Entre la fuerza bruta y la parsimonia policial
Tras los excesos cometidos la semana pasada en S?o Paolo, los agentes se muestran m¨¢s permisivos ante los actos vand¨¢licos
El aumento en las tarifas del transporte p¨²blico en S?o Paulo y R¨ªo de Janeiro ha sido retirado, pero no todo el mundo est¨¢ dispuesto a retirarse de la calle. Mientras las autoridades de las dos ciudades m¨¢s pobladas de Brasil anunciaban a las siete de la tarde la revocaci¨®n de las subidas, la polic¨ªa antidisturbios se enfrentaba a un grupo de manifestantes en Niter¨®i, una localidad situada en el ¨¢rea metropolitana de R¨ªo de Janeiro. En S?o Paulo, despu¨¦s del anuncio, unas mil personas caminaban de forma pac¨ªfica por la Avenida Paulista, la principal arteria de la ciudad, sin que la polic¨ªa lo impidiera. Eso era impensable hace s¨®lo cuatro d¨ªas.
Millones de ojos est¨¢n examinando ahora mismo la actuaci¨®n de la Polic¨ªa Militar, despu¨¦s de que el pasado jueves en S?o Paulo reprimieran una manifestaci¨®n de apenas 5.000 personas con el saldo de m¨¢s de 100 heridos y 230 detenidos. Aquella acci¨®n marc¨® un antes y un despu¨¦s en el desarrollo de la protesta. A partir de ah¨ª, las adhesiones a la protesta se expandieron como nadie hab¨ªa previsto. La manifestaci¨®n de la siguiente jornada, la del lunes 17, logr¨® convocar a 230.000 personas en todo el pa¨ªs, cifra que no se recordaba en varias d¨¦cadas. Desde entonces, las autoridades se cuidaron de recurrir a la polic¨ªa de choque solo en casos de extrema necesidad.
El martes por la noche en S?o Paulo 50.000 personas se manifestaron pac¨ªficamente en la Avenida Paulista. Mientras, varias decenas asediaron el ayuntamiento, forzaron a cien agentes municipales a encerrarse dentro junto a unos 200 funcionarios, los mantuvieron cercados durante unas tres horas, incendiaron el cami¨®n de un canal de televisi¨®n evang¨¦lico que se encontraba a las puertas del Ayuntamiento, saquearon 29 tiendas y varias sucursales bancarias¡ Y todo eso, ante la sola presencia de varios helic¨®pteros de la Polic¨ªa Militar del Estado de S?o Paulo que observaban la escena all¨¢ en lo alto.
Este cronista, al que le toc¨® vivir el episodio desde el interior del edificio, pudo comprobar c¨®mo fue cambiando el ¨¢nimo entre algunos de los empleados municipales. Lo que al principio se ve¨ªa con humor se transform¨® en preocupaci¨®n y despu¨¦s en miedo indisimulado para algunos. Varios manifestantes intentaron aplacar a los violentos, volvieron a colocar las vallas de protecci¨®n del edificio en su sitio y crearon un cord¨®n de seguridad. Pero los m¨¢s radicales terminaron imponi¨¦ndose. Y la polic¨ªa de choque no aparec¨ªa.
Los funcionarios llamaban a sus familiares para tranquilizarlos, pero la tranquilidad no lleg¨® hasta que aparecieron los antidisturbios de la Polic¨ªa Militar y los helic¨®pteros descendieron varios metros para iluminar las escenas de vandalismo entre el humo del fuego y los gases lacrim¨®genos. El resultado fue la detenci¨®n de 63 personas y el desv¨ªo de la atenci¨®n medi¨¢tica hacia las escenas de violencia.
Al d¨ªa siguiente, el alcalde, Fernando Haddad, quien hab¨ªa criticado a la polic¨ªa tras los m¨¢s de cien heridos registrados en la manifestaci¨®n del jueves, justific¨® ahora su manera de proceder. Indic¨® que los agentes actuaron con ¡°mucha parsimonia¡± porque trataron de preservar la integridad de las personas y evitar que los inocentes paguen por los actos de otras personas que no est¨¢n preparadas para la vida democr¨¢tica¡±.
Desde el pasado jueves, no ha faltado ni un d¨ªa en que las autoridades pol¨ªticas no se vean obligadas a elegir entre la parsimonia y la acci¨®n efectiva de choque. Horas antes de que se anunciara la derogaci¨®n de las subidas en R¨ªo de Janeiro y S?o Paulo, la polic¨ªa se enfrent¨® a cientos de manifestantes cuando intentaban aproximarse al estadio de Castel?o, en la ciudad de Fortaleza, donde jugaron las selecciones de Brasil y M¨¦xico.
Cinco de las seis ciudades en las que se celebra la Copa solicitaron al Gobierno el env¨ªo de polic¨ªas de la Fuerza Nacional. El Distrito Federal, Belo Horizonte, Salvador de Bahia, R¨ªo de Janeiro y Fortaleza fueron inmediatamente reforzadas. Las autoridades prefieren tener a las fuerzas de choque bien cerca. Por si acaso.
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