Los periodistas luchan contra el cierre de la radiotelevisi¨®n p¨²blica griega
El Gobierno griego no cesa en su pol¨ªtica de austeridad y cierra por decreto la emisora nacional Los periodistas siguen emitiendo por sat¨¦lite e Internet y se mantienen encerrados en la sede Los sindicatos convocan una huelga de 24 horas para ma?ana para protestar
Grecia amaneci¨® esta ma?ana sin radiotelevisi¨®n p¨²blica, en un nuevo traum¨¢tico episodio del calvario de crisis y austeridad que azota desde hace un lustro el pa¨ªs heleno. Los sindicatos han convocado una huelga de 24 horas para ma?ana para protestar contra la medida.
Cuando, pasadas las once de la noche de ayer, la se?al en abierto de la televisi¨®n p¨²blica griega se qued¨® muda, miles de personas estaban entonando frente a su sede las canciones de la oposici¨®n a la dictadura de los a?os setenta.
Dentro, centenares de trabajadores luchaban para salir de su asombro y organizar alguna forma de resistencia. Nadie se esperaba que el sitio donde hab¨ªan estado trabajando fuera a desaparecer por decreto. Nadie imaginaba que en tan solo seis horas la historia de tres canales p¨²blicos y decenas de radio desaparecer¨ªa sin ninguna certeza para el futuro de las casi 3.000 personas que en ellas trabajaban. El Gobierno griego cruz¨® ayer otra l¨ªnea roja en la gesti¨®n de la crisis que ahoga el pa¨ªs y marc¨® un r¨¦cord: hacer de Grecia el primer pa¨ªs de Europa que cierra por decreto la emisora nacional.
Lo ¨²nico que nos queda es la esperanza. Esperar que llegue mucha gente, que se haga mucho ruido y que el Gobierno recule¡±.
¡°Me llamaron algunos colegas para dec¨ªrmelo y me vine aqu¨ª. Es incre¨ªble lo que est¨¢ pasando¡±, dec¨ªa Yorgos Panagiotopoulos, m¨²sico de la orquesta de ERT. Tiene 39 a?os y lleva en la empresa desde 1997, explica en un buen espa?ol que aprendi¨® en Madrid, donde pas¨® un a?o pasa estudiar viol¨ªn. ¡°Lo ¨²nico que nos queda es la esperanza. Esperar que llegue mucha gente, que se haga mucho ruido y que el Gobierno recule¡±. El desconcierto en las palabras de Panagiotopoulos era el mismo que empapaba el frenes¨ª de los pasillos, abarrotados de gente incr¨¦dula y enfadada que de repente no sab¨ªa si iba a volver el d¨ªa siguiente a su lugar de trabajo. ¡°Todos estamos en estado de shock. Ayer [lunes] por la noche se rumoreaba que algo iba a pasar pero no pens¨¢bamos que fuera as¨ª¡±, comentaba Prokopis Doukas, una de las caras m¨¢s conocidas de la emisora.
A¨²n a las nueve de la noche, unas tres horas antes de la hora prevista para el apag¨®n, nadie ten¨ªa muy claro qu¨¦ medidas adoptar. Los periodistas miraban a las decenas de pantallas que retransmit¨ªan una edici¨®n monogr¨¢fica del telediario en la que ellos mismos eran las noticias. Ellos y todos los 2.850 trabajadores de la emisora. ¡°Cuando la noticia lleg¨® esta tarde no cogi¨® a todos por sorpresa¡±, comenta Antonis Alafogiorgos, uno de los presentadores del telediario. A¨²n maquillado y con la corbata algo descompuesta cuenta que en los primeros momentos se intent¨® hablar con representantes de este y de anteriores Gobiernos. ¡°La troika ha pedido los despidos en el sector p¨²blico y ellos les dan 2.800 despidos. Intentaremos resistir pero si lo han decidido lo har¨¢n¡±, asegura.
El comentario m¨¢s escuchado era que el golpe de mano del Ejecutivo liderado por Antonis Samar¨¢s solo quiere ocultar el fracaso del programa de privatizaciones, en concreto el fallido acuerdo con la rusa Gazprom para la adquisici¨®n de la empresa p¨²blica de Gas. ¡°Quieren mandar el mensaje de que pueden hacer lo que quieren¡±, dec¨ªa otro trabajador.
