Siria reaviva el conflicto chi¨ª-sun¨ª en toda la regi¨®n
El componente sectario de la guerra desata una lucha de poder por la supremac¨ªa en Oriente Pr¨®ximo
![?ngeles Espinosa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F32bb7ff4-537e-43ea-9dab-0cb3f83ba60b.png?auth=fe7906998c48e4418837148be26d16b394f20655dd6a58f57c74c79fe3150bd9&width=100&height=100&smart=true)
![Atentado con coche bomba en un barrio chií de Bagdad.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/45GDELKASHCFCOITMD6CAK6KEI.jpg?auth=f93b32b2d87ef8cdd641c6f17349ba6f589a286775e337ce9e6928d87a9a9c35&width=414)
La presencia de combatientes chi¨ªes de varios pa¨ªses alrededor del santuario de Sayeda Zeinab, a las afueras de Damasco, ha llevado a sus rivales sun¨ªes a alertar de una yihad chi¨ª (aunque hasta ahora los ¨²nicos llamamientos a la guerra santa provienen de ¨¦stos). El conflicto civil en Siria ha reavivado las tensiones latentes entre esas dos ramas del islam y el temor a que el enfrentamiento confesional incendie la regi¨®n m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Algunos agoreros hablan de un redise?o del mapa de Oriente Pr¨®ximo. Sin embargo, y aunque el lenguaje sectario est¨¢ adquiriendo niveles preocupantes, m¨¢s que una guerra de religi¨®n se trata de una lucha por la supremac¨ªa regional.
Quienes auguran el desbordamiento del conflicto apuntan a la reanudaci¨®n de la violencia confesional en Irak, los enfrentamientos intercomunitarios en las ciudades libanesas de Tr¨ªpoli y Sid¨®n, o el reciente linchamiento de cuatro chi¨ªes en Egipto. Hay analistas que han llegado a vincular la elevada participaci¨®n de los alev¨ªes en el movimiento de indignados de Turqu¨ªa con su malestar por el apoyo de Erdogan a los rebeldes sun¨ªes en lSiria.
¡°Va a redibujarse el mapa regional seg¨²n lo que suceda en Siria y en funci¨®n de esa divisi¨®n entre sun¨ªes y chi¨ªes¡±, afirma Theodore Karasik, director del Institute for Near East and Gulf Military Analysis (INEGMA) en Dub¨¢i. No es la primera vez en esta ¨²ltima d¨¦cada que o¨ªmos una advertencia similar. Pero a diferencia de lo que ocurriera en Irak, Karasik se?ala que en Siria ¡°se est¨¢n destruyendo santuarios y monumentos con profundo significado para ambas confesiones, lo que est¨¢ a?adiendo tensi¨®n al enfrentamiento¡±.
De ah¨ª la importancia de Sayeda Zeinab. Para los piadosos chi¨ªes, el simbolismo de este lugar es casi tan fuerte como el de la batalla por la sucesi¨®n del profeta que se libr¨® en Kerbala en el siglo VII, y que dej¨® dividido el islam. Los ganadores sun¨ªes secuestraron y vejaron a Zeinab, la nieta de Mahoma, que los derrotados chi¨ªes creen enterrada en ese santuario.
¡°No pueden dej¨¢rsela arrebatar una segunda vez¡±, explica Ali al Ahmed, director del Institute for Gulf Affairs en Washington. Sin embargo, Al Ahmed niega que estemos ante una guerra de religi¨®n como las que enfrentaron a cat¨®licos y protestantes en la Europa del siglo XVII. ¡°Se trata de sucesos muy limitados en los que participa un porcentaje m¨ªnimo de la poblaci¨®n. La ret¨®rica viene sobre todo de las monarqu¨ªas del Golfo, que est¨¢n utilizando el sectarismo para mantener a las poblaciones ocupadas y que no cuestionen su poder¡±, asegura convencido de que lo que est¨¢ en juego es ¡°una redistribuci¨®n del poder, no las fronteras¡±.
Sin duda hay combatientes, tanto chi¨ªes como sun¨ªes, que viajan a Siria porque consideran que es su deber religioso. Interpretaciones literales y extremistas de ambas confesiones alientan esas actitudes. Pero no estamos en el siglo VII.
