Los partidos brit¨¢nicos resucitan las batallas ideol¨®gicas del pasado
Conservadores y laboristas dejan a un lado el centrismo dominante desde los noventa
?Est¨¢n conservadores y laboristas enterrando el centrismo que ha dominado la pol¨ªtica brit¨¢nica desde que apareci¨® Tony Blair en el horizonte a mediados de los a?os 1990? ?Est¨¢n resucitando los conceptos de derecha e izquierda? ?Marcar¨¢n las generales de 2015 un retorno a las confrontaciones ideol¨®gicas de los a?os 70 y 80? La respuesta a esas tres preguntas deber¨ªa ser afirmativa, a tenor de la tradicional temporada de congresos de oto?o, que hoy cerr¨® en Manchester el primer ministro y l¨ªder conservador, David Cameron.
Pero, en realidad, est¨¢ por ver si se trata de un giro cosm¨¦tico, de declaraciones dirigidas a ganarse el apoyo de sus respectivas bases, y por lo tanto meramente temporal, o realmente conservadores y laboristas creen que la clave de la victoria en 2015 no est¨¢, como ha estado desde 1997, en manos de los votantes centristas.
Este sorprendente giro de la pol¨ªtica brit¨¢nica empez¨® a tomar cuerpo la semana pasada, cuando Ed Miliband lanz¨® ante las bases laboristas reunidas en Brighton el mensaje m¨¢s izquierdista que ha o¨ªdo el partido en much¨ªsimos a?os. Quiz¨¢s desde tiempos de Michael Foot, aunque el peque?o de los Miliband no se acerc¨® ni por asomo al izquierdismo de aquel l¨ªder, cuyo programa electoral en las generales de 1983 fue definido por un diputado laborista como ¡°la nota de suicidio m¨¢s larga de la historia¡±.
Miliband lanz¨® la semana pasada un discurso anclado en gran parte en la izquierda tradicional, con abiertas cr¨ªticas a las desigualdades generadas por la crisis y con una propuesta concreta que ha sido recibida como un terremoto pol¨ªtico: si llegan al poder, los laboristas congelar¨¢n las tarifas de gas y electricidad durante 20 meses si las compa?¨ªas energ¨¦ticas no han bajado sus precios.
Una propuesta muy arriesgada en la pr¨¢ctica porque en 2015 puede haber razones objetivas que justifiquen tarifas m¨¢s altas que las actuales o las compa?¨ªas pueden subir las tarifas de forma preventiva para compensar una eventual congelaci¨®n. Eso ¨²ltimo no es pol¨ªticamente malo para los laboristas: justificar¨ªa su desconfianza hacia los grupos energ¨¦ticos y convertir¨ªa al actual Gobierno en el responsable de esas subidas por no haberlas evitado.
Pero todo eso es lo de menos. Lo importante es si la propuesta de Miliband es, como han interpretado los conservadores, una ruptura del laborismo con el mundo de los negocios y con el mercado, un alejamiento definitivo del centrismo de Tony Blair y Gordon Brown.
En realidad, la maniobra de Miliband puede no ser nada de eso. Como casi siempre, el l¨ªder laborista lleg¨® al congreso de oto?o debilitado personalmente y con los conservadores recortando distancias en los sondeos electorales a medida que mejora la econom¨ªa. A pesar de su ret¨®ricas y reiteradas alusiones a Gran Breta?a y a los brit¨¢nicos, su objetivo en este congreso no era tanto dirigirse a la naci¨®n y a los votantes, sino convencer a su propio partido de que es carne de primer ministro. Y lo volvi¨® a conseguir, como ya hizo el a?o pasado. Dentro de un a?o, con las elecciones para entonces a ocho meses vista, se ver¨¢ d¨®nde est¨¢n el centrismo y el izquierdismo de Miliband.
El congreso tory ha estado completamente marcado por la resonancia de la intervenci¨®n la semana anterior de Miliband. Los conservadores han reaccionado con cautela a la propuesta de congelar las tarifas energ¨¦ticas. Han atacado al l¨ªder laborista por su giro a la izquierda, pero admitiendo que tiene buenas razones para enfrentarse a las compa?¨ªas energ¨¦ticas, aunque creen que ha equivocado la forma de afrontar el problema.
Cameron no lleg¨® a su congreso con los problemas de liderazgo de su rival porque las encuestas los han aletargado. Pero ten¨ªa la misma necesidad de dirigirse m¨¢s a su partido que a los votantes. El giro a la izquierda de Miliband le ha facilitado la tarea de lanzar a sus bases un discurso puramente tory, sin las urgencias centristas de otros tiempos. Pero ha tenido la prudencia de no escorarse demasiado a la derecha, ignorando los dos temas favoritos del ala derecha del partido, la fobia a Europa y la fobia a la inmigraci¨®n.
El l¨ªder conservador ha preferido apelar a valores ideol¨®gicos de toda la vida, como el ¡°somos tories, nos gustan los impuestos bajos¡±. O su orgullosa proclama de que la palabra ¡°beneficios no es una palabrota¡±, subrayando al mismo tiempo el v¨ªnculo de los conservadores con el mundo de los negocios y el aparente desapego mostrado por los laboristas. Una referencia que corrobor¨® con constantes menciones a la Gran Breta?a de los conservadores como ¡°el pa¨ªs de las oportunidades¡±. O su alusi¨®n a que los j¨®venes han de elegir entre estudiar o trabajar en lugar de acogerse a las ayudas sociales en cuanto dejan los estudios. Un mensaje que ha sido interpretado como un primer paso para recortar esas ayudas a los menores de 25 a?os para incentivarles a la b¨²squeda de empleo.
Entre todos esos mensajes de pura ortodoxia conservadora, Cameron intercal¨® constantes referencias a la importancia de que los tories acaben la tarea que empezaron en 2010. Pero no mencion¨® a los liberales-dem¨®cratas porque el objetivo no es solo formar Gobierno, sino hacerlo en solitario. La ideolog¨ªa ha llegado a la pol¨ªtica brit¨¢nica. Est¨¢ por ver por cu¨¢nto tiempo¡
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