La intervenci¨®n de Obama rompe el tab¨²
Las declaraciones del presidente, tras un largo y criticado silencio desde el fallo, propician la reflexi¨®n sobre la discriminaci¨®n en Estados Unidos
Dicen los consejeros de Barack Obama que tras el veredicto exculpatorio de George Zimmerman, el presidente no pod¨ªa esconder su ansia por abordar el tema de la raza como no lo hab¨ªa hecho desde su campa?a para la Casa Blanca en 2008. Obama fue elegido y reelegido por una coalici¨®n multirracial ¡ªy una gran mayor¨ªa de j¨®venes a su lado¡ª con la promesa de que una sociedad mejor era posible y ¨¦l ser¨ªa el arquitecto que dise?ase los puentes necesarios para unir las distintas Am¨¦ricas que viven en Estados Unidos.
Dicen que Obama dio el paso de hablar y convertirse en el primer presidente en referirse claramente a lo que es ser negro en EE UU ¡ªaunque hoy ostente el poder que otorga la Casa Blanca¡ª tras conocerse el veredicto de inocencia de Zimmerman como John F. Kennedy decidi¨® promover los derechos civiles tras contemplar al borde de la n¨¢usea una imagen del diario The New York Times que en 1963 mostraba a un perro polic¨ªa mordiendo el est¨®mago de un joven negro en los disturbios raciales de Birmingham (Alabama) que incendiaron el sur del pa¨ªs en los a?os sesenta.
Pero despu¨¦s de que un jurado compuesto por seis mujeres dejara en libertad a un hombre ¡ªblanco de madre latina¡ª acusado de matar a un joven ¡ªnegro y desarmado¡ª, el primer presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos se limit¨® a emitir un fr¨ªo comunicado en el que llamaba a la calma, manifestaba su compasi¨®n hacia la v¨ªctima y apuntaba a la necesidad de un debate en el pa¨ªs sobre la tenencia de armas. Pura correcci¨®n pol¨ªtica y ni rastro de cercan¨ªa o reflexi¨®n sobre el momento que viv¨ªa la naci¨®n. Sus votantes, sobre todo sus votantes negros, esperaban m¨¢s.
A partir de ese momento, activistas negros y asociaciones de derechos civiles reclamaron una reacci¨®n del presidente, una declaraci¨®n que hiciera oficial la rabia y la frustraci¨®n que sent¨ªa su comunidad. El hecho adem¨¢s de que Obama sacara el antiguo abogado constitucionalista que todav¨ªa vive en ¨¦l y calificara de profesional el proceder de la juez y de bien instruido al jurado no ayud¨® a tranquilizar a todo un segmento de la poblaci¨®n que ve¨ªa en el caso Zimmerman una repetici¨®n del pasado y la perpetuaci¨®n de escenas del pasado racista que ahogan todav¨ªa a este pa¨ªs.
Cuando se estudiaba la mejor log¨ªstica para acomodar el deseo presidencial de hacerse o¨ªr pero siendo conscientes de que la raza es, quiz¨¢, el asunto que m¨¢s divide y polariza a la sociedad norteamericana, la Casa Blanca vio una oportunidad dorada para abordar el asunto en las cuatro entrevistas que Obama iba a mantener el martes con otros tantos canales de televisi¨®n hispanos. Pero erraron en el c¨¢lculo, ya que, sorprendentemente, ninguno de los cuatro periodistas de los canales pregunt¨® al mandatario por el pol¨¦mico veredicto y se limitaron a llevar al presidente al terreno de su lucha, la reforma migratoria.
La siguiente opci¨®n fue la que finalmente se escenific¨® el viernes durante la rueda de prensa diaria del portavoz de la Casa Blanca. Tras el sello presidencial que preside el podio, Obama habl¨® durante 18 intensos minutos para ofrecer una reflexi¨®n ¡ªno escrita en ning¨²n teleprompter¡ª sobre lo que significa ser un joven negro en el Estados Unidos del siglo XXI, para lo que recurri¨® a la experiencia personal y reconoci¨® que ¨¦l mismo, 35 a?os atr¨¢s, podr¨ªa haber sido Trayvon Martin.
Si el suspiro de alivio se hubiera podido medir habr¨ªa sido muy intenso. La comunidad afroamericana respir¨®. El reverendo Jesse Jackson dec¨ªa que Obama no ten¨ªa otra salida que enfrentarse a la realidad. Al Sharpton, reverendo que estos d¨ªas viste muchos uniformes distintos ¡ªdesde activista hasta presentador televisivo y promotor de las marchas en EE UU que piden justicia para Martin¡ª, se congratulaba de que, por fin, Obama hubiera usado su cargo para hacer o¨ªr lo que siente toda una comunidad.
Alivio y satisfacci¨®n. Su l¨ªder ejerc¨ªa su influencia desde el p¨²lpito m¨¢s poderoso de la naci¨®n y llamaba a la reflexi¨®n en sus comentarios m¨¢s intensos, profundos y amplios sobre la raza desde que asumi¨® la presidencia.
Quedaba al descubierto, expuesto, el valor a?adido de tener un presidente negro: alguien que entiende la narrativa de lo sucedido y que adem¨¢s puede explicarlo al pa¨ªs desde un lugar privilegiado. Respiraban.
Por supuesto, siempre es ¡°demasiado tarde y demasiado poco¡± para alguien y las voces progresistas m¨¢s cr¨ªticas con el presidente le acusaban de gobernar al dictado de los acontecimientos y desde la retaguardia. Como el presidente tambi¨¦n utiliz¨® el episodio para recordar que la cultura de las armas sigue sumando muchas v¨ªctimas inocentes, defensores ac¨¦rrimos de la interpretaci¨®n de la segunda enmienda que aseguran que les garantiza el derecho constitucional a armarse vieron en las palabras del mandatario un intento torticero de explotar un debate hasta l¨ªmites insospechados.
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