Tras el golpe, la locura
Los Hermanos Musulmanes no se iban a retirar voluntariamente del escenario, cuando se les ha arrebatado el Gobierno
Qui¨¦n contase con que los Hermanos Musulmanes se iban a retirar voluntariamente del escenario pol¨ªtico, y hasta de la calle misma, cuando se les ha arrebatado la presidencia y el Gobierno de la naci¨®n, es que desconoce su capacidad de resistencia. No es el caso del Ej¨¦rcito y la clase pol¨ªtica egipcios, que contaban con su aguante y han obrado consecuentemente, echando un ¨®rdago. La brutal represi¨®n era cuesti¨®n de tiempo, y el tiempo era el final de Ramad¨¢n. El caos no pod¨ªa llegar en el mes sagrado pero era inevitable a su conclusi¨®n. Y ha ocurrido solo dos d¨ªas despu¨¦s del fin de las festividades.
Creer que la democracia y la revoluci¨®n son posibles en un Egipto con los hermanos acallados, es un absurdo ejercicio de posibilismo. Hemos tenido un ejemplo en las buenas intenciones de la mediaci¨®n internacional. Lo efectivo habr¨ªa sido condenar el golpe desde el principio y que la comunidad internacional exigiese la reposici¨®n de Morsi. El Ej¨¦rcito egipcio no es una fuerza pol¨ªtica que se avenga a razones. Y ha pasado lo que ten¨ªa que pasar, la tragedia era inevitable.
Los militares, tras el golpe de Estado, se hallaban en un callej¨®n sin salida. Ni pod¨ªan dar marcha atr¨¢s ni ten¨ªan posibilidades de ofrecer un futuro democr¨¢tico a Egipto. Y lo m¨¢s sangrante es que se han visto aupados por las fuerzas a las que durante a?os han reprimido: los naseristas, los liberales, el centroizquierda y hasta la izquierda radical, que ahora se asoman al abismo.
Las matanzas, el estado de excepci¨®n, el toque de queda y el fin de las libertades parecen el escenario natural tras un golpe de Estado. El proceso del golpe cl¨¢sico se ha consumado. Desde hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, el pensamiento del Ej¨¦rcito siempre ha sido el mismo: nosotros o el caos. Cada d¨ªa de presidencia de Morsi dej¨® claro que el problema no era Mubarak sino el Ej¨¦rcito mismo. Morsi mir¨® para otro lado y lo pag¨® caro.
En las actuales circunstancias ?Puede pensarse que la revoluci¨®n contin¨²a, como pretend¨ªa la masa de manifestantes que aclam¨® la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito? Por parad¨®jico que parezca, son los Hermanos Musulmanes quienes han mantenido el esp¨ªritu de la revoluci¨®n tras el golpe, con sus acampadas y su protesta pac¨ªfica. Ahora lo que el Ej¨¦rcito pretende es clausurar la calle, lugar de todo el proceso revolucionario. Pero ello no ser¨¢ posible sin m¨¢s matanzas, los hermanos no van a esconderse. Su presente y su futuro pasan por la v¨ªa pol¨ªtica, no la obra social y la piedad religiosa del pasado.
Egipto se adentra en el abismo. Es mucho lo que est¨¢ en juego. Ha llegado el momento de una presi¨®n internacional efectiva y de que las fuerzas pol¨ªticas que derrocaron a Morsi demuestren su talante democr¨¢tico reconociendo la represi¨®n y exigiendo su fin. Hoy m¨¢s que nunca est¨¢ en sus manos el futuro del pa¨ªs. Porque al Ej¨¦rcito solo le queda reprimir y a los hermanos dejarse matar.
Luz G¨®mez Garc¨ªa es profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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