El Congreso de Brasil desaf¨ªa al Supremo
El Parlamento ha aprobado una pol¨¦mica enmienda constitucional que somete las decisiones de los ministros de justicia a la aprobaci¨®n del Legislativo
Se ha abierto un duro contencioso entre el Congreso y el Supremo Tribunal Federal de Brasil, la Corte Suprema garante de la Constituci¨®n. La Comisi¨®n de Constituci¨®n y Justicia del Parlamento ha aprobado una pol¨¦mica enmienda constitucional que somete las decisiones del Supremo a la aprobaci¨®n del Congreso. Aunque la enmienda deber¨¢ ser? corroborada por la C¨¢mara Baja y el Senado, ha sido suficiente para que los magistrados se hayan levantado en armas. El juez del Supremo, Gilmar Mendes, ha llegado a hablar de ¡°una maniobra tenebrosa¡± y ha recordado la Constituci¨®n de 1937 que dio al entonces Presidente de la Rep¨²blica, Getulio Vargas, el poder de anular sentencias del Supremo.
Lo que m¨¢s preocupa al mundo pol¨ªtico y de la magistratura es que dicha enmienda constitucional ha sido vista como una respuesta a las decisiones del esc¨¢ndalo del mensal?o que ha condenado a la c¨¢rcel a la c¨²pula del Partido de los Trabajadores (PT), el partido del gobierno desde hace diez a?os.? A ello hay que a?adir que dos de los diputados que forman parte de la Comisi¨®n de Constituci¨®n y Justicia, Jos¨¦ Genoino, que era presidente del PT cuando surgi¨® el esc¨¢ndalo del mensal?o y Jo?o Paulo Cunha, que era el presidente del Congreso, son dos de los condenados a c¨¢rcel por el Supremo a causa del caso.Ambos contin¨²an en sus cargos al no haber sido a¨²n ejecutadas las sentencias de condena y forman parte de la Comisi¨®n m¨¢s importante del Congreso.
Ya durante el proceso del mensal?o surgi¨® una dura pol¨¦mica entre el Supremo y el Congreso. Para los jueces de la alta Corte, cuando un diputado o senador es condenado sin apelaci¨®n, pierde autom¨¢ticamente el cargo. Los diputados alegan, sin embargo, que s¨®lo el Congreso puede hacerles perder dicho mandato, ya que fueron elegidos con el voto popular. De ganar la batalla, podr¨ªa darse el caso de que a¨²n en la c¨¢rcel, los dos diputados pudieran seguir gozando del cargo parlamentario.
Adem¨¢s, el Parlamento ha aprobado de prisa un proyecto de ley que reduce dr¨¢sticamente el tiempo gratuito de la televisi¨®n p¨²blica, as¨ª como el Fondo Partidario (subvenci¨®n del gobierno a los partidos), a las nuevas formaciones pol¨ªticas. Un tema que llevaba a?os en discusi¨®n ha sido aprobado en poco m¨¢s de 24 horas, lo que no pudo dejar de verse como una tentativa de quitar fuerza al nuevo partido de la ecologista Marina Silva, La Red, que en las pasadas presidenciales se enfrent¨® a Dilma Rousseff y obtuvo 20 millones de votos que obligaron a? Rousseff a disputar una segunda vuelta.
Esta vez, Silva pretende disputar las presidenciales con su partido. Con el nuevo proyecto de ley se quedar¨ªa sin tiempo de televisi¨®n y sin ayuda del Gobierno. Por ello, el ministro Del Supremo, Gilmar Mendes, suspendi¨® la votaci¨®n del nuevo proyecto de ley hasta que los magistrados analicen si es o no constitucional. La reacci¨®n del Supremo para detener la aprobaci¨®n definitiva de la nueva ley, ha agudizado la tensi¨®n entre los dos poderes independientes, el legislativo y el judicial.
Aunque en Brasil, los tres poderes gozan de total autonom¨ªa tras la nueva Constituci¨®n aprobada despu¨¦s de la dictadura militar, los conflictos salen a flote de vez en cuando. El Congreso, por ejemplo, acusa al Ejecutivo, seg¨²n denunci¨® el senador y expresidente de la Rep¨²blica, Jos¨¦ Sarney, de impedirle legislar al no darle tiempo suficiente para votar los proyectos de ley con car¨¢cter de urgencia que le arga continuamente el Ejecutivo. El Supremo, a su vez, se queja de que tanto el Legislativo como el gobierno intentan entrometerse en sus funciones que son las de vigilantes de la Constituci¨®n y cuyas sentencias deben ser inapelables.
El Gobierno acusa a los jueces de ser excesivamente independientes. Coincide, por ejemplo, que el 80% de los magistrados que emitieron las condenas del mensal?o hab¨ªan sido designados por la presidenta Dilma y por el expresidente Lula. Hasta ahora, aunque con aristas, los tres poderes han tratado de ser buenos vecinos. El juicio del mensal?o, en el que empieza a ser involucrado el mismo expresidente Lula, ha comenzado la guerra.
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