¡°Ambos bandos en este conflicto usan la religi¨®n para promover sus intereses geopol¨ªticos¡±, opina Meir Javedanfar, analista del Centro Interdisciplinario Herzliya en Israel. Javedanfar pone como ejemplo que tras el linchamiento de los chi¨ªes en El Cairo, ¡°el Gobierno iran¨ª no ha reaccionado porque sus relaciones con Egipto son m¨¢s importantes que la seguridad de los chi¨ªes egipcios¡±. De igual modo, defiende que ¡°el r¨¦gimen iran¨ª apoya a Bachar el Asad porque le proporciona una base pol¨ªtica en el Mediterr¨¢neo y le permite enviar armas a Hezbol¨¢; le hubiera dado igual si El Asad fuera sun¨ª siempre que estuviera dispuesto a ayudarle¡±.
Los gobernantes ¨¢rabes, en particular la familia real de Arabia Saud¨ª, temen que si prevalece El Asad, Ir¨¢n consolide su influencia en una regi¨®n que consideran su patio trasero. M¨¢s all¨¢ de que los monarcas saud¨ªes se hayan arrogado el liderazgo de la rama sun¨ª del islam (mayoritaria entre los 1.300 millones de musulmanes) y que la Rep¨²blica Isl¨¢mica aspire a ser el faro de los chi¨ªes (una s¨¦ptima parte del total), la rivalidad entre ambos pa¨ªses estall¨® a ra¨ªz de la revoluci¨®n iran¨ª de 1979. La invasi¨®n de Irak en 2003 fue la gota que colm¨® el vaso al entregar el basti¨®n iraqu¨ª a su mayor¨ªa chi¨ª, lo que alent¨® la tesis del famoso arco chi¨ª, la continuidad territorial de esa comunidad desde Ir¨¢n hasta el Mediterr¨¢neo.
Todos los pa¨ªses de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga tienen minor¨ªas chi¨ªes que sus gobernantes sun¨ªes ven como una posible quinta columna. De ah¨ª el recelo, a menudo exagerado hasta la paranoia, ante cualquier amenaza, real o percibida, de la otra orilla del golfo P¨¦rsico. De ah¨ª tambi¨¦n, el env¨ªo de tropas saud¨ªes para aplastar la primavera de Bahr¨¦in, d¨®nde los chi¨ªes son mayor¨ªa como en Irak. Pero ha sido la entrada de Hezbol¨¢ en el conflicto sirio lo que ha desatado todas las alarmas.
¡°La revoluci¨®n en Siria ha revelado la verdad sobre Hezbol¨¢ y sus chi¨ªes, que est¨¢n pose¨ªdos por el demonio¡±, ha dicho el influyente cl¨¦rigo sun¨ª Yussuf al Qaradawi para justificar la necesidad de una yihad, ante el benepl¨¢cito de varios ulemas saud¨ªes y egipcios. Los propagandistas sun¨ªes han equiparado ser miembro de ese grupo con chi¨ª y chi¨ª con terrorista. M¨¢s grave a¨²n, las autoridades parecen compartir el argumento. 18 libaneses chi¨ªes han sido expulsados de Qatar la semana pasada, despu¨¦s de que el Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo (que agrupa a las seis petromonarqu¨ªas ¨¢rabes) anunciara medidas contra ¡°los permisos de residencia y las transacciones comerciales y financieras de Hezbol¨¢¡±.
Sin negar la gravedad de la situaci¨®n, el analista Karl Sharro considera improbable la partici¨®n de Siria o Irak. ¡°No hay movimientos para una secesi¨®n confesional¡±, ha defendido en The National. En su opini¨®n, ¡°el v¨ªnculo entre el aumento del sectarismo y fragmentaci¨®n pol¨ªtica es una tenue extrapolaci¨®n basada m¨¢s en el miedo que en verdaderos indicios¡±. Adem¨¢s, asegura, tanto en esos pa¨ªses como en L¨ªbano, ¡°los conflictos sectarios representan luchas de poder internas, dentro de las fronteras nacionales¡±.
Ese argumento encuentra apoyo en las alianzas interconfesionales que existen tanto en Irak como en L¨ªbano. Adem¨¢s, ni una ni otra comunidad son en absoluto homog¨¦neas. Existen grandes rivalidades entre los sun¨ªes y entre los chi¨ªes, no solo dentro de cada pa¨ªs sino tambi¨¦n a nivel regional. Como ha escrito en estas mismas p¨¢ginas el director de FRIDE, Richard Youngs, ¡°en lugar de ser una realidad sociol¨®gica muy arraigada, la divisi¨®n entre sun¨ªes y chi¨ªes es en ocasiones fabricada o exagerada por algunos reg¨ªmenes para legitimarse y es usada como herramienta para lograr intereses nacionales¡±.
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