Sin pol¨ªtica exterior
Espa?a, que siempre luch¨® por hacerse un hueco entre los grandes de la UE, hoy tiene muy dif¨ªcil hacerse o¨ªr en Europa y mucho menos fuera de ella
La pol¨ªtica exterior de Espa?a se encuentra en un estado cr¨ªtico. Como consecuencia de la crisis, s¨ª, pero tambi¨¦n como resultado de las decisiones tomadas en los ¨²ltimos a?os. Para justificar esta aseveraci¨®n no hace falta m¨¢s que mirar con algo de detenimiento a los tres pilares que conforman la acci¨®n exterior de cualquier pa¨ªs: la diplomacia, la defensa y el desarrollo. En cuanto a la diplomacia, son varios los elementos, estructurales y coyunturales que se conjugan para crear esta situaci¨®n. El m¨¢s evidente tiene que ver con la crisis, que ha tenido un profund¨ªsimo impacto sobre la capacidad de actuaci¨®n de Espa?a en el plano internacional. Espa?a, que siempre luch¨® por hacerse un hueco entre los grandes de la UE, tiene hoy extremadamente dif¨ªcil no ya ser influyente sino ni siquiera hacerse o¨ªr en Europa, mucho menos fuera de ella.
?La crisis, adem¨¢s, ha relegado a un segundo plano al Ministerio de Exteriores, en detrimento de Econom¨ªa y Hacienda, cuyas decisiones son las que cuentan hoy y son relevantes internacionalmente. Esto, que es una tendencia general en toda Europa, significa que excepto que tengan una enorme capacidad de liderazgo o un peso pol¨ªtico propio, los Ministros de Exteriores no suelen estar en el n¨²cleo decisorio. En el caso de Espa?a, cuyo sistema pol¨ªtico es sumamente presidencialista, como Mariano Rajoy tampoco ha querido jugar un papel exterior activo, situ¨¢ndose m¨¢s en la l¨ªnea de Zapatero que en la de Gonz¨¢lez y Aznar, la acci¨®n exterior adolece de falta de impulso pol¨ªtico. Internamente, adem¨¢s, los recortes en el presupuesto han dejado a un Ministerio de Exteriores que ya contaba con pocos recursos materiales y humanos muy capitidisminuido y con poca capacidad de atender otra cosa que no sea lo urgente. A esto hay que a?adir tres decisiones estrat¨¦gicas muy cuestionables: una, las energ¨ªas dedicadas a la promoci¨®n de la marca Espa?a en un contexto tan adverso, que requiere de unos recursos de los que carecemos en estos momentos; dos, la centralidad casi exclusiva dada a la promoci¨®n de los intereses de las empresas espa?olas en el exterior, que refleja una visi¨®n muy estrecha y mercantilista de la pol¨ªtica exterior; y tres, el intento de hacer una reforma del Servicio Exterior precisamente en el momento de mayor debilidad del Ministerio de Exteriores dentro de la Administraci¨®n, lo que en lugar de reforzar la acci¨®n diplom¨¢tica puede acabar debilit¨¢ndola.
La crisis ha relegado a un segundo plano al Ministerio de Exteriores en detrimento de Econom¨ªa y Hacienda, cuyas decisiones son las que cuentan
Del segundo pilar de la acci¨®n exterior, la defensa, no se pueden decir cosas mucho mejores. Las Fuerzas Armadas son v¨ªctimas de una burbuja armament¨ªstica que pone seriamente en entredicho su capacidad operativa. Fruto de las decisiones de compra tomadas durante la ¨²ltima d¨¦cada, el Ministerio de Defensa tiene que hacer frente a una factura de 3.500 millones de euros anuales hasta al a?o 2025, lo que le obliga a reducir al m¨ªnimo sus gastos en personal, operaciones y misiones. Lo grave es que los costos¨ªsimos programas de armamento que mantienen paralizadas a las Fuerzas Armadas son de dudosa utilidad ya que las decisiones de adquirir estos sistemas se tomaron m¨¢s atendiendo a criterios de pol¨ªtica industrial que de seguridad nacional. La paradoja resultante es insuperable pues el Ministerio de Defensa en lugar de ver reducido su presupuesto, est¨¢ en la pr¨¢ctica gastando m¨¢s y, a la vez, reduciendo significativamente su capacidad operativa. Concluyo con la pariente pobre de la acci¨®n exterior de este gobierno: la cooperaci¨®n al desarrollo. Entre el gobierno anterior, que la quiso demasiado y este, que la quiere demasiado poco, est¨¢ a punto de pasar a la historia. Los gobiernos socialistas quisieron atajar en el camino hacia el 0,7, lo que provoc¨®, aqu¨ª tambi¨¦n, una burbuja financiera. Entonces, ni el aumento del gasto respondi¨® a prioridades claras ni se busc¨® convertir la cooperaci¨®n en una pol¨ªtica de estado consensuada con el Partido Popular.
Ahora, la reducci¨®n del gasto tampoco responde a una verdadera priorizaci¨®n ni a una visi¨®n de c¨®mo recuperar la ayuda en el futuro y hacerla sostenible. La ca¨ªda al 0,15% del PIB, que supone una reducci¨®n del 50% en un solo a?o, significa que el gobierno ni cree que la cooperaci¨®n al desarrollo sea un instrumento potente de pol¨ªtica exterior ni comparte la visi¨®n de que los pa¨ªses desarrollados (todav¨ªa lo somos) tengan obligaciones internacionales que vayan m¨¢s all¨¢ de la mera defensa de sus intereses. Quiz¨¢ todo esto sea ya un hecho consabido y por eso nadie hable mucho de ello. O puede que entre tantos problemas tan graves haya pasado desapercibido. Es posible incluso que hayamos llegado a un punto en el que el tema simplemente nos haya dejado de preocupar. Pero el hecho evidente es que si seguimos amputando los instrumentos de la acci¨®n exterior nos quedaremos sin pol¨ªtica exterior, si no lo hemos hecho ya.
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