Australia no duda en rebotar a los refugiados que llegan por mar
En julio el Gobierno decidi¨® trasladar a los reci¨¦n llegados a Pap¨²a o dos islas del Pac¨ªfico El discurso agresivo da sus frutos en las urnas: el Partido Liberal gan¨® en septiembre las legislativas
El aumento del n¨²mero de refugiados que llegan a Australia en barco pidiendo asilo se ha convertido en el tema m¨¢s candente del debate pol¨ªtico. Australia est¨¢ obligada a acoger a los refugiados que llegan a sus costas como firmante de la convenci¨®n de refugiados de Naciones Unidas. Pero desde julio el Gobierno opta por trasladar a los reci¨¦n llegados a centros de internamiento en Pap¨²a Nueva Guinea o en islas del Pac¨ªfico como Nauru o Manus.
Las autoridades australianas alegan que la medida disuade a quienes se arriesgan a emprender en barco el viaje de los 500 kil¨®metros que separan el sur de Indonesia de la isla australiana de Christmas.
Las ¨²ltimas estimaciones calculan que al menos un millar de personas han muerto intentando llegar a Australia desde 2001. Sin embargo, la cifra que dispar¨® todas las alarmas fue la llegada de 7.464 refugiados en barco en el primer trimestre de 2013, cinco veces m¨¢s que en el trimestre anterior.
El ministro de Inmigraci¨®n, Scott Morrison, desat¨® la pol¨¦mica por su negativa a acoger a los refugiados: ¡°Quienes intentan venir en barco no conseguir¨¢n lo que han venido a buscar¡±. Morrison anunci¨® que los demandantes de asilo ¡°se encontrar¨¢n con una cadena de medidas dise?adas para disuadir, interrumpir e impedir su entrada a Australia y su instalaci¨®n en el pa¨ªs¡±.
El discurso agresivo del Partido Liberal en contra de la llegada de refugiados en barco ha dado sus frutos y el mes pasado la formaci¨®n conservadora obtuvo la mayor¨ªa absoluta en los comicios parlamentarios con el lema ¡°pararemos los barcos¡± como una de las principales consignas de la campa?a electoral.
Amnist¨ªa Internacional ha denunciado que los centros de internamiento est¨¢n masificados, no cumplen con las condiciones de higiene m¨ªnimas y no garantizan la protecci¨®n de los refugiados.
¡°Los nuevos planes para recolocar a todos los refugiados en Pap¨²a Nueva Guinea, Nauru y Manus muestran un desprecio absoluto hacia estas personas y un desd¨¦n total de las obligaciones legales y morales de Australia¡±, declara el coordinador Graeme McGregor.
El director del Consejo para los Refugiados, Paul Power, recuerda que quienes piden asilo no son simples inmigrantes y agrega que ¡°Australia est¨¢ actuando en contra del esp¨ªritu de la Convenci¨®n de Naciones Unidas¡±.
Power denuncia que ¡°la llegada de 8.000 personas se considere una emergencia nacional en un pa¨ªs que acoge entre 200.000 y 300.000 trabajadores al a?o, es sencillamente rid¨ªculo¡±. En el ¨²ltimo siglo Australia ha acogido unos 800.000 refugiados pol¨ªticos. La mayor parte ¡ªalrededor de 750.000¡ª llegaron de forma controlada desde otros pa¨ªses de acogida. ¡°El Estado quiere mostrar que tiene el control, que controla qui¨¦n pasa por las fronteras¡±, argumenta Power.
Mirza Hussein, de 34 a?os, lleg¨® a Australia desde Pakist¨¢n en marzo y batalla desde entonces para conseguir el estatus de refugiado pol¨ªtico. Hussein pertenece a los hazaras, una minor¨ªa musulmana chi¨ª que sufre continuos ataques por parte de grupos talibanes y otros radicales sun¨ªes en la ciudad de Quetta, al este de Pakist¨¢n.
Hussein pag¨® unos 6.000 euros a varias redes de traficantes para huir desde Pakist¨¢n a Indonesia. Un barco de motor herrumbroso que se estrope¨® a medio camino consigui¨® salvar la distancia entre Indonesia y la isla de Christmas en cuatro d¨ªas. Los tripulantes ten¨ªan en mente que ¡°algunos no llegan nunca y otros pueden tardar meses¡±, mientras que ¡°a veces el barco se hunde sin que nadie responda a las llamadas de socorro¡±.
A su llegada a Australia, las autoridades denegaron a Hussein el estatus de refugiado, pero le concedieron un tiempo para apelar la decisi¨®n ante los tribunales del pa¨ªs. "Hay que ser fuerte para soportar esto. Mi mujer y mi hija est¨¢n todav¨ªa en Pakist¨¢n y cada vez que veo en las noticias que ha estallado una bomba pienso que ellas pueden ser las v¨ªctimas y que yo no puedo hacer nada para ayudarlas", lamenta.
Su situaci¨®n, reconoce, es mejor a la de quienes son transferidos directamente a las islas del Pac¨ªfico. All¨ª, "muchos enloquecen, se sienten prisioneros, impotentes e intentan suicidarse".
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