La pacificaci¨®n de R¨ªo, a prueba
La alcald¨ªa toma 12 favelas con operativos de batallones de ¨¦lite y avanza en su plan de acabar con el poder barrial de los narcos
Desde el pasado fin de semana doce nuevas favelas de R¨ªo de Janeiro est¨¢n bajo el control de las denominadas Unidades de Polic¨ªa Pacificadora (UPP). En total, el Gobierno de R¨ªo da por pacificadas 34 ¨¢reas de la ciudad que afectar¨ªan a 1,5 millones de cariocas. En esta ocasi¨®n, los complejos de Lins y Camarista M¨¦ier, en la zona norte de la ciudad, fueron el escenario de otra espectacular operaci¨®n que despleg¨® casi mil efectivos, en su mayor¨ªa de los batallones de ¨¦lite de las polic¨ªas Militar, Civil, Federal, y fusileros navales. Una vez m¨¢s, la incursi¨®n se inici¨® con la primera luz del d¨ªa e incluy¨® escenograf¨ªa de guerra, con tanques blindados y helic¨®pteros de apoyo. Todo forma parte de la estrategia de la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica de R¨ªo para que los delincuentes depongan cualquier tipo de resistencia y abandonen las favelas d¨ªas antes de la operaci¨®n. En este caso, como en tantos otros, la ocupaci¨®n se realiz¨® de forma exitosa en menos de una hora y sin necesidad de disparar un solo tiro.
Eso s¨ª, ante la mirada at¨®nita de los vecinos, que no saben a lo que atenerse tras d¨¦cadas sometidos a la s¨®rdida ley del narcotr¨¢fico carioca, que se rige por sus propios c¨®digos y que cada d¨ªa est¨¢ m¨¢s acorralado en las ¨¢reas perif¨¦ricas de la ciudad. Semanas antes de la operaci¨®n, el mismo complejo de favelas fue el escenario de duros enfrentamientos que acabaron con la muerte de un subteniente del Batall¨®n de Operaciones Especiales (BOPE) de la Polic¨ªa Militar y de dos sospechosos de trabajar para el narco local.
Seg¨²n el Gobierno del Estado de R¨ªo, con la instalaci¨®n de la 36 UPP se sigue estrechando el cerco a las facciones criminales que se reagrupan en las zonas perif¨¦ricas a medida que avanza la pacificaci¨®n. EL PA?S tuvo acceso recientemente a un grupo narco parapetado en la comunidad de Costa Barros, en la zona norte de R¨ªo. Decenas de j¨®venes portaban pistolas autom¨¢ticas y fusiles de asalto. De madrugada, mientras se iniciaban los preparativos para un baile funk, menores de edad embalaban en plena calle dosis de coca¨ªna y ¨¦xtasis para venderlas durante la fiesta. El l¨ªder del grupo, que exigi¨® el anonimato, confirm¨® a este peri¨®dico la preocupaci¨®n existente por el avance imparable de las UPP. Saben que en cualquier momento los carros blindados llegar¨¢n a su favela y que no tendr¨¢n otras alternativas que el combate cuerpo a cuerpo con una m¨¢quina militar que les supera considerablemente en n¨²mero y armamento, o el ¨¦xodo hacia ¨¢reas donde perder¨¢n el privilegio de controlar la venta de drogas. El objetivo del Gobierno de R¨ªo es llegar a las 40 unidades en 2014.
Sin embargo, el aparente ¨¦xito de las unidades pacificadoras parece hacer aguas en ¨¢reas cr¨ªticas de la ciudad, como la favela Rocinha, que con m¨¢s de 100.000 habitantes est¨¢ enclavada entre los pudientes barrios de Leblon, S?o Conrado y G¨¢vea. El comando de la Policia Militar de R¨ªo decidi¨® cesar recientemente al mayor Edson Santos, al mando de la UPP que intenta mantener bajo control la que se considera la mayor favela de Brasil. Despu¨¦s de una profunda investigaci¨®n, Santos y varios de sus subordinados fueron acusados de orquestar la desaparici¨®n y tortura hasta la muerte del pe¨®n de alba?il Amarildo de Souza, convertido ya en un s¨ªmbolo de la brutalidad policial en Rio. El caso de Amarildo no es m¨¢s que la punta del iceberg en una favela donde se respira no poca hostilidad hacia los agentes pacificadores y subsisten focos del resistencia narco en sus ¨¢reas m¨¢s inaccesibles. No es extra?o escuchar el sonido seco de disparos en las ¨¢reas aleda?as a la cota m¨¢s alta de la Rocinha.
La pacificaci¨®n enfila por tanto uno de sus momentos m¨¢s delicados, ya que la euforia de los primeros a?os del proyecto ha quedado atr¨¢s y comienzan a aflorar las fricciones y puntos oscuros de la ocupaci¨®n policial. Te¨®ricamente la polic¨ªa pacificadora tiene el rasgo espec¨ªfico de ser un modelo h¨ªbrido entre polic¨ªa convencional y cuerpo de asistentes sociales. Las filas de las UPP est¨¢n nutridas en su mayor¨ªa por j¨®venes agentes recien formados sin rastro de corrupci¨®n en sus expedientes.
La llaman policia de proximidad, aunque en realidad comienza a presentar los viejos v¨ªcios de la Polic¨ªa Militar de R¨ªo. No son extra?as las denuncias por abusos de autoridad y agresiones a vecinos de las favelas, algo que alimenta una espiral de rechazo local. El desaf¨ªo de las autoridades cariocas no s¨®lo radica en preservar inc¨®lume la quintaesencia de las UPP como pol¨ªtica de Estado y continuar invirtiendo recursos humanos y materiales en esta plausible estrat¨¦gia de seguridad p¨²blica, sino en crear posteriormente las condiciones de vida para que los habitantes de las favelas se sientan integrados en la ciudad mediante el desembarco de servicios p¨²blicos de calidad, y no exclu¨ªdos en focos de miseria.
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