Resurrecci¨®n y venganza
El fot¨®grafo mexicano Sergio Dorantes, encarcelado durante nueve a?os por un crimen que no cometi¨®, lucha por devolver la dignidad y el sentido a su vida
El abuso del poder florece cuando la justicia est¨¢ ausente. La ley de la jungla se impone cuando la ley no se aplica de manera civilizada, con igualdad de criterio para todos. Los poderosos se salvan y los d¨¦biles viven a su merced, o a la del azar. Una inevitable consecuencia es que los que no deber¨ªan de estar en la c¨¢rcel lo est¨¢n; los que s¨ª deber¨ªan, no.
As¨ª lo demuestra la dura y triste historia de Sergio Dorantes, un fot¨®grafo mexicano de 66 a?os que hace exactamente uno sali¨® de prisi¨®n, y de un v¨ªa crucis que dur¨® casi nueve a?os por un crimen que no cometi¨®, tras ser declarado inocente de haber asesinado a su ex esposa en la Ciudad de M¨¦xico en julio de 2003. Desde entonces hasta su liberaci¨®n el 30 de marzo de 2012 vivi¨® pr¨®fugo en Estados Unidos, estuvo bajo arresto domiciliario, fue detenido en dos c¨¢rceles californianas y en una de M¨¦xico.
Su brillante carrera ¨C su trabajo se public¨® en EL PA?S, The New York Times, Time y Newsweek entre otros medios ¨C ha sido arruinada, sus ahorros aniquilados, su salud da?ada y su reputaci¨®n aparentemente condenada a permanecer en entredicho. No tiene ni dinero para comprarse una c¨¢mara y sus vecinos no dejan de murmurar que es un ¡°asesino¡±. Encima su familia le ha abandonado. Y todo porque un fiscal pag¨® mil pesos, o unos cien d¨®lares en su momento, a un compatriota mexicano encontrado un d¨ªa en la calle para que diera falso testimonio en su contra, para que hiciera una declaraci¨®n jurada ¨C con lujo de detalles, elaborada meticulosamente por el fiscal ¨C en la que minti¨® diciendo que vio a Dorantes en el lugar de los hechos a la hora del asesinato. Fue la ¨²nica ¡°prueba¡± que implic¨® al fot¨®grafo en el crimen.
Lo m¨¢s inexplicable del caso, lo m¨¢s grotesco, es que el testigo se retract¨® un a?o y medio despu¨¦s de participar en el macabro complot; lo confes¨® todo. E incluso fue condenado a la c¨¢rcel por el delito de falsedad de declaraciones. Pero aun as¨ª Dorantes tuvo que padecer el acoso de lo que en M¨¦xico se llama la ley durante siete a?os m¨¢s hasta que un tribunal le dio la raz¨®n y finalmente lo dej¨® en libertad.
Hoy, de manera fr¨ªa y deliberada, Dorantes prepara su venganza. Primero, montando una campa?a para hacerle al fiscal lo que el fiscal le hizo a ¨¦l, para meter en la c¨¢rcel al principal responsable del falso testimonio que se fabric¨® en su contra. Segundo, y con fines m¨¢s estrictamente altruistas, a trav¨¦s del activismo pol¨ªtico. Va a registrar una ONG, Culpable Sin Evidencia, dedicada a denunciar casos como el suyo de encarcelamiento injusto. Ya est¨¢ trabajando junto a grupos de derechos humanos para presionar a las autoridades a que rectifiquen en tres casos de individuos que, seg¨²n Dorantes, han sido condenados a largos a?os de prisi¨®n en base a pruebas inventadas por las fiscal¨ªas.
