¡°Nos va a costar mucho perdonarles¡±
La sociedad hondure?a recibe con recelo la promesa de las pandillas de un cese de la violencia El Gobierno se muestra favorable al di¨¢logo con las maras
Jos¨¦ Arnaldo quer¨ªa presentar a su novia a su familia el domingo 13 de enero. Fue a recogerla a la salida de la tienda del barrio con un amigo. Nunca regres¨®. Los vecinos aseguran que una camioneta oscura se los llev¨®. Dos semanas despu¨¦s su t¨ªo, pocos a?os mayor que ¨¦l, Ivis Ocegueda, recibi¨® un SMS: ¡°Jos¨¦ est¨¢ muerto, y los pr¨®ximos son ustedes¡±.
Jos¨¦ habr¨ªa cumplido ahora los 18 a?os y trabajaba vendiendo ropa en un mercado. Viv¨ªa en una de las colonias m¨¢s bravas de San Pedro Sula, la Rivera Hern¨¢ndez, uno m¨¢s de las decenas de asentamientos organizados por los campesinos que llegaron hace tres d¨¦cadas a trabajar a las maquilas (factor¨ªas) de la ciudad m¨¢s pujante del pa¨ªs. En un campo de f¨²tbol cercano, 14 j¨®venes fueron asesinados hace dos a?os y medio mientras jugaban con la pandilla rival. Es uno de los 51 barrios que permanecen bajo control de las bandas, seg¨²n registros de la Unidad de Maras y Pandillas de la Direcci¨®n Nacional de Investigaci¨®n Criminal (DNIC).
En Tegucigalpa, la capital, se computan otras 60. ¡°Los que gobiernan aqu¨ª son las pandillas¡±, espeta Rosa Xiomara Ocegueda, t¨ªa de Jos¨¦. Despu¨¦s del homicidio, todos los hombres de la casa decidieron emigrar. Solo quedaron el abuelo y las mujeres. La historia se repite en cientos de familias hondure?as.
El cese de la violencia prometido por las pandillas el martes desde el penal de San Pedro Sula es una puerta a la esperanza. Sin embargo, el recelo es inevitable. ¡°Ser¨ªa muy bueno que dejaran la violencia, pero nos va a costar mucho perdonarles¡±, confiesa Ocegueda. Honduras es el pa¨ªs con la tasa m¨¢s alta de homicidios del mundo, y la regi¨®n colindante a San Pedro Sula es uno de sus focos de violencia.
¡°No es el momento todav¨ªa, las maras y pandillas deben hacer primero una tregua entre ellas para que baje la violencia, y luego, con los hechos en la mano, plante¨¢rsela a la sociedad¡±, resume Ernesto Bardales, de la asociaci¨®n Hondure?os Adelante Juntos Avanzamos (HAJA), que lleva 15 a?os de trabajo con j¨®venes en situaci¨®n de riesgo. Bardales explica que las pandillas han ido mutando en 20 a?os de vida, pasando de ser un ¡°movimiento de j¨®venes¡± en los noventa, una especie de tribu urbana, hasta convertirse en organizaciones que daban seguridad a sus barrios. En la actualidad, con Honduras convertida en centro estrat¨¦gico de paso de la droga hacia al norte, se ocupan tambi¨¦n del control de las rutas del narcotr¨¢fico en el pa¨ªs. Como subraya un estudio de Unicef, las pandillas ¡°se han especializado en narcotr¨¢fico, secuestros, sicariato y extorsiones¡±. En el Valle de Sula, la C¨¢mara de Comercio asegura que entre 15 y 30 empresas cierran cada semana a causa de las extorsiones de mareros. Una tienda de ultramarinos paga unos 15 d¨®lares semanales a las organizaciones criminales en lo que se conoce como impuesto de guerra.
¡°Eso de la tregua es pura paja¡±, refunfu?a un taxista de la ciudad que prefiere ocultar su nombre. ?l y cada uno de los 10 taxis que conforman su agrupaci¨®n pagan 10 d¨®lares semanales a las pandillas. Y todo eso con la polic¨ªa al tanto, que deja impunes el 80% de las denuncias y en la que varios de sus miembros est¨¢n imputados por su vinculaci¨®n con las pandillas y el narcotr¨¢fico. En Honduras, con ocho millones de habitantes, cada d¨ªa mueren violentamente un promedio de 20 personas. Una cuarta parte de los casos se atribuyen a las maras.
¡°El Estado se encuentra en una situaci¨®n excepcional de crisis de seguridad e institucional, as¨ª que cualquier avance hacia la paz y la estabilidad viene bien. El problema es que tampoco se ve a la par una recuperaci¨®n de las instituciones de seguridad y justicia, ni una propuesta de estrategias juveniles. Un pa¨ªs que no tiene desarrolladas estrategias de prevenci¨®n de la violencia y de oportunidades productivas, no puede llegar a buen puerto¡±, explica Arabeska S¨¢nchez, coordinadora del ?rea de Seguridad del Observatorio de la Violencia.
El Gobierno, en cambio, ha celebrado la noticia. El presidente Porfirio Lobo ofreci¨® ¡°todo lo que necesite¡± al obispo R¨®mulo Emiliani, mediador con las pandillas, para sacar adelante el di¨¢logo. ¡°Si entre ellos llegan a un acuerdo y tambi¨¦n con la sociedad civil, y es avalado por ¨®rganos como la Iglesia, me parece que el Estado debe intervenir para que tenga un grado de institucionalidad y de autoridad¡±, declar¨® el vicepresidente de la Comisi¨®n de Seguridad del Congreso, Germ¨¢n Leitzelar.
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