¡°Qu¨¦ emoci¨®n, casi me desmayo¡±
Familiares del Papa festejan la elecci¨®n en su pueblo italiano de origen
"Ha sido una emoci¨®n inmensa, casi me desmayo¡±. El mi¨¦rcoles por la noche, Daniela Bergoglio, 60 a?os, anestesista, estaba frente a la televisi¨®n en su casa de Tur¨ªn. La pantalla estaba ocupada por el balc¨®n de San Pedro. Cat¨®lica practicante, no imaginaba que aquel lejano primo que naci¨® en Argentina y fue ordenado cardenal tendr¨ªa posibilidades para suceder a Benedicto XVI. ¡°Luego empec¨¦ a escuchar al protodi¨¢cono proclamar los nombres: Jorge Mario y finalmente mi propio apellido¡±. La felicidad se le nota en su sonrisa amplia y generosa, mientras sube por la colina donde nacieron sus tatarabuelos.
La colina que vigila el pueblo de Portacomaro, cerca de Asti, a unos 700 kil¨®metros al noroeste de San Pedro, se llama Bricco Bergoglio: la numerosa familia de origen del papa Francisco la puebla, distribuida en un pu?ado de casas que se multiplicaban conforme crec¨ªan los hijos y nietos. El pueblo es peque?o, aferrado a las colinas del Monferrato, y parece una miniatura: la fortaleza medieval, la farmacia, el bar situado en el centro, el Ayuntamiento, la iglesia, un restaurante y una bodega. Todo se encuentra rodeado por campos, vi?as y, al fondo, los Alpes nevados.
Los abuelos paternos del futuro Papa dejaron la colina en 1929. Con ellos estaba su hijo Mario Giuseppe Francesco, que ten¨ªa entonces 24 a?os. Siete a?os m¨¢s tarde ser¨ªa padre de Jorge Mario. Los tres se trasladaron a Argentina, a Paran¨¢, donde los t¨ªos regentaban una peque?a empresa que asfaltaba carreteras.
Roberta Bergoglio es otra prima que vive en el pueblo. ¡°No pensaba que Iorgue ¡ªpronuncian su nombre en italiano¡ª estaba entre los papables. Ahora adem¨¢s de un familiar querido con el cual intercambiamos mails de vez en cuando, va a ser nuestro Padre, nuestro gu¨ªa¡±, considera, recordando que el Pont¨ªfice se instalar¨¢ en la silla de Pedro justo en el d¨ªa de San Jos¨¦.
Todo el pueblo se reuni¨® ayer en la placita central para celebrar a su vecino m¨¢s celebre. Mil quinientas almas de ¡°jubilados y agricultores¡±, tal y como los define Mario Rasero, 70 a?os. ¡°Esta es una zona de ¨¦xodo, se han ido todos, hubo mucha pobreza¡±. Su amigo Domenico, 78 a?os, est¨¢ de acuerdo: ¡°Pas¨¦ mi vida en Tur¨ªn como obrero de Fiat, pero volv¨ª para disfrutar de la jubilaci¨®n. Los or¨ªgenes son sagrados y es el ¨²nico sitio donde podr¨ªa descansar¡±, dice esperando que el Papa vaya pronto. Mientras tanto, el p¨¢rroco Andrea Ferrero est¨¢ llenando un autob¨²s para bajar a Roma el domingo, cuando est¨¢ previsto que el papa rece el primer ?ngelus.
Un cartel dice: ¡°Francisco querido, Portacomaro est¨¢ contigo¡±. ¡°Me encanta este Papa tan sencillo. Se le ven sus ra¨ªces. Somos trabajadores, ahorradores y gente honesta. Nos acordamos bien lo que es la miseria y comer carne un d¨ªa al mes¡±, dice una se?ora anciana, endomingada, llamada Luisina Mellano Casada Rasero, de 83 a?os. Su abuelo tambi¨¦n se fue a Am¨¦rica cuando era joven. La banda empieza a tocar. Diez minutos m¨¢s tarde, descendiendo por calles sinuosas, Daniela Bergoglio aparca al lado de un gran ¨¢rbol de aspecto todav¨ªa invernal. Varias gallinas y un cachorro saltan alrededor. Huele a vacas.
De la casa rural sale un se?or anciano, robusto y con los dedos gruesos. Delmo Bergoglio es hijo de un hermano del padre del papa Francisco. Le cuesta reconstruir la genealog¨ªa, ¡°es complicada como ese ¨¢rbol de all¨ª¡±, dice. ¡°A m¨ª siempre me dijeron que me parezco mucho a Iorgue. ¡°?Crees que va a venir mucho periodista?¡±, le pregunta sobrecogido a Daniela. ¡°Es que, ?sabes? ¡ªse justifica¡ª, en esto s¨ª nos parecemos: soy muy t¨ªmido¡±.
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