R¨ªos Montt rompe su silencio en la recta final del juicio: ¡°No soy un genocida¡±
El expresidente de Guatemala descarga la responsabilidad en su viceministro y en los oficiales con mando en la zona de combate
En la recta final del juicio que se le sigue por genocidio y delitos de lesa humanidad, el general retirado Efra¨ªn R¨ªos Montt, quien gobern¨® este pa¨ªs con mano de hierro entre marzo de 1982 y agosto de 1983, rompi¨® su silencio para pregonar su inocencia. El viejo militar descarg¨® la responsabilidad en su viceministro y en los oficiales con mando en la zona de combate, para asegurar que su actuaci¨®n en la jefatura del Estado se desarroll¨®, fundamentalmente, en el campo pol¨ªtico.
R¨ªos record¨® que al momento de acceder al poder, Guatemala era un pa¨ªs paria en el concierto internacional. El aislamiento era absoluto, sobre todo despu¨¦s del salvaje asalto a la Embajada de Espa?a, el 31 de enero de 1980, bajo el gobierno de Fernando Romeo Lucas Garc¨ªa, considerado uno de los militares m¨¢s sangrientos de la represi¨®n militar.
¡°Soy y me declaro inocente¡±, dijo R¨ªos Montt con un tono de voz que hizo recordar sus moralizantes mensajes dominicales en cadena nacional de radio y televisi¨®n. Nunca he tenido la intenci¨®n de destruir a ninguna raza¡±, dijo para recordar que, hasta su gobierno, los pueblos indios nunca hab¨ªan tenido una representaci¨®n en el Consejo de Estado. Hizo ¨¦nfasis en su preocupaci¨®n por impulsar el concepto de ¡°guatemalidad¡±, que nos ayudara a encontrar los puntos de convergencia en esta ¡°naci¨®n de naciones¡±.
¡°Nunca autoric¨¦, nunca firm¨¦, nunca orden¨¦ que se atentara contra una raza, etnia o grupo religioso¡±, insisti¨®, para a?adir que de todo lo discutido en el juicio no hay una sola prueba incriminatoria en su contra.
El general R¨ªos s¨®lo declar¨® despu¨¦s de que la Fiscal¨ªa hab¨ªa emitido sus conclusiones, extremo que le permiti¨® no quedar sujeto a interrogatorios.
La sentencia, sea cual fuere, ser¨¢ recurrida por las partes, lo que alargar¨¢ unas cuantas semanas el desenlace de un proceso conocido en Guatemala como ¡°el juicio del siglo¡±.
En cualquier caso, el hecho de sentar a R¨ªos Montt en el banquillo de los acusados puso en alerta a los sectores m¨¢s recalcitrantes de la extrema derecha, para quienes una condena por genocidio a R¨ªos Montt, implicar¨ªa una reaparici¨®n de la violencia pol¨ªtica en Guatemala. ¡°Es un temor fundamentado por varias circunstancias. La primera, que afecta a un n¨²mero importante de oficiales, tanto retirados como en activo¡±, dijo a EL PA?S el soci¨®logo Gustavo Porras, quien en 1996 firmara la paz con la guerrilla en representaci¨®n del gobierno conservador de ?lvaro Arz¨².
De acuerdo a Porras, el temor de la oficialidad radica en que si se aplica el principio de la l¨ªnea de mando, toda la escala jer¨¢rquica puede ser afectada. Ello, en un Ej¨¦rcito con un sentimiento corporativo muy acentuado y dolido por la forma en que el gobierno empresarial de ?scar Berger (2004-2008) lo redujo mucho m¨¢s all¨¢ de lo establecido en los Acuerdos de Paz.
Este sentimiento se agudiz¨® a partir de que un testigo protegido de la fiscal¨ªa acusara directamente al actual presidente, Otto P¨¦rez, de ordenar masacres contra poblaci¨®n civil desarmada. Para Porras, esto constituye una amenaza directa a la institucionalidad del pa¨ªs, en un momento pol¨ªtico particularmente conflictivo, con el prestigio del Estado por los suelos. A la denuncia por genocidio al Presidente, se suman reiterados se?alamientos a la vicepresidente, Roxana Baldetti, de v¨ªnculos con mafias del narcotr¨¢fico y del lavado de dinero.
Esta tesis es rechazada por analistas como H¨¦ctor Rosada, quien se?ala que el juicio no es a una instituci¨®n, sino a personas concretas. ¡°No hay ninguna intenci¨®n de llevar el juicio m¨¢s all¨¢¡±, asegura.
En esta direcci¨®n abunda en historiador Manolo Vela Casta?eda, quien en un an¨¢lisis publicado el domingo en el matutino local elPeri¨®dico subraya: ¡°el juicio contra R¨ªos Montt y su jefe de inteligencia no es un juicio contra el Estado de Guatemala. Es un juicio a dos seres humanos a quienes las circunstancias (¡) colocaron, entre 1982 y 1983, en una posici¨®n desde donde tomaron decisiones, individuales (¡) Eso es lo que se juzga. Individuos y decisiones (¡) No se juzga a los guatemaltecos ni al Estado¡¡±.
Esta circunstancia ha sido aprovechada por los sectores m¨¢s radicales de la derecha guatemalteca. En una publicaci¨®n de 20 p¨¢ginas tama?o tabloide, difundida con profusi¨®n durante el fin de semana, la llamada Fundaci¨®n contra el Terrorismo se?ala el juicio por terrorismo contra R¨ªos como una ¡°farsa¡± y una ¡°conspiraci¨®n marxista desde la Iglesia cat¨®lica¡±, lo que da nueva vida a los t¨®picos que el la d¨¦cada de los Ochenta sirvieron de excusa para todo tipo de atropellos, mientras vuele a cebarse contra los ¡°enemigos¡± de siempre, entre ellos la Nobel de la Paz Rigoberta Mench¨², intelectuales de izquierda, o sacerdotes como el obispo ?lvaro Ramazzini, cuyo ¡°delito¡± es su firme compromiso por la justicia social en favor del campesinado de sus paup¨¦rrimas di¨®cesis en el altiplano ind¨ªgena.
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