Un juez de paz, acusado del asesinato de dos fiscales texanos
En un primer momento se especul¨® con que un grupo supremacista o los c¨¢rteles mexicanos estaban detr¨¢s de las muertes. Finalmente fue un crimen por venganza
Las muertes de los dos fiscales del condado de Kaufman, Texas, que fueron asesinados con dos meses de diferencia, no fueron ordenadas por un grupo supremacista ni fueron ejecutadas siguiendo el mandato de un c¨¢rtel mexicano, como se especul¨®. El motivo fue tan antiguo y prosaico como la venganza de un juez de paz que decidi¨® tomarse la justicia al sentirse agraviado tras varias disputas legales contra aquellos.
Este jueves, el sheriff del condado de Kaufman, una zona rural a 32 kil¨®metros de Dallas, ha informado de que el ex juez de paz, Eric Williams, y su mujer, Kim, han sido acusados formalmente del asesinato de el fiscal del distrito Mike McLelland, de su esposa, Cynthia, y del ayudante del fiscal, Mark Hasse.
El ex juez de paz, Eric Williams, y su mujer, Kim, han sido acusados formalmente del asesinato de el fiscal del distrito Mike McLelland, de su esposa, Cynthia, y del ayudante del fiscal, Mark Hasse
El pasado 32 de marzo, McLelland y su mujer, eran hallados muertos en su domicilio, justo dos meses despu¨¦s de que Hasse cayera abatido de varios disparos en plena calle y a la luz de d¨ªa. La proximidad de ambos asesinatos y el hecho de ambos fueran fiscales sumi¨® en un estado de incertidumbre al resto de los funcionarios del ministerio p¨²blico y desat¨® todo tipo de especulaciones sobre la autor¨ªa. La pista supremacista es la que cobr¨® m¨¢s fuerza, en parte porque McLelland acus¨® expresamente a uno de esos grupos, la Hermandad Aria, de ser los responsables del fallecimiento de su ayudante.
La posibilidad de que se tratara de asesinatos por encargo de los c¨¢rteles mexicanos que operan en la zona tambi¨¦n se mezcl¨® entre las m¨²ltiples elucubraciones surgidas al albor de los asesinatos. Sin embargo ambas pistas fueron perdiendo vigor conforme avanzaba la investigaci¨®n.
Este s¨¢bado la polic¨ªa deten¨ªa a Williams, de 46 a?os, acus¨¢ndolo de enviar cartas y correos electr¨®nicos amenazadores a varios agentes de polic¨ªa. Pero fue el arresto de su mujer, en la madrugada del mi¨¦rcoles, el que llev¨® a aclarar todo el misterio. La se?ora Williams confes¨® que su marido hab¨ªa asesinado a los dos fiscales y que ella era la que hab¨ªa conducido el coche en el que se traslad¨® el ex juez de paz para perpetrar las muertes.
La proximidad de ambos asesinatos y el hecho de ambos fueran fiscales sumi¨® en un estado de incertidumbre al resto de los funcionarios del ministerio p¨²blico y desat¨® todo tipo de especulaciones sobre la autor¨ªa
En marzo de 2012, McLelland y Hasse acusaron a Williams, reci¨¦n nombrado juez de paz, de haber robado tres pantallas de ordenador de un edificio del condado. Williams fue declarado culpable y se le concedi¨® la libertad provisional. La condena le supuso la p¨¦rdida de su puesto como juez de paz, un trabajo que ambicionaba desde hace tiempo, y despojado de su licencia como abogado.
Los abogados de Williams insisten en que su cliente siempre defendi¨® que se hab¨ªan manipulado las pruebas del robo para declararlo culpable y que McLelland lo proces¨® movido por el rencor pol¨ªtico.
La p¨¦rdida de su empleo sumi¨® a los Williams en una profunda crisis econ¨®mica. El ex juez de paz comenz¨® a culpar a los dos fiscales de su insostenible situaci¨®n financiera y familiar, algo de lo que, al parecer, ambos estaban al tanto ya que comenzaron a llevar armas a los juicios temerosos de que Williams intentara atacarles.
Finalmente s¨ª lo hizo y empleando un modus operandi tan violento que ni los grupos supremacistas reconocer ejecutar -En las entrevistas que se hicieron a los miembros de la Hermandad Aria, ¨¦stos coincidieron en que ellos no ordenaban ese tipo de muertos-. Los Williams ten¨ªan un almac¨¦n en el que guardaban un arsenal de armas y el coche en el que se desplazaron para perpetrar los asesinatos de los fiscales.
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