Venezuela, la quiebra moral de un pa¨ªs
La muerte de 16 reclusos en el internado judicial de Sabaneta, en Maracaibo, reabre el debate sobre la crisis del sistema penitenciario en Venezuela
Una pelea en la c¨¢rcel nacional de Maracaibo, al oeste de Venezuela, dej¨® 16 muertos y un nuevo l¨ªder: Edwin Ram¨®n Soto Nava alias El mocho Edwin quien, seg¨²n la prensa local, con tomar el control del centro penitenciario. La prisi¨®n, rodeada de casas llenas de huecos por las balas, no deber¨ªa alojar a m¨¢s de 700 presos. El Observatorio Venezolano de Prisiones, una ONG, calcula que all¨ª viven casi 3.700.
La noticia conmovi¨® a la ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela. No destaca por sus gestos delicados, pero al confirmar el parte de fallecidos luc¨ªa afectada. ¡°Me erizo al observar c¨®mo se quitan la vida unos a otros. No hay el m¨¢s m¨ªnimo respeto. Conozco los motivos f¨²tiles e innobles que provocaron este suceso¡±, dijo tras la masacre. Horas antes de la matanza hab¨ªa denunciado que funcionarios del ministerio hab¨ªan recibido amenazas de muerte desde tel¨¦fonos con identificaci¨®n restringida o desde el extranjero.
Este nuevo actode violencia en las c¨¢rceles venezolanas no sorprende a los venezolanos, quienes parecen acostumbrados a que, de vez en cuando, los presos se maten entre s¨ª. Ocurri¨® en 2011 y 2012 con los desalojos de los penales de Yare y La Planta y m¨¢s recientemente en 2013 con la requisa del internado de Uribana (murieron 58 personas e hirieron a m¨¢s de 100).
Tantas muertes reflejan que la violencia se ha naturalizado como modo de resolver las diferencias debido a la incapacidad del Estado de mediar a tiempo para solucionarlas. Nueve de cada 10 asesinatos quedan sin castigo. El a?o pasado, seg¨²n cifras oficiales, mataron a 16.030 personas. 44 por d¨ªa. Un 14,4% m¨¢s que el a?o anterior, 2011, cuando murieron 14.007. Todo indica que en 2013 la cifra se incrementar¨¢ en un porcentaje similar.
¡°Nunca fue tan pertinente el uso del t¨¦rmino ¡®anomia¡¯ [ausencia de ley] para describir la situaci¨®n de la actual Venezuela¡±, afirma el soci¨®logo Tulio Hern¨¢ndez en una conversaci¨®n con este diario. El pa¨ªs ha llegado a este estado de cosas en buena medida por el agotamiento de un sistema pol¨ªtico-econ¨®mico instaurado a la ca¨ªda de la dictadura en 1958, que captaba y distribu¨ªa la renta proveniente de la venta de petr¨®leo. Ese modelo en esencia podr¨ªa resumirse en esta sentencia: El Estado se ocupaba del bienestar de sus ciudadanos, pero ¨¦stos no ten¨ªan ninguna obligaci¨®n con el Estado.
¡°Ese modelo se hizo inviable en la medida que se fue consolidando¡±, afirma la soci¨®loga Isabel Pereira. Con la falta de respuestas a las demandas de las audiencias surgi¨® la anarqu¨ªa. Eso ocurri¨® con las c¨¢rceles locales. En la era chavista se ha renunciado al control interno del penal y los reos han fundado su gobierno de leyes medievales. Ahora el gobierno est¨¢ haciendo esfuerzos por recuperar el control con pobres resultados.
En el penal de Sabaneta, al menos hasta 2008, hab¨ªa una piscina donde se ba?aban los hijos de los prisioneros. El l¨ªder del penal hab¨ªa contratado a un DJ que pon¨ªa m¨²sica en un sal¨®n oscuro que se asemejaba a una discoteca. El sonido proveniente de grandes cornetas aturd¨ªa. Varios de los presos estaban armados con armas caseras, cuchillos y fumaban marihuana. El Gobierno es consciente de esa situaci¨®n pero no interviene porque apenas custodia el per¨ªmetro. El resultado ha sido un incremento anual de la cifra de asesinatos entre internos, la formaci¨®n de bandas que luchan a muerte por el control del penal, que es un jugoso negocio, y la planificaci¨®n de delitos.
Una explicaci¨®n extendida entre la oposici¨®n indica que Hugo Ch¨¢vez es el principal responsable de esta degradaci¨®n del valor de la vida, pero esa es una verdad a medias. Antes de que ¨¦l llegara al Gobierno hab¨ªa evidentes muestras de ineficiencia y corrupci¨®n en el sistema carcelario, jefes que controlaban a la poblaci¨®n penal y guardias corruptos que les proporcionaban armas y drogas. Ch¨¢vez y su gobierno s¨ª fueron responsables de la profundizaci¨®n de ese drama. La lectura de Isabel Pereira sugiere que el Presidente hered¨® el excesivo poder que ya concentraba el Estado venezolano y no quiso utilizarlo para un fin distinto que el de imponer una revoluci¨®n socialista. La contribuci¨®n de Ch¨¢vez a la profundizaci¨®n de la violencia puede medirse en dos aspectos: limitar la represi¨®n policial para no perder votos entre su electorado y en la justificaci¨®n ¨¦tica del robo. Quien tiene hambre, dijo el mandatario en 1999, est¨¢ habilitado para delinquir. ¡°El apoyo a los invasores de tierras contribuy¨® a reforzar esa ¨¦tica delincuencial, que est¨¢ tan naturalizada que todos los venezolanos, en mayor o menor medida, ya consideran las normas como injustas y se sienten con el deber de romperlas¡±, opina Tulio Hern¨¢ndez. Isabel Pereira ha definido toda esta situaci¨®n en un libro de pr¨®xima aparici¨®n como la quiebra moral de un pa¨ªs.
Las c¨¢rceles venezolanas son el s¨®tano del pa¨ªs. All¨ª hay un 44% mayor de morir seg¨²n Humberto Prado, del Observatorio Venezolano de Prisiones. Sin sumar a los ca¨ªdos en Sabaneta, hasta julio hab¨ªan fallecido 289 reos en reyertas. Los penales locales s¨®lo pueden recibir a 16.539 personas, pero hay 52.933 presos, en su mayor¨ªa hombres j¨®venes y pobres, pagando condenas o esperando sentencia. La ministra Iris Varela ha confesado que el Estado controla solo siete de las 30 c¨¢rceles del pa¨ªs. Esta situaci¨®n es una paradoja dentro de un Estado que hace gala de su poder, pero que en realidad est¨¢ a merced de las mafias.
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