El Kurdist¨¢n turco grita ¡°ahora¡±
La capital kurda de la Anatolia ve el alto el fuego como la ¨²ltima oportunidad para la paz EL PA?S recorre el centro de un conflicto que dura 30 a?os
Hemos llegado a un punto en que no es f¨¢cil vivir juntos con los turcos¡±, dice Vedat mientras ataca una sart¨¦n con huevos fritos y carne de cabra. ¡°Nadie tiene ya paciencia, ni siquiera la gente mayor con hijos en la c¨¢rcel, ya no queda paciencia¡±, comenta Kadir, que come ensalada y pedazos de queso. Peque?os vasos de t¨¦ rojizo completan el desayuno tradicional kurdo, similar al que podr¨ªan tomar dos j¨®venes turcos. Vedat tiene 30 a?os y trabaja en un bar. Kadir tiene 29 y es profesor de filosof¨ªa en un instituto. Prefieren no dar sus apellidos y piden que no se mencione el nombre de esta cafeter¨ªa de Diyarbakir, la principal ciudad kurda, en el sureste de Turqu¨ªa.
?¡°[El conflicto entre Turqu¨ªa y los kurdos] est¨¢ en nuestras leyes, en nuestro arte, en nuestra m¨²sica, hablamos de ellos durante el desayuno, durante la comida¡ siempre acabamos hablando de pol¨ªtica, ?incluso so?amos con ello!¡±, dice Vedat.
¡°En mis sue?os, yo me uno a la guerrilla en las monta?as¡¡±, interviene Kadir. ¡°Soy cobarde para hacerlo en realidad, quiz¨¢ por eso sue?o con ello¡±. Kadir se refiere al Partido de los Trabajadores del Kurdist¨¢n (PKK, en kurdo), que en 1984 se alz¨® en armas contra el Estado turco y hoy tiene sus bases en las monta?as de Qandil, en el norte de Irak. El conflicto ha costado la vida a m¨¢s de 40.000 personas, la mayor¨ªa militantes kurdos y poblaci¨®n civil.
En Turqu¨ªa viven unos 15 millones de kurdos, sobre todo en el sureste del pa¨ªs, que representan el 20% de la poblaci¨®n. Tras la ca¨ªda del Imperio Otomano, la actual Rep¨²blica de Turqu¨ªa se fund¨® en 1923 bajo un nacionalismo turco que no reconoce otras identidades nacionales y que no permite el uso de idiomas diferentes del turco.
La lucha del PKK es la versi¨®n m¨¢s reciente y violenta de un conflicto en el que los kurdos llevan m¨¢s de un siglo exigiendo el reconocimiento de sus derechos sociales y pol¨ªticos. Pero la historia podr¨ªa estar acerc¨¢ndose a su fin. La semana pasada, cientos de miles de personas se congregaron en Diyarbakir para celebrar el Nevruz, el a?o nuevo kurdo y persa, que coincide con la llegada de la primavera y que los kurdos turcos celebran como fiesta nacional.
Como soy un cobarde para hacerlo de verdad, sue?o con que me uno a la guerrilla en las monta?as Kadir, profesor de filosof¨ªa
Este a?o era aun m¨¢s especial. Dos pol¨ªticos kurdos leyeron una carta de Abdal¨¢ Ocalan, l¨ªder del PKK en prisi¨®n desde 1999, en la que este pidi¨® a los militantes que dejaran las armas y abandonaran el territorio turco. Este alto el fuego es un paso clave en un proceso de paz que ha extendido un cauto optimismo en Turqu¨ªa desde que el Gobierno revel¨® en diciembre que llevaba unos meses en conversaciones con Ocalan.
