M¨¢s democracia
Lo ocurrido estos dram¨¢ticos d¨ªas en Egipto es la continuaci¨®n del dominio ininterrumpido ejercido por los militares. La vuelta a la clandestinidad de los islamistas ser¨ªa un desastre, no solo para Egipto
El Ej¨¦rcito egipcio no es el salvador de la patria ni la conciencia de la naci¨®n, como ha afirmado el nuevo presidente t¨ªtere de la mayor naci¨®n ¨¢rabe, sino el autor de un golpe de Estado de libro que ha puesto fin a un Gobierno elegido democr¨¢ticamente por primera vez en la milenaria historia del pa¨ªs del Nilo. Lo ocurrido estos dram¨¢ticos d¨ªas en Egipto es la continuaci¨®n del dominio ininterrumpido ejercido por los militares desde que el coronel Nasser y sus j¨®venes oficiales derrocaron a la monarqu¨ªa en 1952. Desde entonces gobiernan el pa¨ªs lucr¨¢ndose con su corrupto manejo de sectores importantes de la econom¨ªa. No est¨¢ de m¨¢s viendo las ambiguas e hip¨®critas reacciones de bastantes pa¨ªses democr¨¢ticos, equidistantes entre los golpistas y Morsi, recordar lo elemental. Obama, satisfecho sin poder decirlo, se ha mostrado ¡°profundamente preocupado¡± por la acci¨®n militar pero no lo suficiente para condenar el golpe. Es impensable que el general Al Sissi se lanzara a darlo sin el placet de Washington, que suministra a los militares egipcios 1.000 millones de euros anuales de ayuda. La democracia implica sobre todo el respeto a la voluntad expresada mayoritariamente en las urnas, son exclusivamente los ciudadanos quienes deciden su futuro y no los militares, subordinados al poder civil. En Espa?a necesitamos un 23-F para resolverlo. Los pretorianos egipcios se han cre¨ªdo los int¨¦rpretes del pueblo y han decidido que Morsi no cumpl¨ªa lo que la calle esperaba. ?Cu¨¢ntos gobiernos democr¨¢ticos aguantar¨ªan esta prueba del algod¨®n de promesas incumplidas? Una ola de indignaci¨®n en Espa?a saca del poder a Rajoy con su mayor¨ªa absoluta, por el incumplimiento de su programa electoral, el control del poder judicial, la insufrible tasa de paro, y los recortes en sanidad y educaci¨®n. Y este tsunami populista es ejecutado por el Ej¨¦rcito.
La ignominia democr¨¢tica perpetrada en Egipto: abolici¨®n de la Constituci¨®n, arresto del presidente leg¨ªtimo, y de decenas de dirigentes pol¨ªticos islamistas, el cierre de tres canales de televisi¨®n partidarios de Morsi, ha contado con un gran apoyo popular siendo celebrada con fuegos artificiales en la plaza Tahir. Ocurri¨® lo mismo en Chile en 1973 donde Allende pag¨® con su vida el golpe de Pinochet. Morsi a ¨²ltima hora tambi¨¦n prometi¨® pagar con su sangre la defensa de la legitimidad. No fue necesario. Los mismos polic¨ªas que torturaron y asesinaron a los j¨®venes que hace dos a?os se levantaron contra el dictador Mubarak, otro militar, y el mismo Ej¨¦rcito que intent¨® hasta el final defender al antiguo rais, para finalmente abandonarlo y convertirse en Junta Militar conservando su gran poder en el nuevo r¨¦gimen, son lo que ahora han permitido la quema de la sede de los Hermanos Musulmanes en el Cairo sin intervenir, y las violaciones en la plaza Tahir para demostrar el caos que justificaba su intervenci¨®n. El Ej¨¦rcito fue una mala comadrona de la democracia en 2011 y volver¨¢ a serlo ahora. Las masas hoy ebrias de contento se desencantar¨¢n, lo mismo que lo lamentar¨¢n los pol¨ªticos laicos que no fueron capaces de ganar las elecciones y ahora vergonzantemente se han prestado a la mascarada anticonstitucional, posando junto al golpista general Al Sissi, para salvar presuntamente al pa¨ªs de una guerra civil.
En la primavera democr¨¢tica de El Cairo, la calle ped¨ªa pan, trabajo y dignidad. Morsi no ha dado al pueblo ni pan ni trabajo. La situaci¨®n econ¨®mica es ca¨®tica, uno de cada dos egipcios est¨¢n bajo el nivel de la pobreza, establecido en 1,54 euros al d¨ªa; el turismo, la principal fuente de ingresos, se ha desplomado; la criminalidad se dispara; sube el precio de la gasolina a pesar de estar subvencionada; los cortes de electricidad son frecuentes; se retrae la inversi¨®n exterior, compensada en parte por generosos fondos saud¨ªes y de Catar, los hermanos sun¨ªes. La nueva democracia no ha dado de comer. Morsi ha incumplido sus promesas de reconciliaci¨®n polarizando al pa¨ªs. Se arrog¨® poderes extraordinarios y fabric¨® una constituci¨®n excluyente a medida del islamismo.
?Qui¨¦n debe adaptarse, la sociedad moderna al Cor¨¢n o al rev¨¦s? Morsi no quiso o no pudo poner en su sitio al Estado profundo, los servicios de inteligencia y seguridad, el poder judicial contaminado por los nost¨¢lgicos de Mubarak, que vieron siempre a los hermanos musulmanes como unos intrusos ileg¨ªtimos. Pero su incompetencia no justifica la sustituci¨®n de las urnas por las bocachas de los fusiles. La vuelta a la clandestinidad de los islamistas ser¨ªa un desastre no solo para Egipto. Conviene recordar: en 1991 se produjo por primera vez el triunfo democr¨¢tico de una opci¨®n pol¨ªtica isl¨¢mica, la del FIS en Argelia, las elecciones fueron anuladas y una guerra civil de diez a?os se sald¨® con 200.000 muertos. ?Son compatibles el islamismo y la democracia? ?Qu¨¦ hacer cuando solo la democracia no basta? M¨¢s democracia.
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