dita¡ª el t¨¦rmino ¡°latinoamericano¡± aplicado a lo argentino, y circulan los chistes previsibles: que esta es la confirmaci¨®n de que Dios es argentino y que ahora, con Messi y el Papa, qui¨¦n nos para. Se menciona el fuerte apoyo de Bergoglio a los llamados ¡°curas villeros¡±, que trabajan en barrios muy pobres; se recuerda que, para Semana Santa, lavaba los pies de reclusos y adictos en rehabilitaci¨®n, y, claro, se repasa su enfrentamiento con el Gobierno, que comenz¨® durante la presidencia de N¨¦stor Kirchner y continu¨® durante el mandato de la presidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. En 2010, el a?o del Bicentenario, Bergoglio dijo, durante el Te Deum tradicional del 25 de mayo, al que la presidenta nunca asisti¨®, que ¡°la Patria es un don, la Naci¨®n una tarea que merece un clima social y espiritual distinto al que estamos viviendo que nos permitan superar el estado de permanente confrontaci¨®n¡±.
Aunque no se lo tiene por un sacerdote ultraconservador (ente otras cosas, su cercan¨ªa con quienes trabajan en las villas y su oposici¨®n a sectores ultraderechistas de la iglesia fueron notorias), tampoco parece todo lo contrario, y una de las manifestaciones m¨¢s fuertes de su enfrentamiento con el Gobierno ocurri¨® cuando se opuso a la ley de matrimonio igualitario con frases como esta: ¡°No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha pol¨ªtica; es la pretensi¨®n destructiva al plan de Dios¡±. Pero las leyendas no tienen matices: no los necesitan. Y menos cuando esos matices son un poco inc¨®modos, como los que mencionan su actuaci¨®n durante la dictadura militar en el caso de dos sacerdotes jesuitas, Orlando Yorio y Francisco Jalics, que trabajaban en barriadas pobres y a quienes su orden les retir¨® la protecci¨®n. Los sacerdotes fueron secuestrados y torturados durante cinco meses del a?o 1976 pero, confrontado con el tema, Bergoglio dijo que, al contrario, hab¨ªa ayudado, durante aquellos a?os, a muchos de sus pares en problemas. La sola menci¨®n del asunto pone inc¨®modos a muchos ¡ªmuchos: pol¨ªticos, miembros de la iglesia, amigos¡ª, pero a Miriam, la encargada de un edificio del barrio de Villa Crespo, le interesa muy poco.
El mi¨¦rcoles en la tarde, cuando supo que Bergoglio hab¨ªa mutado en Francisco, empez¨® a llorar y a gritar ¡°?Ganamos!¡±, aunque ni siquiera es cat¨®lica practicante. Por todas partes flota un aire de triunfo casi mundialista, atravesado por un misticismo pudoroso: como si el pa¨ªs entero hubiera hecho un gol, pero con todo respeto y en la catedral. Y el aire de triunfo llega lejos: Nicol¨¢s Maduro, presidente encargado de Venezuela, sugiri¨® que Ch¨¢vez hab¨ªa influido sobre Cristo para que hubiera un Papa sudamericano, probablemente olvidando que Bergoglio est¨¢ enfrentado con uno de los gobiernos m¨¢s cercanos al de su pa¨ªs y que, por tanto, quiz¨¢s tambi¨¦n hubiera sido un dolor de cabeza para Ch¨¢vez. Pero Francisco parece ser, sobre todo, antes que nada, el primer Papa latinoamericano de la historia. Un t¨ªtulo que tiene todo lo que se necesita para ser, desde el principio y hasta el fin, una leyenda monol¨ªtica.
Leila Guerriero es periodista argentina, autora de Frutos extra?os (Alfaguara)
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