El ¡®n¨²mero dos¡¯ de Berlusconi rompe con su l¨ªder y llama a votar a favor de Letta
El primer ministro se juega el Gobierno con un voto de confianza en el Parlamento Berlusconi ha amenazado con hacer caer el Ejecutivo si es expulsado de la pol¨ªtica
El liderazgo pol¨ªtico de Silvio Berlusconi parece, ahora s¨ª, listo para sentencia. Su desesperada operaci¨®n para dejar caer a Enrico Letta retirando a sus cinco ministros del Gobierno de coalici¨®n le ha salido por la culata. Angelino Alfano, su hasta ahora delf¨ªn en el Pueblo de la Libertad (PDL) y vicepresidente dimisionario del actual Ejecutivo, ha pedido a sus diputados y senadores que desobedezcan a Berlusconi y renueven el apoyo parlamentario al primer ministro socialdem¨®crata: ¡°Estoy firmemente convencido de que todo nuestro partido debe votar ma?ana [por el mi¨¦rcoles] la confianza de Letta¡±.
Se trata por tanto de una rebeli¨®n en toda regla, hist¨®rica, la primera vez que, en las dos d¨¦cadas que lleva al frente del centroderecha italiano, Silvio Berlusconi?es contestado frontal y p¨²blicamente por buena parte de los suyos. De hecho, el senador disidente del PDL Carlo Giovanardi ha calculado que ya son m¨¢s de 40 los parlamentarios moderados que estar¨ªan dispuestos a irse con Alfano si Berlusconi no se aviene a razones y sigue anteponiendo sus intereses personales a los de la naci¨®n: ¡°Estamos decididos¡±, ha dicho Giovanardi, ¡°a votar la confianza para mantener en pie al Gobierno de Letta¡±.
La sorpresa y la perplejidad son totales en la pol¨ªtica italiana, acostumbrada a los rifirrafes internos en el centroizquierda del Partido Democr¨¢tico (PD), pero no en el PDL de Berlusconi, donde la ¨²nica competici¨®n suele ser para piropear al l¨ªder y due?o. Empezando por Angelino Alfano, al que Berlusconi lleg¨® a nombrar como su sucesor para despu¨¦s ¡ªfinales de 2012¡ª arrebatarle el encargo sin contemplaciones. Por aquel entonces ¡ªoperaci¨®n de acoso y derribo del Gobierno de Mario Monti¡ª, Alfano, un pol¨ªtico moderado, capaz de tender puentes con el centroizquierda pero sin carisma frente al jefe y los extremistas que le r¨ªen las gracias, no tuvo m¨¢s remedio que agachar la cabeza y pronunciar el h¨¢gase. Su sumisi¨®n ¡ªdicen que llor¨® en privado pero se sorbi¨® el enfado en p¨²blico¡ª fue recompensada despu¨¦s con la vicepresidencia y la cartera de Interior en el Gobierno de Enrico Letta, con el que ha trabajado bien¡ cuando el jefe le dejaba.
Que ha sido poco y nada. Berlusconi, que tras las ¨²ltimas elecciones fue quien m¨¢s apost¨® por el Gobierno de coalici¨®n patrocinado por el presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, se barrunt¨® enseguida que hacer de estadista responsable ¡ªun traje que siempre le qued¨® grande¡ªno le iba a servir para librarse de sus problemas con la justicia. Acostumbrado a obtener lo que desea por las buenas o por las malas ¡ªla justicia ha demostrado sus conexiones con la Mafia y su afici¨®n a comprar voluntades de jueces o pol¨ªticos¡ª, en los ¨²ltimos meses ha comprobado con sorpresa que algo estaba cambiando. Que mientras sosten¨ªa con sus votos el Gobierno de Letta, la justicia italiana ¡ªcon m¨¢s libertad de la que ¨¦l querr¨ªa¡ª iba poniendo la penitencia a sus delitos: condenado por prostituci¨®n de menores y abuso de poder en el caso Ruby, por evasi¨®n fiscal en el caso Mediaset, por comprar a un juez para hacerse con la editorial Mondadori¡ La desesperaci¨®n de verse, en los pr¨®ximos d¨ªas, expulsado del Senado, inhabilitado para seguir en la pol¨ªtica y en arresto domiciliario le llev¨® el s¨¢bado a errar fatalmente el tiro. Despu¨¦s de que Letta anunciara su decisi¨®n de pedir la confianza del Parlamento, harto de que el socio Berlusconi boicoteara por sistema su gesti¨®n de Gobierno, Il Cavaliere quiso ir m¨¢s all¨¢ y oblig¨® a sus cinco ministros ¡ªAngelino Alfano entre ellos¡ª a presentar la dimisi¨®n sin siquiera escucharlos. Los ministros obedecieron, pero la ma?ana del domingo iniciaron una rebeli¨®n que fragu¨® la tarde del martes. Alfano, despu¨¦s de comer con el jefe en el palacio Grazioli, divulg¨® un mensaje que no dejaba lugar a dudas: ¡°Estoy firmemente convencido de que todo nuestro partido debe votar ma?ana [por el mi¨¦rcoles] la confianza de Letta¡±.
Era el colof¨®n de una jornada de locos vivida alrededor de Letta y Berlusconi. El primer ministro quiso asegurarse de que su partido ¡ªexperto en traiciones de ¨²ltima hora¡ª no le jugara una mala pasada. Se reuni¨® con Matteo Renzi, alcalde de Florencia y tal vez el l¨ªder con m¨¢s tir¨®n electoral del centroizquierda, quien le prometi¨® portarse bien: ¡°He dicho al primer ministro Letta que como alcalde, militante democr¨¢tico y sobre todo como ciudadano deseo que prevalezca el bien del pa¨ªs. Italia necesita un Gobierno s¨®lido¡±. Peor lo tuvo Berlusconi. Se reuni¨® con todos, los llamados halcones (radicales) y palomas (moderados), juntos y por separado, pero a ¨²ltima hora de la noche no hab¨ªa conseguido calmar los ¨¢nimos y s¨ª lo contrario. Hubo quien, como suele suceder en los ¨²ltimos tiempos, le aconsej¨® que diera un paso atr¨¢s y colocara al frente a su hija Marina, pero no parece que el viejo tah¨²r de la pol¨ªtica italiana est¨¦ dispuesto a abdicar antes de intentar alg¨²n ¨²ltimo truco.
Tan es as¨ª que, pese a la hist¨®rica rebeli¨®n del sumiso Alfano, nadie en el centroizquierda quiso lanzar las campanas al vuelo. Mientras el presidente Napolitano llamaba de nuevo a aclarar la situaci¨®n en el Parlamento y a buscar un Gobierno ¡°no precario¡±, Letta y los suyos se tentaban la ropa. Nadie espera que Berlusconi asuma su derrota y emprenda, deportivamente, el camino del adi¨®s.
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