Guillermo Alejandro estrena reinado en una Holanda tocada por la crisis
El nuevo monarca sucede a la reina Beatriz en medio de la celebraci¨®n popular
Guillermo-Alejandro se ha convertido en rey de una Holanda multicultural y tocada por la crisis, a la que ha jurado servir y defender con toda su energ¨ªa. La ceremonia de su entronizaci¨®n, celebrada este martes en la Iglesia Nueva de ?msterdam, fue impecable en lo protocolario, acorde a la Constituci¨®n respecto al juramento mutuo de lealtad sellado entre el monarca y sus s¨²bditos, y festiva y glamurosa a partes iguales. Un escenario bien distinto al de la llegada al trono de su madre, Beatriz, en 1980. Entonces la crisis era mucho peor, y la especulaci¨®n inmobiliaria desat¨® violentas protestas reprimidas duramente por la polic¨ªa. Las fotos de los okupas de la ¨¦poca enturbiaron la investidura de una soberana que, tres d¨¦cadas despu¨¦s, ha cedido el trono con un 73% de popularidad.
Al rey Guillermo-Alejandro le recibe un pa¨ªs en recesi¨®n, pero que mantiene intacta la triple A de calificaci¨®n crediticia. Con una burbuja inmobiliaria derivada de las desgravaciones fiscales por las hipotecas, y una tasa de paro del 8,1% (sobre 16,7 millones de habitantes y centrada en la franja entre 25 y 45 a?os). Un pa¨ªs rico, aunque necesitado de recortes, que es tambi¨¦n uno de los m¨¢s multiculturales de Europa. En suma, una realidad compleja que el nuevo soberano, de 46 a?os, abord¨® de frente en su discurso de aceptaci¨®n de la corona. ¡°Mi asunci¨®n se produce en un periodo en que muchas personas del reino se sienten fr¨¢giles e inseguras. Fr¨¢giles por su situaci¨®n laboral o por su estado de salud. Inseguras por sus ingresos o por el entorno que les rodea. Ya no es como antes, cuando se daba por descontado que los hijos vivir¨ªan mejor que sus padres¡±, dijo, envuelto en la capa de armi?o de sus antecesores.
Guillermo Alejandro quiere ser un rey con estilo propio ¡°porque la Monarqu¨ªa es un s¨ªmbolo de continuidad y de unidad¡±. ¡°Representa un v¨ªnculo directo con nuestro pasado como naci¨®n (¡) y en la historia encontramos los cimientos de los valores que compartimos¡±, declar¨®. El resto de su parlamento, pronunciado frente al arco pol¨ªtico nacional y el resto de las monarqu¨ªas mundiales, no difiere mucho de lo que se espera de un monarca constitucional. Ha subrayado, eso s¨ª, el aspecto social de su labor, que es la impronta que ¨¦l desea dejar. ¡°Quiero alentar al pueblo a utilizar activamente los recursos con que cuenta. Por muy diversos que sean nuestros sue?os y convicciones, cualquiera que sea la cuna en que nacimos, en el reino de los Pa¨ªses Bajos todos pueden hacer o¨ªr su voz en pie de igualdad¡±.
Sin citarla, la tolerancia vertebr¨® el mensaje a una naci¨®n que ha descubierto, con asombro y dolor, que no es tan impecable como cre¨ªa. Su dureza con los refugiados, en especial menores de edad, ha sido criticada por Naciones Unidas. Holanda tampoco ten¨ªa resuelto el problema de la integraci¨®n de los inmigrantes de primera y segunda generaci¨®n, como crey¨® durante d¨¦cadas. Todo ello planeaba en la Iglesia Nueva de la capital dicho por un Guillermo Alejandro alejado de su imagen de jovencito d¨ªscolo. Ahora es un monarca ¨¢vido de aprender ¡°en un ambiente de confianza mutua¡±, que espera estar a la altura de las circunstancias.
Al soberano le recibe un pa¨ªs en recesi¨®n, pero con la triple A de calificaci¨®n crediticia intacta y un paro del 8,1%
Monarcas y pr¨ªncipes herederos llegados de todo el mundo escucharon la alocuci¨®n atentos y vestidos con sus mejores galas. La calle fue una fiesta naranja, el color de la Casa de Orange, con algunos momentos oscuros. A pesar de que las autoridades aseguraron que cualquiera podr¨ªa manifestarse contra la monarqu¨ªa a t¨ªtulo personal, Joanna, una estudiante, y el militante republicano Hans Maessen fueron arrestados sin miramientos por preparar una miniprotesta. Fueron puestos en libertad de inmediato y los agentes les pidieron disculpas, pero el da?o ya estaba hecho. Sobre todo porque se hab¨ªan acondicionado seis zonas en ?msterdam para los grupos republicanos o antimon¨¢rquicos que quisieran hacerse o¨ªr. Al final, su llamada tuvo poco eco y no hubo incidentes. De modo que la actuaci¨®n policial, aunque sin consecuencias, pareci¨® desmedida. El celo de seguridad tampoco reflej¨® las palabras sobre el particular de Guillermo antes de la entronizaci¨®n. ¡°Las opiniones disidentes deben tener cabida¡±, asegur¨®.
Por la noche, el incidente se hab¨ªa olvidado y los nuevos reyes de Holanda y sus tres hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariane, acudieron al puerto de ?msterdam para dar un paseo mar¨ªtimo. Antes de abordar el barco, escucharon una canci¨®n regalada por la naci¨®n, con una letra deslavazada con m¨²sica de un compositor aut¨®ctono que, harto de cr¨ªticas, la hab¨ªa retirado. Pero acab¨® siendo cantada ayer por un coro de famosos. Guillermo Alejandro y M¨¢xima ¡ªsu reina consorte, nacida en Argentina, ¡°que abraz¨® nuestra naci¨®n y se hizo holandesa entre los holandeses¡±, seg¨²n la letra¡ª, sonrieron felices.
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