Empez¨® la cuenta regresiva para la paz de Santos en Colombia
¡°Lo que se decide en las mesas de negociaci¨®n no es la vida de los negociadores de ambas partes, es nuestra vida, es la vida de los otros, y empieza a llegar la hora de que nos digan que est¨¢ pasando en Cuba, hacia d¨®nde vamos¡±
Lo que menos quer¨ªa el gobierno de Juan Manuel Santos, que se comparara el proceso de Andr¨¦s Pastrana en el Cagu¨¢n con el actual en la Habana, hoy es inevitable. A menos que haya un cambio en el rumbo del proceso de paz con las FARC. Al presidente de Colombia le quedan un mes y pocos d¨ªas para anunciar si se lanza a la b¨²squeda de su reelecci¨®n precisamente cuando le cobrar¨¢n sus palabras: ¡°Este ser¨¢ un proceso de meses¡±. Y ya, el 19 de noviembre, se cumplir¨¢ un a?o.
Y si este gobierno no quiere que sea el Centro Democr¨¢tico, el movimiento del expresidente Alvaro Uribe, el que termine teniendo raz¨®n en el sentido de que fue equivocado meterse en un proceso de negociaci¨®n precisamente en momentos en que ten¨ªa ¨¦xito la ofensiva militar en la que ca¨ªan los principales jefes de la guerrilla, al¨ªas Mono Jojoy y Alfonso Cano, Santos deber¨¢ buscar los consensos que se requieren y contarle al pa¨ªs que la agenda avanza, pero sobre todo meterse de frente en el meollo del asunto, el tema de la justicia para los guerrilleros.
Empez¨® la cuenta regresiva corriendo el riesgo de convertirse en otro gobierno, esta vez el de Santos, que queda derrotado como el de Andr¨¦s Pastrana con Alvaro Uribe, luego del fracaso de las negociaciones con las Farc en el Cagu¨¢n (1998-2002). Y si eso ocurriera entonces ya a nadie le importar¨ªa si Jos¨¦ Obdulio Gaviria, el primo de Pablo Escobar, est¨¢ o no en la lista de Uribe para las elecciones al Congreso en marzo de 2014, porque seguiremos en la misma guerra donde el narcotr¨¢fico es el rey y en la que nadie volver¨¢ a hablar de la suerte de las v¨ªctimas.
El respaldo ciudadano por lo menos en el reflejo de las encuestas, muestra a un pa¨ªs que quiere la paz pero advierte al Gobierno, que no a cualquier coste
Me explico. El Cagu¨¢n, como se llam¨® el territorio que en 1998 el gobierno de Andr¨¦s Pastrana, decidi¨® desmilitarizar en m¨¢s de 42 mil kil¨®metros cuadrados en dos departamentos, para all¨ª dar estatus pol¨ªtico a las FARC y suspender las ¨®rdenes de captura para sus voceros, es hoy muy parecido, salvo la geograf¨ªa, a los que ocurre en Habana, ciudad que sirve de escenario para los di¨¢logos entre los delegados de Juan Manuel Santos a la cabeza de Humberto de la Calle y de las Farc con Iv¨¢n M¨¢rquez y Pablo Catatumbo,.
Lo que ocurri¨® en esas selvas calurosas del suroriente de Colombia, que terminaron sirviendo de vitrina a las FARC y para el reclutamiento y el refugio temporal, se parecen a la Habana, donde la guerrilla utiliza los micr¨®fonos cada d¨ªa y se esconde de la guerra a la que siguen sometidos los colombianos en algunas regiones del pa¨ªs. Nuevamente los jefes de las FARC est¨¢n durmiendo tranquilos, libres de bombardeos y operaciones militares, pero par¨¢ndose igual que antes ante las c¨¢maras de televisi¨®n a contar sus imaginarios, a exigir la revisi¨®n de la memoria hist¨®rica porque no refleja su discurso y a dar su visi¨®n critica sobre las instituciones. Pero ahora se les ve de civil. Gran avance sin duda pues en el Cagu¨¢n desfilaban camuflados y armados.
El lugar de v¨ªctimas lo quiere para s¨ª las FARC para dejarle el papel de los victimarios a su contraparte
Las audiencias p¨²blicas que antes se realizaron se llaman hoy los foros. En una semana ya empiezan dos m¨¢s en Bogot¨¢ sobre drogas il¨ªcitas, fuente de financiaci¨®n de las FARC, y hoy como ayer, buscan involucrar a la sociedad, a los ciudadanos, que usan estos espacios como verdaderas tribuna de desahogo o muro de lamentaciones. Para los m¨¢s cr¨ªticos, nuevamente la plataforma pol¨ªtica de las FARC para hacer demagogia con el malestar social existente tambi¨¦n ayer como hoy.?
Las b¨²squedas para revestir de legitimidad el proceso no fueron posibles entonces como tampoco veo que se est¨¦ logrando hoy. Lo ¨²nico que se est¨¢ evidenciando y en buena hora para la democracia, son los disensos que ojal¨¢ involucren cada d¨ªa m¨¢s a mujeres que no quieren parir hijos para la guerra, o al campesino que protagoniz¨® el ¨²ltimo paro agrario, o al acad¨¦mico y al joven¡que no son como muchos piensan borregos ignorantes manipulados por la guerrilla o el gobierno. Son muchos de ellos v¨ªctimas, las primeras sobre las que deber¨ªa haber un consenso pero tampoco lo hay.
