La desesperaci¨®n supera al horror
La oleada de barcazas contin¨²a pese a los naufragios de los ¨²ltimos d¨ªas
Tiene que quemar mucho la tierra, la propia tierra, para lanzarse al mar sin saber nadar, con un hijo a punto de nacer de las entra?as, en la bodega de un viejo pesquero donde cientos de desesperados, apretujados unos contra otros, se tienen que hacer sus miedos encima, no tanto porque solo hay un retrete a bordo, sino porque, si se mueven, el barco puede irse a pique. El juez instructor Alberto Davico escucha con atenci¨®n los testimonios de algunos de los 155 supervivientes del naufragio del pasado d¨ªa 3 frente a la isla de Lampedusa, en el que perdieron la vida 359 personas (entre ellas 16 ni?os). A continuaci¨®n, frente al ordenador, escribe la acusaci¨®n contra Khaled Bensalam, el tunecino de 34 a?os que, seg¨²n le acaban de contar los inmigrantes, pilotaba la embarcaci¨®n por encargo de una organizaci¨®n mafiosa: ¡°No es una met¨¢fora recordar que parecidos m¨¦todos de transporte se utilizaron para llevar a los jud¨ªos hacia los campos de concentraci¨®n¡±.
Los testimonios que recoge el magistrado de Agrigento (Sicilia) en su acusaci¨®n contra el ¨²ltimo eslab¨®n de las mafias se parecen mucho a los que ¡ªen el terrible ¨¦xodo del fin del verano¡ª empiezan a contar los ¨²ltimos inmigrantes en llegar a Lampedusa o a Malta. Historias de redes criminales muy bien organizadas que, al precio de 1.200 euros por persona, organizan desde un centro de reclutamiento situado en Tr¨ªpoli (Libia) los viajes de los inmigrantes hacia Lampedusa.
Uno de los supervivientes ¡ªun eritreo de 27 a?os¡ª cuenta al juez Davico su calvario: ¡°Nos amontonaron a todos, sin posibilidad de movernos. Hab¨ªa un ba?o en la embarcaci¨®n, pero era imposible utilizarlo porque no consegu¨ªamos llegar. Quien no ten¨ªa m¨¢s remedio que hacer sus necesidades, o se las hac¨ªa encima o, en el caso de la orina, usaba una botella. El viaje dur¨® m¨¢s de 24 horas. Hab¨ªamos elegido cuatro representantes para mantener el orden, porque si nos hubi¨¦semos movido todos durante el trayecto la nave hubiese volcado¡¡±.
Es lo que finalmente pas¨®. El d¨ªa 3 frente a Lampedusa ¡ªal intentar hacer se?ales, el barco se incendi¨®, los inmigrantes se amontonaron sobre un lado y volc¨®¡ª y tambi¨¦n la tarde del pasado viernes entre Malta y Sicilia, cuando los 250 ocupantes de una barcaza intentaban hacerse ver por un helic¨®ptero de salvamento malt¨¦s. El resultado, 206 inmigrantes rescatados, 34 muertos ¡ªentre ellos 10 ni?os¡ª y un n¨²mero a¨²n no aclarado de desaparecidos. Seg¨²n algunos testimonios, en la barca hab¨ªa 400¡ Desgraciadamente, no ser¨¢n las ¨²ltimas v¨ªctimas. Otras tres embarcaciones repletas de inmigrantes tuvieron que ser auxiliadas ayer por los barcos de la Marina italiana y por una patrullera de Malta.
Mientras, en Lampedusa, continua el naufragio. Una vez que se han ido los altos mandatarios con sus coches de lujo y sus promesas improbables, Sicilia hace de la necesidad virtud para ofrecer un lugar de acogida a los supervivientes y un trozo de tierra a los muertos. Un barco de guerra se lleva de Lampedusa 359 ata¨²des sin nombre. Diecis¨¦is de ellos blancos. Otros 10 de mujeres embarazadas que no se despertaron del sue?o de una vida mejor para sus hijos.
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