El monte de El Asad en Damasco
Cientos de sirios acuden al monte Casium, que alberga la residencia presidencial, ante el temor de que sea objetivo de un ataque de EE UU
Si Estados Unidos hubiera atacado Siria con misiles, el monte Casium hubiera sido, seg¨²n los sirios, uno de los objetivos principales. Desde la cumbre del Casium es imposible negar que Damasco vive en guerra. Aparte de los muchos puestos de control militar en la carretera que surca sus laderas, se ven a la distancia siete columnas de humo y se oye, intermitente, el estruendo lejano de morteros y artiller¨ªa. Para los rebeldes, inexpugnable, es una fortaleza desde la que el Gobierno se defiende. Y a ¨¦l ha acudido un grupo de sirios, muchos de ellos j¨®venes, que a¨²n mantienen viva una campa?a de desaf¨ªo a la injerencia norteamericana que han bautizado 'Sobre nuestros cad¨¢veres'.
"Estamos aqu¨ª para exigirle a los americanos que nos dejen a los sirios resolver nuestros problemas", dice Ran¨¢ Aisa, de 33 a?os, maestra de escuela, que lleva acampada 27 d¨ªas en el monte, junto a un centenar de personas. Tras el pacto sellado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el jueves, por el que Rusia y Estados Unidos han llegado a un acuerdo de desarme qu¨ªmico de Siria para evitar un ataque, Ran¨¢ dice que estos j¨®venes se plantean escampar pronto. "Barack Obama dec¨ªa que quer¨ªa bombardear Siria para proteger a los sirios. No se defiende a un pa¨ªs bombardeando a su gente. As¨ª que vinimos aqu¨ª a morir en el ataque si era necesario", dice.
No pod¨ªa haber un lugar m¨¢s adecuado para demostrar apoyo al r¨¦gimen que este monte, s¨ªmbolo del poder de la familia El Asad. Domina Damasco desde el noroeste. Sobre sus faldas trepan ca¨®ticas viviendas de cemento. Al oeste en sus laderas de halla el complejo residencial del presidente Bachar el Asad y los cuarteles de la Guardia Republicana. Lo llenan diversos recintos militares desde los que los damascenos dicen que se atacan las posiciones enemigas.
Explican estos j¨®venes que tambi¨¦n eligieron la cima del monte por las muchas antenas que sobresalen de sus cumbres. Son emisoras y repetidores de se?al de televisi¨®n. "Cuando Am¨¦rica ataca destroza medios de comunicaci¨®n locales para difundir f¨¢cilmente su propaganda", dice Ogarite Dandash, libanesa de 33 a?os. "Estamos aqu¨ª para evitarlo".
En esta acampada, de 24 tiendas y muchas banderas, hay numerosas mujeres, casi todas ellas con el cabello descubierto. Dicen temer ¡ªse?alando hacia zonas rebeldes en el horizonte¡ª, a los que se refieren en ¨¢rabe como takfirim, un t¨¦rmino que significa "los que nos acusan de apostas¨ªa", y que, a efectos pr¨¢cticos, se viene a emplear para describir a radicales islamistas, que las pondr¨ªan tras velos. "Nada de lo que dicen defender pertenece de verdad a la religi¨®n isl¨¢mica", dice Ran¨¢, la maestra de escuela.
Hasta antes de la guerra, muchos damascenos acud¨ªan a los miradores de las laderas del Casium en las noches de verano. Cuando en agosto la Casa Blanca comenz¨® a poner en circulaci¨®n la idea de un ataque con misiles contra el r¨¦gimen sirio por utilizar de armas qu¨ªmicas contra la poblaci¨®n ¡ªalgo que el Gobierno de Damasco niega¡ª, los ojos de los sirios se posaron sobre el monte. Imaginaban los desprendimientos de rocas que se producir¨ªan por sus laderas, cayendo en algunas de las zonas m¨¢s densamente pobladas de la capital.
"Estamos aqu¨ª para luchar contra mentiras", dice Baha Saw¨¢, de 52 a?os. Pide que Occidente se desenga?e. Asegura que en Siria no hay una revuelta popular mayoritaria contra un Gobierno. Es, defiende, un sistema que se protege: "Muchos ciudadanos apoyamos al Ej¨¦rcito. Yo tengo a un hijo en ¨¦l y me duele que digan que a lo que se dedica es solo a matar civiles. No es cierto. Nos est¨¢ defendiendo. Lucha contra terroristas e islamistas extranjeros".
El monte Casium ya vio de cerca las llamas de un ataque extranjero en mayo, cuando la aviaci¨®n de Israel actu¨® contra posiciones militares cercanas a ¨¦l, en lo que diplom¨¢ticos norteamericanos definieron como un ataque contra armamento sofisticado procedente de Ir¨¢n.
Muchos damascenos tem¨ªan que tras el fuego israel¨ª llegara el norteamericano. Los pactos diplom¨¢ticos, finalmente, han disipado esa amenaza.
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