El lugar de v¨ªctimas lo quiere para s¨ª las FARC para dejarle el papel de los victimarios a su contraparte en la mesa de negociaciones. Los habitantes de Colombia solo les sirven excusar su cr¨ªmenes y para en su nombre reclamar y justificarse.?
En los di¨¢logos del Cagu¨¢n como en La Habana, los consensos pol¨ªticos han sido d¨¦biles. La gran diferencia fundamental en estos di¨¢logos es que esta vez se habl¨® de ponerle fin al conflicto y que en el Cagu¨¢n era una agenda ilimitada, hoy son solo 5 puntos, pero de esos, no se ha podido superar en 11 meses ni los dos primeros sobre la tierra y sobre la eventual participaci¨®n en pol¨ªtica de las FARC. Y las razones, son las mismas de antes: para la guerrilla el punto de llegada sigue siendo una asamblea constituyente que les garantice que no son responsables de nada. Para el Gobierno, ni se sabe, que es a¨²n m¨¢s grave.
Los consensos multipartidistas como entonces, hoy tampoco se dan. Hasta partidos de Izquierda como el Polo Democr¨¢tico, apoyan a medias la negociaci¨®n porque regalarle el favor a la paz es para ellos premiar al Gobierno. La Marcha Patri¨®tica, movimiento afin a las FARC cumple ahora las veces que en el 98, se pretend¨ªa que cumpliera el Movimiento Bolivariano. El partido de Gobierno, la U, est¨¢ dividida entre quienes apoyan a Santos y quienes se sienten secuestrados en sus filas porque no los dejan irse a acompa?ar al expresidente Uribe. El conservador se mantiene amenazante porque se siente maltratado en la repartici¨®n de las cuotas burocr¨¢ticas. El liberal se desgasta negando una divisi¨®n entre las corrientes que orientan los ex presidentes Samper y Gaviria y el verde, la esperanza que le compiti¨® y puso en peligro el triunfo de Santos, corre el riesgo de convertirse en un incoherente receptor de incomprendidos.?
El respaldo ciudadano por lo menos en el reflejo de las encuestas, muestra a un pa¨ªs que quiere la paz pero advierte al Gobierno, que no a cualquier coste, en sinton¨ªa con otro grupo opositor en cabeza de Alvaro Uribe, y del procurador General de la Naci¨®n Alejandro Ordonez, porque ha hecho carrera, con raz¨®n, que la guerrilla quiere un acuerdo con impunidad, que en opini¨®n de algunos puede otorgar a los guerrilleros el Marco para la Paz, ley de justicia transicional, recientemente aprobada y que debe ser reglamentada.?
Tampoco parecen muy evidentes los compromisos de los due?os del bot¨ªn y de las tierras. Mientras los delegados del Gobierno negocian en la Habana, en territorio colombiano, algunos terratenientes (palabra que deber¨ªa estar ya proscrita) aparecen usufructuando de las tierras que estaban reservadas para los campesinos. Un espect¨¢culo similar al del Gobierno Uribe cuando se reparti¨® entre las familias adineradas los cr¨¦ditos que eran destinadas para los labriegos m¨¢s necesitados.
El modelo de negociaci¨®n como ha dicho el presidente de negociar como si no hubiera guerra y hacer la guerra como si no hubiera negociaci¨®n, est¨¢ empezando a hacer crisis. Y as¨ª como en el Cagu¨¢n llev¨® a pique el proceso, ahora la gente cada vez m¨¢s se indigna de o¨ªr en el mismo noticiero que hay negociaci¨®n en la Habana y la siguiente noticia es que asesinan soldados en las emboscadas de las FARC.
Lo que se decide en las mesas de negociaci¨®n no es la vida de los negociadores de ambas partes, es nuestra vida, es la vida de los otros, y empieza a llegar la hora de que nos digan que est¨¢ pasando en Cuba, hacia d¨®nde vamos¡.Por m¨¢s dif¨ªcil como aqu¨ª aparece que es la paz, esta oportunidad no puede tener el mismo final del Caguan, que prolong¨® 15 a?os la guerra. Est¨¢n esperando mayores certezas de con qui¨¦n seguir¨¢ o terminar¨¢ el proceso? O lo est¨¢n prolongando porque piensan que la reelecci¨®n de Santos depende de ellos y entre m¨¢s tiempo, m¨¢s caro el precio a cobrar?
Es comprensible que Santos busque los consensos afuera como est¨¢ haciendo por estos d¨ªas en las Naciones Unidas para disminuir los temores de los tribunales internacionales ante los acuerdos con los guerrilleros pero los consensos en la mesa y en la sociedad, en el pa¨ªs, son los que debe lograr. Lleg¨® la hora de las certezas. La pr¨®xima ronda de negociaci¨®n que empieza el 3 de octubre debe dar pasos firmes porque de los contrario, el otro proceso, el de la reelecci¨®n de Santos empezar¨ªa sin su principal activo.
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