Mientras acaban el desayuno, Vedat y Kadir dicen que este proceso es la ¨²ltima oportunidad para la paz y que ahora es el turno de Ankara. ¡°Si no, entonces volver¨¢ la guerra, y ser¨¢ peor, llegar¨¢ a las ciudades, a estas calles¡±. No ser¨ªa la primera vez. Entre marzo y abril de 2006, Diyarbakir vivi¨® dos semanas de protestas y enfrentamientos con la polic¨ªa tras el funeral de varios guerrilleros del PKK. La gente levant¨® barricadas por las calles y quem¨® edificios gubernamentales. El ej¨¦rcito entr¨® con veh¨ªculos de combate. Al menos 13 civiles murieron, entre ellos 3 ni?os menores de 10 a?os.
La historia reciente de Diyarbakir es la historia del conflicto. Tras el establecimiento de la actual rep¨²blica, la ciudad se convirti¨® en capital de provincia y en el centro pol¨ªtico de la minor¨ªa kurda. Durante los a?os ochenta y noventa, la poblaci¨®n de la ciudad y su ¨¢rea metropolitana creci¨® muy r¨¢pido al atraer a cientos de miles de personas desplazadas por la violencia. El Ej¨¦rcito destroz¨® y quem¨® poblados enteros. Actualmente, Diyarbakir tiene una poblaci¨®n estimada de cerca de un mill¨®n de habitantes y est¨¢ completamente politizada por el conflicto.
En el centro de la ciudad se alza otro episodio clave de esta historia: la prisi¨®n. ¡°La celda med¨ªa unos 2 x 2,5 metros. En la m¨ªa est¨¢bamos 14 personas, en una esquina hab¨ªa un agujero como retrete, sin puerta ni nada, que los guardas hab¨ªan bloqueado. En la celda la mierda llegaba a unos 20 cent¨ªmetros de altura. Cuando dorm¨ªamos, unos sobre otros, la ¨²nica parte que ten¨ªamos fuera de la mierda era la cabeza¡±. As¨ª empieza a describir su estancia de tres a?os en esta c¨¢rcel Ahmed, que hoy tiene 50 a?os y que tampoco quiere dar su apellido.
El Gobierno militar que surgi¨® del golpe de Estado de 1980 reprimi¨® con dureza a los movimientos pol¨ªticos y grupos armados que hab¨ªan desestabilizado el pa¨ªs durante la d¨¦cada anterior. Y entre ellos al PKK, que se hab¨ªa creado en 1978. La c¨¢rcel de Diyarbakir fue convertida en prisi¨®n militar y alberg¨® a miles de reclusos. Ahmed fue arrestado en marzo de 1982, acusado de ¡°promocionar el PKK entre la sociedad¡±. Hoy relata con indignaci¨®n las torturas y vejaciones que sufri¨®. Se levanta, se sienta, gesticula con expresividad. Dice que sufr¨ªan palizas indiscriminadas, falta de agua y comida, que los colgaban de las mu?ecas con los brazos detr¨¢s de la espalda, que les daban descargas el¨¦ctricas en las orejas, la lengua, los labios, el pene. Dice que les elevaban las piernas y les golpeaban las plantas de los pies con palos, que los desnudaban y obligaban a reclinarse y les apaleaban las nalgas. ¡°Vais a ser buenos turcos o vais a morir¡±, les dec¨ªan los soldados. Y les obligaban a aprenderse de memoria decenas de canciones nacionalistas en turco, un idioma que algunos de los presos ni siquiera hablaban bien.
En 1984, el a?o en el que la guerrilla se alz¨® en armas, y ya de nuevo bajo un Gobierno democr¨¢tico en Turqu¨ªa, las autoridades mejoraron las condiciones en la prisi¨®n. Entonces se convirti¨® de nuevo en una c¨¢rcel civil que hoy sigue operativa. En ella est¨¢n cientos de los presos por el llamado caso KCK.
La Uni¨®n de las Comunidades del Kurdist¨¢n (KCK por sus siglas en kurdo) es una organizaci¨®n considerada el ala pol¨ªtica y urbana del PKK. Gracias a la ambig¨¹edad de las leyes antiterroristas turcas, desde 2009 unas 8.000 personas han sido arrestadas y encarceladas como parte de este proceso. La mayor¨ªa son periodistas, activistas, abogados y pol¨ªticos, muchos pertenecientes al Partido para la Paz y la Democracia (BDP, en turco), el principal partido legal prokurdo.
