¡°Ser¨¦ el santo m¨¢rtir de la justicia¡±
El ex primer ministro italiano atribuye a la manipulaci¨®n pol¨ªtica de los jueces los m¨¢s de 30 procesos que se han abierto contra ¨¦l en 16 a?os
En su tono de chanza habitual, Silvio Berlusconi dijo hace unos meses que cuando terminen todos sus l¨ªos con la justicia no sabr¨¢ qu¨¦ hacer los fines de semana, porque desde hace 16 a?os dedica las ma?anas de los s¨¢bados e incluso de algunos domingos a preparar su defensa con el jefe de su equipo de abogados, Niccol¨° Guedini. Pero no parece probable que ese oasis de aburrimiento llegue. El pol¨ªtico y magnate es consciente de que, a sus 76 a?os de edad y con tal cantidad de procesos todav¨ªa pendientes ¡ªcaso Ruby, condenado en primera instancia a siete a?os de c¨¢rcel por proxenetismo y abuso de autoridad; caso Unipol, un a?o por filtraci¨®n de escuchas ilegales; caso De Gregorio, acusado de soborno¡¡ª, no le quedar¨¢ otra soluci¨®n que arrastrar hasta el final de sus d¨ªas esa pesada cadena. As¨ª que el viejo zorro, gran conocedor de la idiosincrasia italiana, ha logrado lo que en otro pa¨ªs del mundo ser¨ªa dif¨ªcilmente imaginable: convertir sus trapos sucios judiciales en un combustible eficaz para la ¨²ltima etapa de su carrera pol¨ªtica. Lo m¨¢s alucinante, y tambi¨¦n lo m¨¢s triste para Italia, es que funciona.
Basta darse un paseo por las calles de Roma ¡ªo echar un vistazo a los resultados de las ¨²ltimas elecciones generales¡ª para comprobar que Berlusconi ha logrado vender un producto de l¨ªnea infantil: no es que ¨¦l tenga ¡°propensi¨®n a cometer delitos¡± ¡ªpalabras textuales de la sentencia Mediaset¡ª, sino que ¡°los jueces comunistas¡±, y no digamos ¡°las fiscales comunistas y feministas¡±, la tienen tomada con ¨¦l. No es que incurriera en un delito de falso testimonio ¡ªdespu¨¦s amnistiado¡ª con respecto a la logia mas¨®nica P2, ni que pagara comisiones al primer ministro Bettino Craxi ¡ªdelito prescrito¡ª, ni que practicara falsas contabilidades ¡ªdelito despenalizado durante sus gobiernos¡ª, ni que se viera envuelto en varios intentos de corrupci¨®n a jueces ¡ªcaso Mondadori¡ª, ni que negociara con la Mafia siciliana su inmunidad y la de su familia a trav¨¦s de su amigo del alma Marcello Dell¡¯Utri, quien coloc¨® como jefe de seguridad de la mansi¨®n de Arcore ¡ªaquella que luego se convertir¨ªa en uno de los escenarios del despiporre berlusconiano¡ª a Vittorio Mangano, un mafioso con papeles. Nada de eso es cierto. Tampoco que, al estilo de su amigo Muamar el Gadafi, dispusiera de un ej¨¦rcito de j¨®venes amazonas bien dispuestas y bien pagadas para alegrarle la senectud, ni que para sacar a una de ellas de un feo encontronazo con la polic¨ªa de Mil¨¢n llamara desde Par¨ªs ¡ªdonde se encontraba en viaje oficial como jefe del Gobierno de Italia¡ª y se escudara en su autoridad y en sus mentirijillas ¡ªdijo que la llamada Ruby Robacorazones, menor de edad, era sobrina del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak¡ª para que la dejaran en libertad. Nada de todo esto ¡ªsolo un resumen de sus andanzas por el borde de la ley¡ª es cierto, sino una burda invenci¨®n de las fiscales feministas y de los jueces comunistas que, en conspiraci¨®n con una prensa mentirosa y amarilla, intentan por todos los medios aquello que el centroizquierda jam¨¢s ha logrado: apartarlo de la vida pol¨ªtica.
Esto, que a un profano le podr¨ªa parecer una caricatura de trazo grueso de la verdadera situaci¨®n pol¨ªtica italiana, no lo es. En sus ¨²ltimas declaraciones antes de encerrarse en el romano palacio Grazioli para esperar la sentencia definitiva del caso Mediaset, Silvio Berlusconi advirti¨®: ¡°Aunque me condenen, vencer¨¦ la guerra de estos 20 a?os. Al final, yo ser¨¦ el santo m¨¢rtir de la mala justicia italiana¡±. O lo que es lo mismo: da igual que el veredicto ¡ªel de Mediaset o cualquier otro¡ª sea favorable o adverso. Absuelto, ser¨¢ la prueba de su inocencia. Condenado, ser¨¢ la prueba de la culpabilidad de los jueces. Uno de sus leales, Fabrizio Cicchitto, jefe de los diputados del Pueblo de la Libertad (PDL) en la C¨¢mara de Diputados, resume en un par de frases la teor¨ªa berlusconiana sobre los desencuentros del l¨ªder con la justicia: ¡°Cuando un l¨ªder, desde el momento en que salta a la arena pol¨ªtica, se convierte en objeto de m¨¢s de 30 procedimientos judiciales, las alternativas son dos: o nos encontramos frente a un serial killer o nos encontramos frente a un grav¨ªsimo, prolongado, sistem¨¢tico uso pol¨ªtico de la justicia que ha alterado y todav¨ªa altera la normalidad de la vida pol¨ªtica italiana¡¡±.
El problema, o al menos la peculiaridad de la vida pol¨ªtica italiana desde hace dos d¨¦cadas, es que una buena parte de la poblaci¨®n se cree a pie juntillas la versi¨®n de Berlusconi. Desde que aterriz¨® en la pol¨ªtica, los resultados electorales se pueden dividir en dos: las veces que ha ganado Berlusconi y las veces que, aun venciendo, ha perdido el centroizquierda. Il Cavaliere siempre se las ha arreglado ¡ªpor las buenas o por debajo de la mesa¡ª para hacer fracasar a sus rivales. Adem¨¢s de su innegable habilidad ¡ª¡°es el mejor pol¨ªtico de Italia¡±, lleg¨® a admitir sin iron¨ªa Mario Monti durante la ¨²ltima refriega electoral¡ª, Berlusconi ha contado a su favor con un gran altavoz medi¨¢tico, formado por las televisiones que le pertenecen y por aquellas que, como la RAI, manipul¨® sin sonrojo cuando fue primer ministro. Todo ello fue posible, adem¨¢s, porque el centroizquierda italiano ¡ªm¨¢s pendiente de sus peleas internas que de las necesidades del pa¨ªs¡ª no se atrevi¨® jam¨¢s a aplicar la legislaci¨®n para evitar el conflicto de intereses en el que Berlusconi, magnate y pol¨ªtico al mismo tiempo, lleva incurriendo desde que irrumpi¨® en la pol¨ªtica. Pero esa, claro, es otra historia.
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