Dirk Coetzee: el asesino ambiguo
Dirigi¨® los ¡®escuadrones de la muerte¡¯ de Sud¨¢frica
Un d¨ªa en febrero de 1991 un joven abogado negro sudafricano que representaba a Dirk Coetzee, un asesino blanco de la polic¨ªa secreta del apartheid, recibi¨® por correo un peque?o paquete en su despacho de Johanesburgo destinado para su cliente. El abogado, Bheki Mlangeni, abri¨® el paquete. Dentro hab¨ªa un Sony Walkman, aparato musical que en aquellos tiempos despertaba similares pasiones a un IPhone hoy. Sac¨® el Walkman, se puso los cascos, presion¨® el play. Y deton¨® una bomba escondida dentro del Walkman. Mlangeni, casado con una hija peque?a, muri¨® en el acto.
El escalofriante episodio retrata la violenta y contradictoria vida de Dirk Coetzee, que muri¨® este mes de causas naturales, a los 67 a?os, tras un largo c¨¢ncer. ?l tendr¨ªa que haber sido la v¨ªctima de la bomba Walkman; ¨¦l sobrevivi¨® varios intentos m¨¢s de asesinato; ¨¦l mismo hab¨ªa participado en las matanzas de al menos 13 activistas negros que hab¨ªan compartido las ideas pol¨ªticas del abogado que tuvo la fatal suerte de aceptarle como cliente.
Conoc¨ª a Coetzee. Fui uno de varios periodistas que lo entrevistaron. Y aqu¨ª est¨¢ el meollo de la cuesti¨®n. Durante los a?os ochenta, mientras Nelson Mandela segu¨ªa en la c¨¢rcel y el Estado sudafricano se reg¨ªa por el sistema de discriminaci¨®n racial conocido como el apartheid, Coetzee hab¨ªa formado parte de una unidad secreta de la polic¨ªa conocida como C1. Un escuadr¨®n de la muerte, b¨¢sicamente, que ten¨ªa como objetivos a militantes o simpatizantes activos del Congreso Nacional Africano (ANC, sus siglas en ingl¨¦s) de Mandela. Su l¨ªder fue un personaje siniestro llamado Eugene de Kock, que fue condenado a 212 a?os de prisi¨®n en 1996 por 89 asesinatos, uno de ellos el del abogado de Coetzee, aunque es bien sabido que, directa o indirectamente, el n¨²mero de sus v¨ªctimas fue mucho mayor. Coetzee fue el brazo derecho de De Kock, pero nunca fue a la c¨¢rcel. Recibi¨® una amnist¨ªa en 1997 de la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n.
Nunca fue a prisi¨®n. Fue amnistiado
El motivo por el cual se salv¨® Coetzee, y tambi¨¦n de por qu¨¦ De Kock y otros antiguos compa?eros intentaron matarle, es que a partir de 1989 empez¨® a hablar con nosotros los periodistas. Y a hablar y a hablar. Nos cont¨® todo sobre el funcionamiento de la unidad policial asesina en la que actu¨® durante los a?os ochenta, ascendiendo al rango de capit¨¢n. Era un hombre de aspecto apacible, nada intimidatorio. Podr¨ªa haber pasado por un simp¨¢tico cura de pueblo. Pero sus relatos eran de terror. Secuestros, torturas, gente acuchillada a muerte.
?Por qu¨¦ se delat¨® a s¨ª mismo y a sus compa?eros? ?l dec¨ªa que era una cuesti¨®n de conciencia, de arrepentimiento. M¨¢s probable que fue un c¨¢lculo pol¨ªtico. Detect¨®, con m¨¢s clarividencia que su jefe De Kock, los vientos de cambio pol¨ªticos que se avecinaban en su pa¨ªs. Mandela saldr¨ªa de la c¨¢rcel en 1990; el viejo sistema se derru¨ªa; los nuevos gobernantes exigir¨ªan cuentas. El c¨¢lculo de Coetzee fue acertado. Huy¨® a Londres un a?o antes de la liberaci¨®n de Mandela y cambi¨® de bando. Busc¨® la protecci¨®n de sus enemigos del ANC y ellos se la dieron. Volvi¨® a Sud¨¢frica en 1991. As¨ª fue que cay¨® en las manos de Bheki Mlangeni. El bufete de abogados donde trabajaba estaba estrechamente vinculado al ANC.
Coetzee nunca intent¨® negar su papel en la guerra sucia del apartheid. ?l mismo fue el que confes¨® que hab¨ªa sido c¨®mplice en la muerte de 13 personas. Un tribunal incluso le conden¨® por asesinato, pero nunca se ejecut¨® la sentencia porque logr¨® el amparo de la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n, presidida por el premio Nobel de la Paz el arzobispo Desmond Tutu, que 10 a?os antes hab¨ªa estado en la lista de los objetivos de la unida C1 de Coetzee y De Kock. Coetzee confes¨® y qued¨® libre; De Kock no lo hizo y hoy sigue en una c¨¢rcel en Pretoria de m¨¢xima seguridad.
Ambos vivieron para presenciar los cambios pol¨ªticos a los que con tanta violencia se hab¨ªan resistido. Mlangeni, que hab¨ªa luchado pac¨ªficamente a lo largo de su breve vida por el derecho de ejercer el voto y para poder ver a Mandela en el poder, no pudo. Fue la ¨²ltima v¨ªctima del tenebroso mundo que habit¨® Coetzee, pero la que m¨¢s sincera pena le provoc¨®.
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