Brasil rompe un tab¨²
Quiz¨¢s salga cada vez menos gente a la calle porque el cerco policial ser¨¢ m¨¢s estrecho y duro pero los brasile?os seguir¨¢n protestando
El D¨ªa de la Independencia de este 2013 ha marcado un hito en Brasil, al haberse quebrado el todo un tab¨² y haber acabado con el miedo a protestar por parte de la gente. Ese tab¨² empez¨® a resquebrajarse en junio pasado con las primeras grandes manifestaciones populares que desconcertaron al mundo pol¨ªtico por lo inesperado. Hoy ha acabado de hacerse a?icos, a pesar de que las manifestaciones no fueron tan multitudinarias por miedo a las dos violencias: la policial y la de los grupos extremistas.
Las primeras pancartas enarboladas en el mes de junio ya anunciaban lo que vendr¨ªa despu¨¦s: ¡°Un pueblo mudo, no muda¡±, estaba escrito en un pedazo de cart¨®n. Hasta aquel momento, durante por lo menos doce a?os, los brasile?os hab¨ªan estado en silencio, como adormecidos o anestesiados, acunados por los vientos de unas inesperadas mejoras sociales que despertaban nuevas esperanzas en los m¨¢s pobres, acostumbrados a vivir sin m¨¢s ilusi¨®n que asegurarse el pan de cada d¨ªa.
Brasil se sinti¨® de repente admirado y envidiado por el mundo: consigui¨® de una vez el Mundial de f¨²tbol y los Juegos Ol¨ªmpicos. Y treinta millones de personas dejaron el desierto de la miseria para empezar a respirar como ciudadanos con dignidad. Y el gigante se adormeci¨®. ¡°?ramos infelices felices y no lo sab¨ªamos¡±, rezaba otra pancarta. ?Qu¨¦ significaba? Que los brasile?os se sent¨ªan m¨¢s felices de lo que eran porque no consegu¨ªan concebir que podr¨ªan estar mejor a¨²n.
En junio, de repente, sin que nadie lo esperara, la gente comenz¨® a perder el miedo a protestar. Y se ech¨® a la calle ante el espanto y el susto del mundo pol¨ªtico que se sent¨ªa ya inmune a las cr¨ªticas, sobretodo porque la oposici¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n hab¨ªa sido anestesiada por el nuevo Brasil que estaba surgiendo, m¨¢s pr¨®spero, mientras el motor del primer mundo, admirado de esta parte del Atl¨¢ntico empezaba a renquear.
Este s¨¢bado, fiesta de la Independencia de Brasil, un d¨ªa en el que la gente, sobretodo la m¨¢s sencilla, sal¨ªa a aplaudir a las fuerzas militares, el tab¨² acab¨® de quebrarse. Fue otro tipo de protesta. Por primera vez, los desfiles tradicionales aparecieron sin brillo. Fueron desmitificados. Algunos fueron cancelados por miedo a las manifestaciones anunciadas en todo el pa¨ªs. Los que se llevaron a cabo fueron m¨¢s cortos. Muchos pol¨ªticos no aparecieron en las tribunas, incluso en ciudades clave como R¨ªo, donde los manifestantes consiguieron romper el cord¨®n policial e invadir el desfile militar, desacraliz¨¢ndolo por primera vez.
La cita de Brasilia, a la que tambi¨¦n acudieron menos de la mitad de las personas convidadas, tuvo que ser blindada por miles de miembros de las fuerzas militares, que no dejaron acercarse a los manifestantes. Y, por primera vez en algunos de esos desfiles, aparecieron carteles de protestas y reivindicaciones sociales, algo inconcebible en el pasado en una conmemoraci¨®n de ese tipo. Adem¨¢s, no asistieron, ni el presidente del Congreso ni el del Senado por miedo a ser hostigados.
El tab¨² se ha roto. Los brasile?os han perdido el miedo a manifestar no s¨®lo sus insatisfacciones sino tambi¨¦n sus deseos de mejorar. Es un incendio que ya no se apaga. Quiz¨¢s en adelante salga cada vez menos gente a la calle porque el cerco policial ser¨¢ cada vez m¨¢s estrecho y duro, pero los brasile?os han perdido el miedo.
No hab¨ªa gritos en la manifestaci¨®n de este s¨¢bado contra el Estado, ni siquiera contra la Presidenta Dilma Rousseff. No se ped¨ªa un cambio institucional. Los manifestantes solo quieren pol¨ªticos menos corruptos, con menos impunidad, m¨¢s cercanos a la gente, con menos privilegios. Quieren gobernantes que sirvan al Estado antes que a su propio partido. Quieren pol¨ªticos que no justifiquen la corrupci¨®n alegando que los "fines justifican los medios". Quieren mejor calidad de vida. Que Brasil sea el pa¨ªs que fuera se piensa que ya es. Y lo quieren como se les ha prometido que puede ser. Quieren un pa¨ªs que acabe con las sombras que a¨²n lo nublan de desigualdades sociales, con la vieja pol¨ªtica patrimonialista. Quieren un pa¨ªs moderno, con servicios p¨²blicos modernos, porque hasta la presidenta ha confesado que ¡°infelizmente son a¨²n servicios de baja calidad¡±.
Ese fin del miedo a protestar ha empezado a dar sus frutos. Incluso Rousseff se ha sumado. Ella misma se ha subido a esa ola y se fue a protestar ante el presidente Obama por haber sido objeto de espionaje por parte de la NSA. Y le exigi¨® explicaciones.
A los ciudadanos les ofreci¨® un plebiscito para opinar sobre la reforma pol¨ªtica. Dedic¨® miles de millones a mejorar los transportes p¨²blicos y cre¨® el programa M¨¢s M¨¦dicos para llevar profesionales extranjeros a los lugares donde no llegan los brasile?os. Algunos podr¨¢n ver todo eso como una forma de proteger su popularidad da?ada o un gesto electoralista. Pero lo cierto es que se ha movido. Y hssta ha apoyado las manifestaciones.
El Congreso retir¨® enseguida el proyecto de ley que imped¨ªa a los fiscales investigar y dejaba esa facultad s¨®lo a la polic¨ªa, lo que significaba la impunidad para los cr¨ªmenes de corrupci¨®n de pol¨ªticos y de cuello blanco. Tambi¨¦n acab¨® con el voto secreto y prepara una reforma pol¨ªtica que estaba parada desde hace 20 a?os. Adem¨¢s, los 25 condenados del esc¨¢ndalo del mensal?o est¨¢n a punto de entrar en la c¨¢rcel.
Todo se ha empezado a mover como un terremoto. Y lo m¨¢s importante es que, quebrado el tab¨², a partir de ahora los pol¨ªticos no podr¨¢n ya dormir sue?os tranquilos. El grito de la gente exigiendo un Brasil mejor les despertar¨ªa de nuevo.
A pesar de algunas acciones violentas y provocaciones de grupos de exaltados, ese despertar para exigir mejoras sigue siendo aprobado por el 88% de la poblaci¨®n. De todo ello s¨®lo puede surgir un Brasil mejor.
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