Hollande rechaza cambiar de rumbo pese a la presi¨®n
El presidente franc¨¦s llama al orden a su cada vez m¨¢s agitada mayor¨ªa y advierte que es ¨¦l quien ¡°fija la direcci¨®n¡±
El eterno Giulio Andreotti dec¨ªa que ¡°el poder desgasta, sobre todo a quien no lo tiene¡±. La iron¨ªa resume bien el duro a?o pasado por Fran?ois Hollande en el El¨ªseo. A una semana del primer aniversario de su victoria electoral, que se cumple el 6 de mayo, el desgaste sufrido por el presidente socialista ha sido fulminante, aunque la crispada oposici¨®n conservadora no est¨¢ mucho mejor. Si se creen las encuestas, que le otorgan un 27% de popularidad, Hollande recibe un suspenso de los electores. Mirando con m¨¢s distancia, parece evidente que el desgaste obedece en buena medida a que Hollande, como los dem¨¢s l¨ªderes de las democracias poscapitalistas, se ve impotente para cambiar el curso de las cosas realmente importantes. La recesi¨®n, la sangr¨ªa industrial, la deriva suicida de la desregulaci¨®n financiera y un paro hist¨®rico de m¨¢s de cinco millones de personas son los problemas principales. Todos, imposibles de arreglar en un a?o por un solo hombre y en un solo pa¨ªs.
En cualquier caso, la presi¨®n que sufre el presidente de la quinta econom¨ªa mundial es creciente. Mientras sube el descontento local, arrecian las cr¨ªticas de los socialistas contra la deriva austericida de la Uni¨®n Europea. El Partido Socialista ha pedido esta semana a Hollande que abra una nueva fase, m¨¢s social e izquierdista, y que luche para cambiar las pol¨ªticas dictadas por Angela Merkel, anim¨¢ndole a emprender un ¡°enfrentamiento democr¨¢tico¡± con Alemania.
A trav¨¦s de una entrevista con agencias de prensa, Hollande ha replicado este domingo que no se dejar¨¢ ¡°impresionar¡± ni por las encuestas ni por las presiones, ha llamado al orden a su agitada mayor¨ªa recordando que ¡°la direcci¨®n la fija el presidente de la Rep¨²blica¡±, y ha dicho que su obligaci¨®n es ¡°resistir y mirar lejos, m¨¢s all¨¢ de las tormentas moment¨¢neas, y aplicando la perseverancia¡±.
Hollande recuerda que lleg¨® al poder en ¡°un momento excepcional, por la duraci¨®n y profundidad de la crisis y, sobre todo, porque el populismo ha cuajado no solo en Francia sino en toda Europa¡±. Y rechaza las acusaciones de indecisi¨®n: ¡°Se pueden criticar mis decisiones o decir que me he equivocado, pero en un a?o hemos tomado medidas cruciales sobre la competitividad, la reforma del mercado laboral y el rigor presupuestario. ?En 10 meses [he hecho] mucho m¨¢s que [otros] en 10 a?os!¡±.
Antes de llegar al cargo, Hollande convirti¨® el rechazo de la austeridad sin crecimiento en una de sus grandes apuestas. Su victoria tuvo un efecto simb¨®lico: rompi¨® 17 a?os de presidencias conservadoras en Francia y acab¨® con la autoritaria din¨¢mica impuesta por la pareja conocida como Merkozy. Pero el propio Hollande ha admitido que su llegada al poder no ha servido para reequilibrar el abrumador peso de los Gobiernos conservadores en Europa.
La paradoja es que, aunque no ha podido convencer a Merkel de que las recetas neoliberales est¨¢n condenando a Europa a la depresi¨®n, el tiempo y los datos le han dado la raz¨®n, y la fase de recortes salvajes parece estar acabando, aunque solo fuera nominalmente. El FMI admiti¨® hace seis meses que la cura estaba matando al enfermo, y ahora Bruselas acaba de conceder un a?o m¨¢s a Francia para ajustar su d¨¦ficit y dos a?os m¨¢s a Espa?a y a otros pa¨ªses. Berl¨ªn parece haber entendido que, si Francia no crece, Europa tampoco lo har¨¢. Pero eso no significa que considere suficientes las reformas de un Hollande al que los liberales anglogerm¨¢nicos ven como un peligroso socialdem¨®crata.
Con su econom¨ªa totalmente estancada, Francia ha reducido su d¨¦ficit moderando el gasto p¨²blico (que alcanza el 56% del PIB), subiendo los impuestos a las rentas m¨¢s altas y a las grandes empresas, y manteniendo intacto el elevado nivel de protecci¨®n social. A la vez, ha reforzado la Educaci¨®n p¨²blica, y aprobado la ley del matrimonio homosexual en medio de una delirante y violenta cruzada conservadora. El esc¨¢ndalo de J¨¦r?me Cahuzac, el exministro de Hacienda que blanque¨® su dinero en Suiza, ha forzado a Hollande a legislar a toda prisa para restaurar la prometida ¡°Rep¨²blica ejemplar¡±.
Pese a todo, las cr¨ªticas son cada vez m¨¢s agrias. La izquierda le acusa de aplicar a los franceses el rigor que discute en Bruselas. El tribuno Jean-Luc M¨¦lenchon clama contra la sumisi¨®n del Gobierno a las finanzas internacionales. Y la derecha de la UMP olvida todo lo que no hizo y pinta a Hollande como a un segundo Zapatero: nuevos derechos innecesarios, p¨¦sima gesti¨®n econ¨®mica.
Pese a la c¨ªnica decepci¨®n de muchos decepcionados de antemano, y a algunas frustraciones comprensibles por su falta de peso en Europa, el balance general del a?o no parece tan dram¨¢tico. Sobre todo si se compara con los de sus vecinos del sur.
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