Fuera del edificio, los jardines frente a la entrada se fueron llenando de gente. Representantes de sindicatos, militantes de partidos pero tambi¨¦n mucha gente com¨²n. Irini Karidi, una ingeniera jubilada de 63 a?os, cogi¨® el coche en cuanto se enter¨® de la noticia e hizo los 15 kil¨®metros que separan su casa desde ERT para ir a defender lo que siente como un derecho. ¡°Nosotros pagamos por la televisi¨®n p¨²blica. Es la ¨²nica que ha quedado con una programaci¨®n cultural. No pueden hacer esto¡±, dec¨ªa Karidi. En torno a las siete de la tarde en las calles aleda?as se form¨® un atasco tan imprevisto como el mismo anuncio hecho por el Ejecutivo.
Muy pronto la protesta fuera de la sede se transform¨® casi en una fiesta. Algunos montaban una merienda a base de sovlaki, las famosas brochetas de carne tan populares aqu¨ª, y otros cantaban las canciones de Mikis Theodorakis, difundidas por unos altavoces. Una atm¨®sfera melanc¨®lica que a muchos record¨® otras ¨¦pocas. A Zela Ficura, de 59 a?os y militante del izquierdista Syriza, las banderas, la gente, los coros le recordaban a cuando en 1973 particip¨® en la revuelta estudiantil del Polit¨¦cnico de Atenas. ¡°Yo estaba ah¨ª. Y me detuvieron. Junto a otras 22 chicas nos llevaron a una comisar¨ªa y nos dejaron a las 22 en un espacio para dos personas¡±, contaba Ficura. ¡°Hay mucha gente. Y variada. Y s¨ª, yo soy de Syriza, pero he venido aqu¨ª sin banderas¡±.
Tras el apag¨®n y tras la suspensi¨®n de las conexiones a Internet, que dejaron de funcionar en el edificio de ERT apenas pasada la medianoche, los periodistas y los trabajadores se organizaron para seguir emitiendo al menos por sat¨¦lite y apoy¨¢ndose en otras emisoras. En la pantalla muchos periodistas griegos, no solo de la televisi¨®n p¨²blica, se turnaban para denunciar lo que consideran una violaci¨®n de los derechos constitucionales. As¨ª lo dec¨ªa el presidente de la Federaci¨®n de periodistas de Atenas, Dimitris Trimis: ¡°Esper¨¢bamos que pasara algo pero no de esta forma. Se tendr¨ªa que tener en consideraci¨®n que los medios privados est¨¢n todos en bancarrota y se mantienen gracias al apoyo de las elites econ¨®micas. Necesitamos una televisi¨®n p¨²blica, es un derecho constitucional¡±.
Vasilis Mitropulos, director de fotograf¨ªa de 37 a?os, lleva 11 a?os en la empresa y lo que m¨¢s le dolieron son las palabras que han acompa?ado el anuncio de la decisi¨®n del Ejecutivo con el portavoz del Gobierno, Simon Kedikoglu, que defini¨® la emisora como ¡°un caso ¨²nico de opacidad y despilfarro¡±. ¡°Han usado palabras de descalificaci¨®n, dando una imagen negativa de los trabajadores. Como si no fu¨¦ramos trabajadores honrados. Y no es justo. La calidad de la televisi¨®n p¨²blica y el trabajo que hacemos no se puede medir solo con el dinero¡±.
Entre los trabajadores que se agolpaban frente a la entrada de la emisora estaba tambi¨¦n la orquesta que, tras una ronda de intervenciones de apoyo, ocup¨® los escalones de la entrada y empez¨® a tocar el himno nacional griego. Yosif Ketenzian empez¨® a entonar las notas. Es bar¨ªtono en el coro donde tambi¨¦n trabaja su mujer, soprano. Tienen cuatro hijos y si les despiden no saben qu¨¦ van a hacer. Ganan, tras los recortes del 25% fruto de las medidas de austeridad de los ¨²ltimos tres a?os, 1.300 euros. ¡°Es desagradable lo que est¨¢n haciendo. Y lo que dice el ministro es mentira. La televisi¨®n p¨²blica es un patrimonio, es un trozo de nuestra historia. Un s¨ªmbolo nacional¡±. Y ahora tambi¨¦n otro s¨ªmbolo de los profundos cambios que la austeridad ha causado en la sociedad griega. Una pancarta colgaba de las ventanas del ¨²ltimo piso del edificio: ¡°Vamos pueblo. No agachemos la cabeza. La ¨²nica v¨ªa es resistir y luchar¡±.
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