Zubeyde Zumrut, la presidenta del BDP en Diyarbakir, tambi¨¦n ha pasado temporadas en la c¨¢rcel. Cuenta que hay tantos procesos abiertos en su contra que ya no sabe cu¨¢ntos son, aunque calcula que se enfrenta a unos 250 a?os de c¨¢rcel en total. ¡°No me da miedo, me han arrestado y me han torturado muchas veces, en una ocasi¨®n estaba embarazada de tres meses y perd¨ª a mi beb¨¦, otra vez estuve siete meses en la c¨¢rcel¡±, narra con absoluta tranquilidad, sentada en su despacho en la sede del BDP.
¡°El PKK y el se?or Ocalan han dado ya su paso, ahora el Gobierno tiene que actuar lo m¨¢s pronto posible¡±, contin¨²a antes de enumerar las reivindicaciones que se repetir¨¢n en cada entrevista: liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos, derechos del pueblo kurdo recogidos en la nueva Constituci¨®n y educaci¨®n en el idioma kurdo.
Zumrut, de 46 a?os, naci¨® en la provincia de Bingol y su familia fue una de las decenas de miles que resultaron desplazadas por la violencia. ¡°?Qu¨¦ puedes hacer si desde siempre hay gente que te oprime? Cuando era joven, pens¨¦ en unirme al PKK, pero no soy lo suficientemente fuerte, as¨ª que prefer¨ª expresarme en pol¨ªtica¡±.
En Diyarbakir, son muchos los que antes o despu¨¦s se plantean uno u otro camino, la pol¨ªtica o las monta?as, los despachos o el PKK. ¡°Fue en mayo de 2009, me acababan de condenar a dos a?os y un mes¡±, comienza a contar Abdulla Demirbas, el carism¨¢tico e hiperactivo alcalde del distrito de Sur. ¡°Ese d¨ªa mi hijo, que ten¨ªa 16 a?os, vino y me dijo: ¡®Si hac¨¦is pol¨ªtica, este es el resultado. Si hac¨¦is pol¨ªtica, el Estado nunca os dar¨¢ la libertad, solo sabe escuchar a las armas¡¯. Diez d¨ªas despu¨¦s se march¨® [a Qandil a unirse al PKK]. A veces, cuando estoy en casa y oigo los F-16, no puedo dormir porque s¨¦ que van a bombardearlos¡±, contin¨²a el regidor.
Otro de sus hijos, de 25 a?os, debe incorporarse en dos meses al servicio militar obligatorio. El Ej¨¦rcito turco no duda en usar a estos reclutas en la guerra contra el PKK. Si se rompiera el alto el fuego, o si durante una eventual retirada de los guerrilleros del territorio turco se reavivaran las tensiones, como ya ha ocurrido en el pasado, los dos hermanos podr¨ªan llegar a enfrentarse.
Demirbas, de 47 a?os, era profesor de filosof¨ªa en un instituto, cargo que compatibiliz¨® con la alcald¨ªa durante tres a?os. Pero en 2007 perdi¨® ambos trabajos por defender el derecho a usar el idioma kurdo en la escuela y en la administraci¨®n. M¨¢s tarde, en las elecciones locales de marzo de 2009, gan¨® incluso con m¨¢s votos. A finales de ese a?o tambi¨¦n fue arrestado dentro del caso KCK. Logr¨® la libertad unos meses m¨¢s tarde por razones m¨¦dicas pero ese y otros procesos en su contra siguen pendientes. ¡°Hay m¨¢s de 70 casos abiertos contra m¨ª y en total las penas suman m¨¢s de 400 a?os¡±, dice con una sonrisa.
