La casa agrietada
Sin grietas no hay filtraciones. Y est¨¢ visto que las hay y cada vez m¨¢s. El entero edificio tiene pinta de estar agrietado, puesto que todo acaba derivando en la aparici¨®n escandalosa de alguna filtraci¨®n sobre los secretos de la CIA, del departamento de Estado, del Vaticano o m¨¢s recientemente de las cuentas corrientes escondidas en para¨ªsos fiscales.
Quien impuso la moda llevaba la palabra inscrita en su nombre, Wikileaks, en la que se juntan la idea de la participaci¨®n de la gente (wiki) con la de filtraci¨®n (leak), inspirada en la enciclopedia elaborada por la audiencia que lleva el nombre de Wikipedia. El fundador, Julian Assange, est¨¢ recluido en la embajada ecuatoriana en Londres, donde se refugi¨® en junio de 2012 para escapar a los requerimientos de la justicia para su extradici¨®n a Suecia, pero desde all¨ª todav¨ªa pretende mantener el liderazgo filtrador que le ha dado notoriedad.
El habitual sentido de la mesura demostrado por Assange se ha expresado tambi¨¦n en la presentaci¨®n de esta filtraci¨®n, a la que ha denominado los Cables de Kissinger: "El mayor corpus de materiales de contenido geopol¨ªtico jam¨¢s publicado". Recordemos el twitt que anunci¨® la filtraci¨®n de los 250.000 documentos del departamento de Estado o Cablegate en noviembre de 2010: "los pr¨®ximos meses ver¨¢n un nuevo mundo, en el que la historia global quedar¨¢ redefinida".
Ahora la cantidad es mayor, siete veces m¨¢s en cuanto a n¨²mero de documentos, pero basta registrar algunos de los titulares de prensa que ha generado para darse cuenta de que est¨¢ lejos de las filtraciones que lanzaron a Wikileaks a la fama. Los dos que ha publicado EL PA?S son los siguientes: "Wikileaks revela el lado m¨¢s turbio de la presidencia de Echeverr¨ªa en M¨¦xico" y "Wikileaks crea un buscador para los documentos de la era Kissinger. Entre el mill¨®n de registros se encuentran las relaciones del secretario de Estado con Franco y la Familia Real espa?ola".
Aunque otros peri¨®dicos han presentado al rey de Espa?a como un informador al servicio de Washington al dar cuenta de esta ¨²ltima noticia, los documentos tienen inter¨¦s casi estrictamente para historiadores. El material publicado ya no est¨¢ cubierto por el secreto, pues pertenece a la Public Library of US Diplomacy, y Wikileaks se ha limitado a crear un buscador que da acceso ordenado al archivo. Es un buen servicio a la transparencia, pero en este caso Wikileaks no emula al periodismo ni hace filtraci¨®n alguna, sino que copia a Google.
Adem¨¢s, esta vez Assange no ha tenido suerte, porque pocos d¨ªas antes se vio desbordado por otra filtraci¨®n mayor en volumen, profesionalidad y relevancia internacional, esta s¨ª mezcla de periodismo y de filtraci¨®n, que afecta adem¨¢s a uno de los resortes m¨¢s secretos e inquietantes del sistema financiero mundial como son los para¨ªsos fiscales. Se trata de la publicaci¨®n de 130.000 cuentas secretas, seleccionadas de un total de 2'5 millones, que manten¨ªan ocultas clientes y entidades financieras de 170 pa¨ªses, entre las que aparecen BNP Paribas, Cr¨¦dit Agricole y Deustche Bank.
La organizaci¨®n que ha realizado la filtraci¨®n es el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n, que dirige el periodista Gerard Ryle, australiano como Assange, y ha contado durante 15 meses con el trabajo de 86 periodistas de 46 pa¨ªses. La lista de evasores no tiene desperdicio, y en ella hay nombres perfectamente previsibles, como el del multimillonario Gunther Sachs o de la baronesa Thyssen, y otros que han desencadenado un terremoto pol¨ªtico, como el de Jean-Jacques Augier, amigo del presidente franc¨¦s Fran?ois Hollande, tesorero de su campa?a electoral y uno de los 130 evasores franceses detectados justo cuando acaba de dimitir el ministro de Hacienda, Jer?me Cahuzac, cazado con una cuenta opaca en Suiza de 600.000 euros.
Offshore leaks es el nombre con que se conoce esta ¨²ltima filtraci¨®n. Wikileaks est¨¢ perdiendo la carrera, pero no la reputaci¨®n. Para denominar el Cablegate, Assange se inspir¨® en el remoto Watergate de 1973, cuando los periodistas del Washington Post descubrieron el espionaje de Nixon a la sede del Partido Dem¨®crata en el edificio as¨ª denominado y terminaron obteniendo las grabaciones que lo avalaban. Todo deb¨ªa llevar la palabra gate cuando se trataba de celebrar la denuncia ejercida desde la prensa. Ahora, en cambio, todo son filtraciones, leaks, incluso las que no lo son, en homenaje a las inevitables grietas tecnol¨®gicas por las que se escapan las informaciones secretas de los Estados y de las entidades financieras.
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