Dilma Rousseff tiende la mano a los manifestantes de Brasil
La presidenta asegura que ha escuchado el mensaje de la calle, pero los manifestantes contin¨²an con las movilizaciones
Los manifestantes de Brasil sacaron a la calle el lunes a m¨¢s gente de las que ellos mismos podr¨ªan haber so?ado hace una semana y m¨¢s de lo que el Gobierno hab¨ªa previsto. Y lo hicieron de forma pac¨ªfica, salvo incidentes aislados de violencia. El grito de m¨¢s de 250.000 personas en 18 ciudades del pa¨ªs fue atendido finalmente por la presidenta del Gobierno. Tras guardar silencio durante diez d¨ªas, Dilma Rousseff elogi¨® el martes por la ma?ana ¡°la fuerza de la calle¡±. Durante un discurso pronunciado en el Palacio de Planalto asegur¨® que el Gobierno est¨¢ ¡°escuchando esas voces por el cambio¡±. Sin embargo, en las redes sociales continuaron convoc¨¢ndose protestas para los pr¨®ximos d¨ªas.
Horas despu¨¦s, Rousseff viaj¨® a Sa? Paulo para analizar la situaci¨®n junto a Lula da Silva y el alcalde de la ciudad, Fernando Haddad. Mientras celebraban la reuni¨®n en el aeropuerto de Congonhas, miles de personas se han vuelto a manifestar en S?o Paulo para reclamar lo mismo que el d¨ªa anterior: la retirada del aumento en las tarifas del transporte p¨²blico.
Por la ma?ana, Roussef hab¨ªa declarado que esas mismas voces ¡°traspasan los mecanismos tradicionales de las instituciones, de los partidos pol¨ªticos y de los propios medios de comunicaci¨®n¡±, pero dejan un mensaje n¨ªtido ¡°contra la corrupci¨®n y el uso indebido de dinero p¨²blico¡±. Rousseff se?al¨® que ese mensaje va dirigido a los gobernantes de todas las instancias y reivindica ¡°m¨¢s ciudadan¨ªa, mejores escuelas, hospitales, transporte p¨²blico de calidad y a un precio justo¡±. Y tambi¨¦n ¡°el derecho a influir en las decisiones de los Gobiernos¡±. La presidenta afirm¨® que las manifestaciones del lunes prueban la energ¨ªa de la democracia y el civismo del pueblo.
Y, en efecto, el lunes prim¨® el civismo. M¨¢s all¨¢ de las escenas aisladas de violencia, lo notable fue el orden y la paz con la que discurrieron las marchas. En R¨ªo de Janeiro un grupo de manifestantes invadi¨® la Asamblea Legislativa. En S?o Paulo, otro peque?o grupo fue repelido por las fuerzas de seguridad cuando intentaron invadir el Palacio de de Gobierno. En Porto Alegre, la polic¨ªa tuvo que dispersar con gas a varios manifestantes que apedrearon a los agentes. En Brasilia, decenas de manifestantes tomaron durante varios minutos el tejado del Congreso. Pero nada de eso logr¨® empa?ar la estampa de cientos de miles de personas caminando pac¨ªficamente por las principales avenidas del pa¨ªs. Hasta los canales que reproduc¨ªan una y otra vez las im¨¢genes de violencia reconoc¨ªan que, en su mayor parte, las manifestaciones discurrieron en paz.
Los manifestantes de S?o Paulo llevaban varios d¨ªas organizando la marcha en las redes. En la protesta del jueves se hab¨ªan registrado casi 150 heridos y m¨¢s de 200 detenciones. As¨ª que ahora se preparaban como pacifistas que van a una guerra. Montaron decenas de c¨¦dulas y en cada una de ellas se nombraba un ¡°pacificador¡± como coordinador de las acciones. Se asignaron equipos de m¨¦dicos, de abogados en caso de que hubiera detenciones y de comunicadores para informar con radio, im¨¢genes y v¨ªdeos en tiempo real. No quer¨ªan que la informaci¨®n quedase en manos de los grandes medios tradicionales que comenzaron tach¨¢ndoles de v¨¢ndalos. Habilitaron casas para distribuir la informaci¨®n al instante. Y se prepararon para vivir una jornada hist¨®rica.
Lo que arranc¨® el viernes 7 de junio en S?o Paulo como una protesta de 1.500 personas contra el anuncio del alcalde de subir la tarifa del transporte p¨²blico desde 3 a 3,20 reales (de 1,5 a 1,12 euros), el lunes se extendi¨® por todo el pa¨ªs. En R¨ªo de Janeiro se congregaron 100.000 personas y en S?o Paulo 65.000 personas.?Una cifra semejante no se ve¨ªa en la ciudad m¨¢s poblada de Brasil desde en agosto de 1992, cuando en las calles del pa¨ªs se ped¨ªa un juicio pol¨ªtico contra el presidente Fernando Collor de Melo.