El alcalde de un distrito de Diyarbakir tiene un hijo en la guerrilla kurda. Otro ha sido reclutado por el Ej¨¦rcito turco
Organizaciones defensoras de los derechos humanos, como HRW y Amnist¨ªa Internacional (AI), han acusado repetidamente a Turqu¨ªa de usar las leyes, y en especial las antiterroristas, para perseguir a activistas y pol¨ªticos turcos. Demirbas cuenta c¨®mo en muchas ocasiones los cargos contra ¨¦l rozan lo rid¨ªculo. ¡°Una vez estaba enfrente del juez por haber usado las letras x y w [que existen en kurdo pero no en turco] y le dije: ¡®Usted comete este mismo crimen todos los d¨ªas¡¯. ¡®?C¨®mo puede ser eso?¡¯, me dijo ¨¦l. ¡®Porque cada d¨ªa escribe www cuando usa Internet¡¯. El juez se ri¨® y me dijo: ¡®Bueno vamos a dejar eso aparte¡±. Al hablar del actual proceso de paz, Demirbas se vuelve a poner serio. ¡°Estamos ante una oportunidad hist¨®rica para solucionar el conflicto, si no nos conceden nuestros derechos, las esperanzas se romper¨¢n y no quiero ni pensar en lo que podr¨ªa pasar entonces¡±.
¡°La sangre que ya se ha derramado es suficiente, ni guerrilleros ni soldados turcos, nosotras no queremos que nadie m¨¢s muera, nosotras solo somos madres¡±, dice Perihan Karayil, de 62 a?os, sentada junto con otras dos mujeres en un sof¨¢ en un piso casi vac¨ªo que hace de sede de Madres por la Paz, una organizaci¨®n que defiende el fin de la violencia y pide justicia por las v¨ªctimas del conflicto.
Estos d¨ªas se cumple un a?o de la muerte de 15 guerrilleras del PKK en enfrentamientos contra el ej¨¦rcito en Bitlis. Las tres mujeres, envueltas en velos blancos, est¨¢n pendientes del viejo televisor, en el que un canal kurdo, de los varios que emiten por sat¨¦lite desde Europa, est¨¢ ofreciendo un programa conmemorativo. Una de las milicianas que muri¨® aquel d¨ªa era una de las hijas de Karayil, Fatma, que se hab¨ªa unido al PKK en 1999, con 19 a?os.
Para Turqu¨ªa, las acciones militares contra el PKK est¨¢n justificadas como parte de un conflicto armado con un grupo que tambi¨¦n est¨¢ considerado como terrorista por la Uni¨®n Europea (UE) y Estados Unidos. Adem¨¢s de enfrentarse a Polic¨ªa y al Ej¨¦rcito, sus militantes tambi¨¦n han cometido atentados suicidas, secuestros y asesinatos de representantes de las autoridades y tambi¨¦n de kurdos que se opon¨ªan al PKK o que eran acusados de colaborar con el r¨¦gimen. En ocasiones, tambi¨¦n secuestraron a turistas.
En Diyarbakir, cuesta encontrar a alguien que diga una mala palabra sobre la guerrilla, aunque s¨ª hay gente en la calle que, simplemente, prefiere no contestar sobre estos temas. ¡°Turqu¨ªa, la UE y Estados Unidos pueden decir lo que quieran, pero se equivocan: el PKK es una organizaci¨®n que sali¨® de nuestra sociedad para defender los derechos de los kurdos¡±, responde Ercan, de 37 a?os y tambi¨¦n sin apellido, fuera de su peque?o establecimiento de comida r¨¢pida turca. ¡°Si esta vez no resuelven el problema, creo que nunca lo resolver¨¢n¡±, resume Ercan. ¡°Y entonces la guerra no se limitar¨¢ al sureste, habr¨¢ guerra en toda Turqu¨ªa¡±.
M¨¢s tarde, ya de noche y mientras la gente llena las calles de Diyarbakir aprovechando el buen tiempo que ha tra¨ªdo la primavera, se oye el sonido de un caza turco F-16. Abajo en la ciudad, la gente espera que las voces de la pol¨ªtica apaguen el ruido de aviones como este.
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