Cuando ni el trabajo basta para llegar a fin de mes en Portugal
Los conductores de autobuses Lisboa organizan un banco de alimentos para socorrer a compa?eros
En un cuarto sin uso de unas cocheras de la empresa de autobuses de Lisboa, la Comisi¨®n de Trabajadores ha distribuido al buen tun-tun lo b¨¢sico: cartones de leche, latas de sardinas y botes de salchichas, tarros de jud¨ªas blancas, macarrones y varias decenas de paquetes cil¨ªndricos de galletas Mar¨ªa apilados como troncos en una serrer¨ªa. Desde hace meses, los conductores de los autobuses y los tranv¨ªas lisboetas donan y almacenan alimentos no para asociaciones de pobres o campa?as ben¨¦ficas de barrios perif¨¦ricos. Esto es m¨¢s simple y m¨¢s brutal: son para ellos mismos, para compa?eros que a pesar de tener trabajo y un sueldo mensual pasan hambre a final de mes.
Los continuos recortes salariales que afectan sobre todo a empleados p¨²blicos en Portugal, las subidas de impuestos decretadas a toda la poblaci¨®n asalariada y la pol¨ªtica de ajuste permanente del Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho (presionado por la troika) que roe continuamente el pa¨ªs, ocasiona que la inmensa mayor¨ªa de estos trabajadores ¡ªfuncionarios estatales al fin y al cabo¡ª vayan al l¨ªmite en sus gastos, alcanzando el d¨ªa 31 del mes casi de milagro. As¨ª que basta un rev¨¦s cualquiera, sorteable hace un par de a?os (un divorcio, el desempleo del c¨®nyuge, una cadena de gastos imprevistos¡) para convertirse, directamente, en pobre. Un ejemplo de c¨®mo la tambaleante clase media portuguesa se vuelve clase m¨ªsera de un d¨ªa para otro sin paradas intermedias. Como en el caso de Evaristo.
Recortes hist¨®ricos
- 30 de noviembre de 2011: El Parlamento aprueba un ajuste presupuestario de m¨¢s de 1.300 millones de euros, el m¨¢s duro de la democracia.
- 3 de octubre de 2012: El Gobierno anuncia una subida del impuesto sobre la renta para recaudar 4.000 millones de euros.
- 5 de abril de 2013: El Constitucional portugu¨¦s declara ilegal la retirada de la paga extra de verano a funcionarios y pensionistas decidida por el Gobierno.
- 4 de mayo de 2013: Lisboa anuncia recortes por valor de 4.800 millones de euros hasta finales de 2015. Las medidas afectan sobre todo a funcionarios y pensionistas.
Evaristo Paulo es delgado, alto, amable. Tiene 38 a?os, viste una cazadora negra de cuero y trabaja de conductor de autobuses en Lisboa, ocho horas al d¨ªa, cinco d¨ªas a la semana. Lleva el pelo corto y un pendiente en la oreja. Tiene una hija de seis a?os. Un tipo normal, vaya. Hace unas semanas, su jefa, alert¨® a la Comisi¨®n de Trabajadores para informarles, sencillamente, de que Evaristo pasaba hambre y que deb¨ªan ayudarle, que tal vez por desconocimiento o por verg¨¹enza, no se hab¨ªa acercado al cuarto de los paquetes de espaguetis. Hace dos a?os, Evaristo, que integra desde 2007 la plantilla de la compa?¨ªa de autobuses de Lisboa, dependiente directamente del Estado, cobraba 1.100 euros al mes. Ahora, debido a las rebajas salariales, no llega a 800. Divorciado, pasa una pensi¨®n y cada 15 d¨ªas visita a su hija, que vive con su madre en una ciudad situada a 150 kil¨®metros de Lisboa. ¡°Antes me quedo sin comer que sin gasolina para hacer ese viaje¡±, explica. Uno de los miembros de esta comisi¨®n, Paulo Con?alves, se puso en contacto con ¨¦l. Desde entonces, cuando Evaristo lo necesita, acude a la habitaci¨®n de la comida. Como otros muchos.
Gon?alves explica que pusieron en marcha el banco de alimentos en Navidades, porque comenzaron a darse cuenta de que muchos compa?eros lo estaban pasando mal. ¡°Hay quien tiene la mujer en el paro, sin cobrar subsidio de desempleo porque no ten¨ªa contrato, muchas trabajaban en restaurantes que han cerrado o en tiendas que ya no dan beneficios. S¨¦ de c¨®nyuges de compa?eros que han sido despedidos con un mensaje de m¨®vil. As¨ª est¨¢n las cosas¡±, explica.
Desde Navidad ya han atendido a m¨¢s de 80 compa?eros, en una plantilla de cerca de 2.000 trabajadores. Con una furgoneta, cada semana, un par de miembros de la comisi¨®n recorre distintas estaciones y cocheras donde otros compa?eros han ido dejando previamente los alimentos, a fin de reunirlos todos en esta habitaci¨®n, situada en el barrio de Santo Amaro, a un paso del nacimiento del puente del 25 de Abril.
Los conductores, como todos los funcionarios portugueses, han visto volatilizarse por decreto una de sus dos pagas extra anuales, diluirse otra en pagos mensuales que, a su vez, han desaparecido debido a los impuestos. Tambi¨¦n se han eliminado sobresueldo y complementos. El resultado es una p¨¦rdida, de media, de 300 o 400 euros al mes en salarios mensuales de 1.000 a 1.200 euros. Hace dos meses, el Tribunal Constitucional portugu¨¦s dictamin¨® que las pagas extra no se pod¨ªan retirar y el Gobierno estudia ahora c¨®mo aplicar la sentencia mientras se arbitran nuevas medidas alternativas para que el cambio no suponga una merma en el camino draconiano hacia el objetivo de d¨¦ficit marcado por Europa. Ni Evaristo ni Gon?alves conf¨ªan mucho en que se les devuelva su paga extra. Est¨¢n seguros de que el ministro de Finanzas, V¨ªtor Gaspar, encontrar¨¢ otra f¨®rmula legal para que ese dinero no llegue jam¨¢s a sus bolsillos. Passos Coelho, adem¨¢s, ya ha anunciado una nueva oleada de recortes, que durar¨¢n tres a?os, y que afectar¨¢n, sobre todo, a funcionarios y pensionistas. De modo que estos conductores, que extra?an un pasado remoto de condiciones laborales llevaderas, abominan de un presente de pesadilla, y temen cada d¨ªa m¨¢s a un futuro imprevisible.
Mientras, amontonan latas y v¨ªveres no perecederos en la habitaci¨®n sin uso de las cocheras, sabiendo que la loter¨ªa de la mala suerte y la desgracia que le ha tocado ahora a Evaristo puede tocar ma?ana a cualquier otro. ¡°A veces llevamos la comida a casa de alguno porque tienen verg¨¹enza de que los otros compa?eros les vean pedir. Otros vienen aqu¨ª con sus mujeres y con sus hijos y eso te parte el alma¡±, cuenta Gon?alves. Despu¨¦s a?ade, al lado de una pila de latas de at¨²n:
¡ª ?Si trabajando como corresponde, cumpliendo, no nos llega para vivir con un poco dignidad, entonces d¨ªgame: ?Qu¨¦ estamos haciendo aqu¨ª?
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