¡°?Qu¨¦ coincidencia, no hay polic¨ªa y no hay violencia¡±, coreaban en S?o Paulo. A lo largo de m¨¢s de cinco horas y varios kil¨®metros decenas de miles de personas tuvieron que atravesar cruces donde aguardaban cientos de coches. La presencia policial en muchos de ellos era nula. Y sin embargo, casi nunca se abandon¨® el ambiente festivo. Los manifestantes pasaban entre los autos coreando ¡°?Sin, sin, sin¡ violencia!¡± y desde algunos autos los animaban con las bocinas.
Hab¨ªa cientos de manifestantes filmando y tuiteando todo lo que suced¨ªa ante sus ojos. Miles de ellos portaban cartulinas blancas con peque?os mensajes dirigidos al mundo. ¡°Quiero vinagre¡°, dec¨ªa uno. ¡°?Ser¨¢ que me ir¨¦ preso por llevar vinagre ilegal?¡±, preguntaba otro. La cuesti¨®n del vinagre explica un poco la torpeza con que se hab¨ªa manejado hasta entonces el control de los manifestantes por parte de la polic¨ªa, dependiente de la gobernaci¨®n de S?o Paulo, en manos del centrista Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB). El pasado jueves los convocantes hab¨ªan recomendado llevar vinagre para protegerse del gas lacrim¨®geno que pod¨ªa arrojar la polic¨ªa y los polic¨ªas terminaron deteniendo a gente por el simple hecho de llevar vinagre.
?La protesta contra el aumento del transporte se transform¨® en algo mucho m¨¢s potente y m¨¢s difuso a la vez. Pero el reclamo contra la subida sigue siendo en S?o Pablo el principal motivo de movilizaci¨®n. Por eso, el c¨¢ntico que m¨¢s se repiti¨® a lo largo de toda la tarde y parte de la noche fue el que invitaba a salir a la calle contra la subida de las tarifas.
?Dilma Rousseff escuch¨® el mensaje. Pero, como ella mismo advirti¨®, el mensaje no va dirigido s¨®lo a la presidenta, sino a todas las autoridades del pa¨ªs. Y no resulta f¨¢cil de asimilar. El propio jefe de Gabinete del Gobierno, Gilberto Carvalho, advirti¨® que a¨²n est¨¢n intentando comprender la complejidad de lo que ocurre. ¡°Si no somos sensibles vamos a ir a contramano de la historia¡±, se?al¨®.
Pero cuando se de las propuestas gen¨¦ricas de lucha contra la corrupci¨®n hacia las m¨¢s concretas, la soluci¨®n tampoco parece f¨¢cil. Fernando Haddad, el acalde de S?o Paulo, perteneciente como Rousseff al Partido de los Trabajadores, advirti¨® que la reducci¨®n en las tarifas podr¨ªa ir en detrimento de otras ¨¢reas como la educaci¨®n y la salud.
El Movimiento del Pase Libre, la organizaci¨®n que inici¨® las protestas, no est¨¢ dispuesto a tirar la toalla. ¡°Esta semana es clave para conseguir nuestro prop¨®sitos¡±, indic¨® a este peri¨®dico Luisa Mandetta, de 19 a?os, y miembro del Pase Libre. ¡°Vamos a convocar manifestaciones todos los d¨ªas. Ahora que el apoyo de tanta gente que mantener la actividad en la calle y no olvidar nuestro objetivo de que no se aumenten las tarifas. De lo contrario, todo esto no habr¨¢ servido de nada, seremos ignorados una vez m¨¢s como nos han ignorado desde 2005, cuando nacimos en el Foro Social Mundial¡±.
A ra¨ªz de las protestas, los alcaldes de Cuiab¨¢, Recife, Jo?o Pessoa y Porto Alegre anunciaron una reducci¨®n de las tarifas. Y Dilma Rousseff decidi¨® viajar a S?o Paulo para estudiar con el expresidente Lula da Silva una salida a la situaci¨®n. El alcalde de la ciudad se reuni¨® por primera vez con varios representantes del Pase Libre. Pero no hab¨ªa muchas esperanzas entre ellos de que el Ayuntamiento diera marcha atr¨¢s. Al cierre de esta cr¨®nica, la lucha contin¨²a.?Compleja, ambiciosa y sin l¨ªderes. Pero contin¨²a.
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