Francia amarga
Un nuevo estado de ¨¢nimo: la derechizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en favor de la extrema derecha
Un a?o despu¨¦s de la victoria de Fran?ois Hollande en las elecciones presidenciales frente a Nicolas Sarkozy, el balance es amargo. El sentimiento dominante es el de la decepci¨®n. Por parte de la derecha conservadora, no extra?a, pues esta perdi¨® la batalla sobre todo a causa del rechazo visceral que una mayor¨ªa de franceses, incluso entre las clases acomodadas, opon¨ªa a Sarkozy, presidente demasiado ¡°ligero¡± para representar simb¨®licamente a la Rep¨²blica. Fran?ois Hollande supo valerse de esta debilidad de su adversario para llegar al El¨ªseo. Sin embargo, durante la misma campa?a, el nivel de adhesi¨®n al programa del candidato de la izquierda no dej¨® de bajar. Su victoria fue muy ajustada, mucho m¨¢s de lo previsto.
No se esperaban milagros de Hollande, salvo su compromiso a favor de dos objetivos fundamentales: reequilibrar el eje franco-alem¨¢n, que con Sarkozy se hab¨ªa debilitado demasiado en detrimento de Francia (el famoso Merkozy); y detener el implacable proceso de desindustrializaci¨®n, responsable del auge del paro. La primera promesa, que significaba cambiar el pacto de estabilidad europeo, asentar una estrategia de crecimiento a largo plazo (lo que piden tanto el FMI como la OCDE), fue enterrada unos d¨ªas despu¨¦s de su elecci¨®n en la cumbre de Bruselas de junio de 2012, con un nein rotundo de Angela Merkel. La segunda aparece hoy como una herida sangrienta: diariamente se registran 900 parados m¨¢s, el desempleo supera los cinco millones de personas, algo jam¨¢s visto desde la II Guerra Mundial. Las reformas adoptadas ¡ª¡°contrato de generaci¨®n¡±, es decir, un contrato de relevo; jubilaci¨®n a los 60 a?os para los asalariados que hayan cotizado 42 a?os; empleos del futuro (para j¨®venes); aumento de la imposici¨®n sobre las grandes fortunas; creaci¨®n de puestos de trabajo en educaci¨®n nacional¡ª, aunque bien acogidas por la ciudadan¨ªa, no pesan mucho a la hora de valorar la pol¨ªtica global del presidente.
De ah¨ª el enfado generalizado, al que se a?ade una crisis moral devastadora por el caso de J¨¦r?me Cahuzac, el ministro de Presupuesto culpable de evasi¨®n fiscal. El rechazo es dram¨¢tico: el 75% de los ciudadanos proclama su desconfianza hacia Hollande. Como aderezo de esta bebida amarga, el Partido Socialista, principal apoyo del presidente, est¨¢ al borde del estallido, dividido entre ¡°rupturistas¡± que piden una estrategia m¨¢s firme frente a Alemania y ¡°evolucionistas¡± que aceptan como destino inevitable la actual pol¨ªtica de austeridad impuesta por la amiga germana. Adem¨¢s, lo peor est¨¢ por llegar en 2013 y 2014, pues quedan pendientes cuatro reformas: reducci¨®n de los recursos p¨²blicos para las familias, desvalorizaci¨®n de las pensiones, reducci¨®n de las compensaciones y restricci¨®n del fondo para la formaci¨®n de los j¨®venes, medidas todas ellas necesarias para conseguir un d¨¦ficit presupuestario por debajo del 3% en los dos pr¨®ximos a?os. Con lo cual, la cat¨¢strofe electoral amenaza tanto las pr¨®ximas municipales, en marzo de 2014, como las europeas, en junio de ese a?o.
De ah¨ª el auge de un nuevo estado de ¨¢nimo en Francia: la derechizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en beneficio de la extrema derecha. El ¨¦xito de la movilizaci¨®n en contra del matrimonio gay, sorprendente incluso para muchos republicanos, no hubiera sido tan impactante si no existiera esta crisis de confianza. La ideolog¨ªa Le Pen, mezcla de nacionalismo chovinista y xen¨®fobo, de cr¨ªtica populista a los partidos tradicionales y de rechazo total a la idea de Uni¨®n Europea, gana lentamente, pero de forma segura, terreno en la mente de la gente. Si, por una parte, la derecha conservadora intenta recuperar pol¨ªticamente este desarraigo moral, por otra, los socialistas parecen paralizados: el Gobierno de Jean-Marc Ayrault ya est¨¢ pol¨ªticamente agotado; el primer secretario del partido socialista, Harlem D¨¦sir, leal y serio, sufre ataques despiadados dentro del partido por ?defender a este Gobierno! ?Podr¨¢ Fran?ois Hollande aguantar cuatro a?os m¨¢s as¨ª? Es la cuesti¨®n destilada, en adelante, por la derecha.
La tragedia es que no hay ahora alternativa para Francia, salvo que la situaci¨®n cambie en caso de que Angela Merkel sea derrotada en las elecciones alemanas de septiembre de 2013 y que lleguen los socialdem¨®cratas al poder. Entonces se podr¨ªa dar un nuevo compromiso entre la austeridad y el relanzamiento de la econom¨ªa europea. Tras un a?o en el poder la izquierda francesa ha experimentado que incluso un peso pesado como Francia no puede afrontar las coacciones europeas si no existe una voluntad firme, un proyecto coherente y una alianza estrat¨¦gica con otros pa¨ªses de la Uni¨®n.
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