El papa Francisco inicia su revoluci¨®n
Al mes de llegar a Roma, el pont¨ªfice anuncia la creaci¨®n de un consejo de ocho cardenales de los cinco continentes para que le ayuden a reformar la Curia
El d¨ªa que Jorge Mario Bergoglio cumpl¨ªa un mes como papa Francisco, el d¨ªa que tocaba hacer resumen sobre sus gestos, sus zapatos negros gastados, su sencilla cruz de plata, su negativa a ocupar el lujoso apartamento pontificio o esa manera tan suya de decir que Jes¨²s naci¨® y muri¨® pobre y que no es un ogro con pasajes al infierno sino un amigo siempre dispuesto a echar un cable, justo ese d¨ªa el obispo de Roma pas¨® de las palabras a los hechos. El papa Francisco anunci¨® la creaci¨®n de un consejo formado por ocho cardenales de los cinco continentes para que le ayude a reformar la curia vaticana tras los esc¨¢ndalos que amargaron los ¨²ltimos a?os del pontificado de Benedicto XVI.
El pontificado del primer papa latinoamericano empez¨® un 13 de marzo, pero el inicio de su revoluci¨®n hacia ¡°una Iglesia pobre y de los pobres¡± tendr¨¢ fecha de 13 de abril. Solo con leer los nombres que integran el consejo se puede sospechar lo que est¨¢ tramando el Papa. Para empezar, en la lista est¨¢ el arzobispo de Boston, el capuchino Sean Patrick O'Malley, uno de los cardenales m¨¢s comprometidos en la lucha contra la pederastia en el seno de la Iglesia. Para continuar, solo hay un italiano, y no lo est¨¢ por italiano ¡ªla representaci¨®n europea la ostenta el arzobispo de Munich, Reinhard Marx¡ª, sino porque Giuseppe Bertello es el presidente del Governatorato de la Ciudad del Vaticano y representar¨¢ a la curia. Bertello fue adem¨¢s nuncio de la Santa Sede en M¨¦xico, donde marc¨® distancias con el corrupto Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, y su nombre suena como pr¨®ximo secretario de Estado en sustituci¨®n de Tarcisio Bertone.
Adem¨¢s del estadounidense O'Malley, del alem¨¢n Marx y del italiano Bertello, los otros cinco cardenales tienen en com¨²n con el argentino Bergoglio que tambi¨¦n ellos vienen del fin del mundo: el cardenal Francisco Javier Err¨¢zuriz Ossa, cardenal em¨¦rito de Santiago de Chile, el arzobispo de Bombay, Oswald Gracias, el arzobispo de Kinshasa, Laurent Monsengwo Pasinya, el arzobispo de Sydney, George Pell, y el de Tegucigalpa, ?scar Andr¨¦s Rodr¨ªguez, que asumir¨¢ la funci¨®n de coordinador. El consejo, seg¨²n una nota difundida por el Vaticano, nace para ayudar al Papa ¡°en el gobierno de la Iglesia universal y estudiar un proyecto de revisi¨®n de la Constituci¨®n Apost¨®lica Pastor bonus¡±, promulgada por Juan Pablo II en 1988 y que regula la composici¨®n y competencias de los dicasterios y dem¨¢s organismos del Vaticano.
Jorge Mario Bergoglio advirti¨® que la Iglesia deb¨ªa huir de su "narcisismo ideol¨®gico" y "salir hacia las periferias"
No hay que olvidar que la reforma de la curia fue un tema recurrente de discusi¨®n durante las reuniones de los cardenales previas al C¨®nclave ¡ªlas Congregaciones Generales¡ª. Ya en aquellas reuniones llamaron la atenci¨®n las palabras del entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, quien advirti¨® de que la Iglesia ten¨ªa que huir de su ¡°narcisismo ideol¨®gico¡± y salir ¡°hacia las periferias¡±. Aquellas palabras de Bergoglio causaron tanta impresi¨®n en el resto de los cardenales que el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, le pidi¨® sus notas manuscritas, que hoy se pueden consultar en la web de Palabra Nueva, la revista de la di¨®cesis habanera: ¡°La Iglesia est¨¢ llamada a salir de s¨ª misma e ir hacia las periferias, no solo las geogr¨¢ficas, sino tambi¨¦n las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia, las del pensamiento, las de toda miseria (¡). Cuando la Iglesia no sale de s¨ª misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma¡±.
Aquellas palabras fueron pronunciadas en el Aula Pablo VI, el mismo sitio donde unos d¨ªas despu¨¦s ¡ªya vestido de blanco¡ª el papa Francisco se conmovi¨® al confiar a los miles de periodistas llegados de todo el mundo: ¡°?C¨®mo me gustar¨ªa una Iglesia pobre y para los pobres!¡±. Desde entonces, apenas un mes, ¡°el obispo de Roma¡± ¡ªas¨ª se suele definir, casi nunca se refiere a s¨ª mismo como ¡°el Papa¡±¡ª no ha hecho m¨¢s que enviar mensajes muy claros. En las postreras horas de su pontificado, a Benedicto XVI, que ya no pod¨ªa ni con su cuerpo ni con el Vaticano, unos lumbreras lo pusieron artificialmente delante de un iPad e hicieron como que mandaba mensajes a trav¨¦s de Twitter para as¨ª llegar a los j¨®venes¡
Francisco ha preferido el viejo m¨¦todo de meter los mensajes en la botella de los gestos. Ha preferido predicar con el ejemplo. ?C¨®mo iba a hablar de pobreza instal¨¢ndose en un apartamento donde ¡ªseg¨²n exclam¨® cuando lo visit¨®¡ª pod¨ªan vivir 300 personas? ?C¨®mo iba a hablar de la sencillez de Jes¨²s calz¨¢ndose unos zapatos rojos confeccionados a medida del lujo vaticano? ?C¨®mo predicar valent¨ªa desde el interior de un papam¨®vil blindado?
Nadie sabe hasta d¨®nde llegar¨¢ la revoluci¨®n de abril de un Papa llamado Francisco, pero s¨ª que los ocho cardenales elegidos para cambiar la Iglesia tienen cita en Roma el 1 de octubre. Despu¨¦s de escucharlos, Bergoglio decidir¨¢ en qu¨¦ estancias del Vaticano se adora a Dios y en cu¨¢les al becerro de oro.
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