Dorantes entiende muy bien que, pese a todo lo que ha sufrido (lo peor fueron los tres a?os y medio que estuvo en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de M¨¦xico), ha sido afortunado. Sergio Aguayo, un reputado acad¨¦mico y activista pol¨ªtico mexicano, se interes¨® en ¨¦l, se convenci¨® r¨¢pidamente de que era inocente y lo puso en contacto con uno de los abogados m¨¢s distinguidos de M¨¦xico, Alonso Aguilar Z¨ªnser, que decidi¨® emprender su causa. Sin esa suerte, fruto de sus contactos period¨ªsticos, Dorantes seguir¨ªa hoy en la c¨¢rcel, como incontables v¨ªctimas m¨¢s de similares arbitrariedades judiciales en su pa¨ªs. Hoy utiliza esa misma suerte, la gente con influencia a la que tiene acceso, para hacer su aportaci¨®n a la causa de la justicia en M¨¦xico.
¡°Si logramos imputar y encarcelar al fiscal, haremos historia,¡± explic¨® Dorantes, contactado por tel¨¦fono en la Ciudad de M¨¦xico. ¡°Se crear¨ªa un precedente legal y de ah¨ª en adelante el que fabrique pruebas, lo pagar¨¢. Eso ser¨ªa oro puro.¡± Su objetivo es ambicioso pero, seg¨²n ¨¦l, no irreal. Hay una investigaci¨®n abierta contra el fiscal y Dorantes cuenta con aliados dentro del sistema judicial y en importantes organizaciones civiles que espera que colaboren con ¨¦l en su misi¨®n.
En cuanto a su proyecto de ONG, uno de los casos m¨¢s contundentes de abuso de poder en los que Dorantes est¨¢ trabajando es el de dos hermanos que han recibido 140 a?os de prisi¨®n por siete secuestros ¡°inventados¡±. ¡°Las autoridades se echaron encima de ellos, los identificaron como culpables, sencillamente para ganarse a la opini¨®n p¨²blica,¡± dijo Dorantes. ¡°Normalmente lo que hacen en tales casos es joder a gente que no tiene recursos.¡±
Dorantes s¨ª ten¨ªa recursos. Viv¨ªa muy bien. Ya no. En parte porque no ha podido trabajar desde que se le acus¨® del asesinato de su ex esposa, con la que dice que mantuvo una relaci¨®n muy cordial; en parte, sostiene, porque su familia le ha traicionado.
Dej¨® su casa y sus pertenencias en manos de su hermana y de su cu?ado durante su larga pesadilla. ¡°Sal¨ª de la c¨¢rcel y sufr¨ª una profunda decepci¨®n. Fue un golpe bajo tremendo despu¨¦s de todo lo que hab¨ªa vivido,¡± dijo Dorantes. ¡°Ellos dos no trabajaban y yo pagaba cada mes de mis ahorros el agua, la luz, todo. Solo ped¨ªa que me cuidaran la casa, pero al volver encuentro la casa dilapidada y sucia, los muebles y los aparatos electr¨®nicos rotos, el jard¨ªn una jungla... un campo de batalla todo. Pero lo peor fue que mi cu?ado hab¨ªa vendido mi equipo fotogr¨¢fico, relojes, cuadros, hasta anteojos de sol. No esperaba que saliera. No quer¨ªa que saliera.¡±
Sali¨®, pero desde entonces ha luchado con poco ¨¦xito para volver a ganarse la vida con la fotograf¨ªa, sin el dinero para poder comprar la clase de c¨¢maras que necesita. Lucha tambi¨¦n contra el estigma de la acusaci¨®n injusta que le hicieron, que ha sido otro impedimento en el camino a reanimar su carrera profesional.
La familia lo ha traicionado, el sistema mexicano lo ha traicionado, incluso algunos ex compa?eros de trabajo le han traicionado. Lo que le queda es aunar fuerzas con la gente buena de su pa¨ªs para devolver la dignidad y el sentido a su vida a trav¨¦s de la lucha para procurar que en un futuro mejor lo que le pas¨® a el no le pase a otros y, si su suerte se mantiene, para saborear la satisfacci¨®n de una justa y dulce venganza.
John Carlin trabaj¨® con Sergio Dorantes en varios proyectos para EL PA?S, The Sunday Times y The Independent de Londres.
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